Es una sencilla maniobra que ayuda al patrón a conocer cómo reacciona su barco y sirve de entreno a la tripulación. Es recomendable llevar el motor arrancado y embragado para usarlo si fuera necesario.
Para levar anclas normalmente se deberá remontar el viento en su eje, pues el barco cuelga a sotavento del ancla. Por esta razón, se empezará por izar la mayor, dejándola en banda. Con una pequeña cazada de la escota el barco arrancará, y se aprovechará para entrar cadena. Una vez a pique el ancla, se pone timón para salir a la amura deseada, virando cadena para que el ancla zarpe. Se navegará sólo con la vela mayor a poca velocidad mientras el ancla sube a cubierta. Con el ancla bien estibada, se izará la vela necesaria en proa para iniciar la singladura. No existe ningún problema en izar mayor y foque, pero hará falta bastante tripulación para manejar a la vez todas las velas e izar el fondeo.
En algunos casos especiales, con viento de tierra en calas pequeñas y densamente pobladas, es preferible realizar la maniobra sólo con génova. Al zarpar el ancla, ya se puede caer en popa para salir del fondeadero sin el peligro de orzada imprevista debido a la mayor. Una vez fuera de peligro, se izará mayor aproándose al viento y se iniciará la singladura.
Las crucetas mantienen el palo erguido lateralmente evitando que caiga con la presión del viento sobre las velas. Debido a la gran altura del palo el ángulo de un solo obenque sería muy pequeño, por lo que la tensión de obenque debería ser tan grande que el propio palo se doblaría por compresión fugándose la panza hacia algún costado. Para solucionar este problema existen las crucetas. Contando unos 12/14 grados como ángulo correcto para trabajo de los obenques, se monta una cruceta donde acaba el primer obenquillo sobre el palo, y desde el extremo de la cruceta se vuelve a tirar otro obenquillo hacia el palo. Repitiendo varias veces la operación, llega a dibujarse toda la jarcia que asiste a un palo.
Por la puntas de las crucetas corre el obenque alto, que recorre todas las crucetas hasta arraigar en lo más alto del palo. Para que este extremo de cruceta no tienda a subir el extremo éste es solidario con el obenque alto.
Un barco de regata necesita ceñir al viento lo máximo posible. En un barco de este tipo los cadenotes acostumbran a estar lo más entrados posible hacia crujía, gracias a lo cual los génovas pueden ser cazados con ángulos menores. Esta poca abertura de cadenotes obliga a aumentar el número de crucetas, pues las intersecciones de los 12/14º de obenque con el palo obligan a que existan más pisos de crucetas. Un barco de crucero no es demasiado exigente con el ángulo de ceñida del barco, por lo que es habitual que los cadenotes estén más a la banda. Esta circunstancia hace que el palo se aguante con un menor número de pisos de crucetas.
Este espécimen marino es de los que desatan pasiones opuestas: se adora o repugna. Llegados a este punto les puedo confesar que es manjar de dioses. El primer paso es capturarlos. Para ello se necesita una rasqueta o formón ancho para recogerlos, unos buenos guantes, una red para almacenarlos y la vista suficiente para reconocer a las hembras, ya que son las que cuentan en su interior con las deliciosas huevas. Una vez recogidos unos cuantos erizos, pues cada vez escasean más, se suben a bordo y se depositan en un cubo. Armados con una tijera de cocina, se abren por la boca, clavando la tijera y cortando el erizo por la mitad, por su ecuador. Se tira la parte baja y con el mango de una cucharilla se limpia el interior dejando a la vista la estrella anaranjada que forman las huevas. Todo ello se limpia bien con agua de mar. Se van colocando los erizos abiertos sobre una fuente y se sirven al momento. Se comen con una cucharilla las huevas, acompañadas con un buen vino blanco muy frío y unas rebanaditas muy finas de pan tostado.
Ni que decir tiene que se deben extremar las precauciones para no pincharse con sus púas, tanto en el momento de recogerlos como en su preparación. Una vez acabada la elaboración, se baldeará bien la bañera para eliminar todas las púas. Y por supuesto, se debe ser muy consciente de su escasez, por lo que sólo se tomarán de aperitivo.