Atracar de proa al muelle es una maniobra más sencilla que hacerlo de popa, pues todas las embarcaciones maniobran mejor marcha avante.
Autor: Albert Puerto
Las embarcaciones de propulsión a vela poseen un timón bastante profundo, un importante detalle que nunca hay que olvidar al atracar. Si existe la posibilidad de rocas o de poco fondo, atracar de proa al muelle aleja el timón de las rocas del fondo. También se gana en intimidad, pues toda esa serie de paseantes que abundan en los puertos no se pararán a observar de qué están hablando, o simplemente para valorar el menú. Además, aunque se encuentre usted en el interior, el ángulo de visión desde tierra permite observar el interior desde el tambucho.
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Al atracar proa al muelle sí que se aprecia una cierta incomodidad en el momento de subir o bajar de la embarcación, cuestión que se soluciona con un buen diseño del balcón. A veces con balcones que se pueden abrir, o con balcones que ya llevan incluido un pequeño escalón para facilitar el paso. Pero repetimos, la cuestión más determinante es la presencia de rocas en el fondo. Un golpe en el timón puede acabar con sus plácidas vacaciones.
Este problema es menos acuciante en las embarcaciones a motor, pues los timones no tienen ni mucho menos el gran calado del timón de un velero. Además, las proas de los barcos a motor de cierto porte imposibilitan el trasiego del personal, pues son demasiado altas. Entonces no tienen más remedio que atracar de popa, a pesar de la incómoda exposición a la infinita curiosidad del paseante.