SM el Rey Don Juan Carlos se encuentra en Sanxenxo (Pontevedra) donde el pasado sábado 17 de octubre ha navegado por primera vez en el nuevo “Bribon” del armador José Cusí, un barco clásico de 11 metros adquirido hace aproximadamente un mes en Loviissa (Finlandia).
Mientras el “Bribon” y el “Acacia” ya están en los pantalanes del puerto de Sanxenxo desde el pasado martes, Don Juan Carlos llegaba poco antes del mediodía al Real Club Náutico. Allí le esperaban sus compañeros de tripulación Pedro Campos, Alberto Viejo, Roi Álvarez y Luis Saenz, entre otros.
El nuevo “Bribon”
Anteriormente llamado “Ian”, el nuevo barco del monarca es una embarcación clásica de la clase 6mR, en auge entre los años 20 y 40 y que fue incluso clase olímpica hasta los JJ.OO. de Helsinki 1952. Sólo existen unas 500 unidades en todo el planeta, de las cuales un centenar largo son competitivas o se han mantenido respetando los originales.
Un reencuentro después de 86 años
Este sábado en Sanxenxo se ha dado además una circunstancia muy especial y prácticamente insólita: dos barcos gemelos en activo –el “Acacia” y el “Bribon”- se han reencontrado después de 86 años separados.
Algo que no ha pasado por alto el mundo de la vela clásica, que destaca el hecho de haber logrado reunir a los dos barcos. “Nos han escrito y llamado de muchos países diciéndonos que quieren ver fotos de los barcos juntos porque es un gran acontecimiento dentro del ‘mundillo’ de los 6mR”, añade el armador del “Acacia”.
Ambos fueron diseñados por Gustaf Estlander, uno de los arquitectos navales escandinavos más exitosos del siglo XX. Una familia de Bilbao muy vinculada a la náutica durante generaciones, los Allende, le encargó el “Acacia” y Estlander “hizo los planos de ambos con la idea de quedarse con el ‘Ian’, pero al año siguiente falleció, por lo que nunca llegó a navegarlo”.
Tras ser construidos en 1929 en Gotemburgo, en el astillero sueco Abrahamsson & Son, sus vidas se separaron: uno vino directo a España y el otro se quedó en el norte de Europa.
Hasta la fecha, el antiguo “Ian” ha tenido, grosso modo, unos cinco propietarios, curiosamente el mismo número que su gemelo “Acacia”.
Su último armador fue el empresario finlandés Michael Cedercreutz, propietario del “Ian” desde hacía 11 años. “En los últimos tres años ya no navegaba. Lo puso a la venta por los motivos que fuesen pero cuando lo vendió lo hizo con lágrimas en los ojos; fue muy emotivo”, relata Mauricio Sánchez-Bella.
El componente emocional es probablemente uno de los factores que más diferencia a los barcos clásicos del resto. Y aquí siguen los paralelismos entre barcos gemelos: “La familia Cuyàs fue la armadora del ‘Acacia’ durante más años. Creía que éste se había hundido pero se enteraron por internet que lo habíamos reconstruido. Nos llamaron por teléfono y vinieron a Vigo a verlo porque era el barco con el que habían navegado de niños con su padre. Estaban muy emocionados”.