¿LUJO? ¿O BARCOS FABRICADOS DE FORMA MÁS ARTESANA?
Una reflexión sobre el lujo que ofrecen los cruceros de categoría este año. ¿Es lujoso un Hallberg Rassy? Para el jurado del EYOTY sí, pues está fabricado de forma más artesanal que un crucero de gran serie. Lo mismo va para el Italia 1398, crucero hecho a conciencia por un astillero que los construye de uno en uno. Quien busque el lujo derrochador en elegancia, lo encontrará en el Discovery 57 y el Amel 55. Y el lujo inglés de toda la vida, en el Southerly 47.
Carlos Serra. Fotos: Berthel Kolthoff/Carlos Serra
Amel 55
Para lujo, el que respira la magnífica ebanistería de nogal que decora este gran crucero. La unidad probada tenía un año y toda la madera brillaba como nueva. Lo mismo ocurría en las instalaciones, centradas en una fantástica sala de máquinas, que el equipo Amel incluye en este crucero de dos o tres camarotes y gran salón central.
El interior es mucho más amplio que en modelos anteriores y produce una sensación de hogar inmejorable. La bañera, protegida por parabrís y toldilla, parece una prolongación de la acomodación. En su puesto de gobierno hay electrónica y mandos para manejar velas, ancla y otras maniobras del barco.
Es pesado, y por tanto lento en ventolinas, pero con viento oceánico recorrerá casi 200 millas al día sin chistar. Y gracias a su desplazamiento tiene mucho volumen en sentina, algo que un crucero de larga distancia precisa obligatoriamente.
Discovery 57
Alto de francobordo, con una enorme superestructura y gran cantidad de brillantes herrajes en cubierta, el Discovery 57 no pasa desapercibido. Es ante todo un barco de viaje para armadores de poder adquisitivo, que eligen la marca británica por la calidad exclusiva y el servicio postventa que Discovery da. En cualquier lugar del mundo, el propietario sabe que tendrá la asistencia del astillero para cualquier avería. Tanto en cubierta como en los sistemas la casa elige siempre el material más fiable y de mayor garantía, sin importar el precio.
El salón central elevado proporciona a los pasajeros una gran visión del exterior, sea un fondeo o el océano libre. Los camarotes son grandes, bien equipados y lujosamente decorados.
El casco diseñado por Ron Holland navega con alegría, pese a su desplazamiento, gracias a un aparejo generoso. Sus dos ruedas colocadas en posición elevada permiten disfrutar del timón.
Italia Yachts 1398
Daba gusto ver navegar el Italia 1398 en la bahía de la Spezia. Su casco de proa vertical y casi invisible arrufo, terminado por un espejo de popa invertido, ofrecía una elegancia inusitada y se movía con fluidez, acelerando a la mínima racha.
La combinación entre el crucero elegante, el confort y la velocidad no es una ecuación fácil, y el equipo de este nuevo astillero italiano ha conseguido un gran éxito al cuadrarla.
El trabajo artesano del astillero destaca aun más en el interior, donde la teca con veta horizontal, los cantos redondos laminados y los contrastes blancos consiguen un ambiente marinero pero de diseño actual.
Práctico y bien pensado, contiene en su bañera todos los elementos de maniobra necesarios para la velocidad, barra de escota de mayor y dos ruedas con pedestal limpio incluidas.
Hallberg Rassy 412
Mientras está en puerto, el HR 42 se presenta como un crucero tradicional y seguro, con su bañera protegida por parabrís y su regala elevada. En el interior, la madera tradicional de las taquillas casi paneladas, la mesa de cartas laminada y los listoncillos del techo, también hablan de clasicismo y sabiduría marinera.
Izar las velas es descubrir una historia bien distinta. El casco diseñado por German Frers es estilizado, fino, casi extremo en sus pantoques y apéndices. El aparejo usa una cantidad de trapo espectacular. Ambas cosas combinadas dan un pura sangre de prestaciones muy excitantes. Tanto, que a veces es difícil de domesticar.
Hecho con la calidad y el rigor que acostumbra a usar el astillero sueco, es un barco para toda la vida. Que su diseño sea tan avanzado acaso le da todavía más perspectivas de futuro.
Southerly 47
Soplaba fuerte en Southampton, y el Southerly 47 se sentía allí a sus anchas. Sólido como una roca, fácil de controlar con sus dos palas de timón y sus ruedas bien coloadas, generoso en su acastillaje cuando se trataba de reducir trapo o controlarlo.
Se agradecía la cercanía de los bancos de bañera a la mesa, que servía de apoyo, y la facilidad para regular las escotas en los winches. El foque autovirante y la mayor con dos rizos aguantaban cualquier ventolera.
Seis mil kilos de lastre eran responsables de su estabilidad: 2000 en la quilla retráctil mediante un pistón hidráulico, casi 4000 en una zapata colocada en el vientre del casco. En su interior vimos un inteligente camarote de popa situado bajo la bañera y un salón elevado. La carpintería de teca era impecable, de acuerdo con las exigencias del cliente que sigue fiel al tradicional astillero inglés.