Después de dos meses explorando las islas Canarias, hemos establecido nuestra base en Las Palmas de Gran Canaria, listos para dar inicio al primer gran cruce oceánico. La emoción está a flor de piel mientras ajustamos los últimos detalles.
Autora: Carmen Dopico, Velero Forquilla
Las Canarias nos han cautivado profundamente. La calidez de su gente nos ha hecho sentir como en casa, acogidos de una manera muy especial. Tras dejar atrás Tenerife, con su espectacular mezcla de paisajes verdes y contrastes, navegamos hacia Fuerteventura. Su paisaje árido, de volcanes, dunas y playas interminables, nos ofreció una naturaleza indómita que contrastaba con el descanso que necesitábamos. Allí, entre acantilados y el constante soplo del viento, nos tomamos un momento para reflexionar sobre lo vivido y lo que está por venir.
Luego fondeamos en el islote de Lobos, donde pasamos dos días tranquilos recorriendo sus senderos, siempre pendientes de las mareas para desembarcar y para no quedarnos atrapados en tierra. De allí, continuamos a Lanzarote, una isla de ensueño donde los edificios blancos y pequeños destacan sobre el negro volcánico y el azul profundo del mar. Lanzarote, con su serenidad, nos brindó paz. Además, tuvimos la oportunidad de visitar el fascinante Museo Atlántico, el primer museo submarino de Europa, creado por Jason DeCaires Taylor. Sus esculturas, sumergidas en las profundidades, no solo invitan a la reflexión sobre temas contemporáneos, sino que también regeneran la vida marina.
Las navegaciones entre islas siempre las realizamos en el mejor momento posible, aunque suelen ser algo incómodas. Por eso, llegamos a Gran Canaria antes de lo planeado, con ganas de conocerla en medio de nuestros preparativos. Fue un día de navegación movida pero divertida; el viento alisio ya se hacía notar, empujándonos hacia lo que sería nuestra “casilla de salida”. Finalmente, llegamos a Las Palmas de Gran Canaria. Cuatro años de preparación, incertidumbres y mucho trabajo nos han traído hasta este punto: a las puertas del cruce del Atlántico. En los últimos meses, nuestra lista de tareas pendientes ha ido creciendo, pero ahora es momento de poner manos a la obra en un último mes de mucho trabajo.
Energía a bordo
Una de las grandes decisiones que tomamos recientemente fue la instalación de un aerogenerador a bordo. Aunque nuestras placas solares funcionan de maravilla y el sistema de baterías de litio nos resulta muy útil, en días nublados o cuando el consumo nocturno es elevado, dependíamos demasiado del generador o del alternador. Apostamos por una energía 100% renovable, descartando el hidrogenerador porque pasamos más tiempo fondeados que navegando y, en estas zonas ventosas, el aerogenerador parecía la mejor opción.
Agua y víveres
Otro desafío fue la estiba de botellas de agua. Aunque llevamos desalinizadora a bordo, siempre mantenemos una reserva de agua embotellada para que un recurso vital primario dependa de un aparato sensible que podría estropearse y que utilizamos para ir rellenando nuestras reservas. Al final, diseñamos un sistema con gomas que asegura firmemente las botellas bajo los bancos del salón, lo que ha resultado práctico y no interfiere con la vida diaria a bordo.
Instalamos también una red bajo el puente de popa para almacenar frutas y verduras, liberando espacio interior y manteniendo los alimentos frescos por más tiempo.
Seguridad, comunicaciones y orden
Añadimos un par de cámaras de seguridad, tanto en el interior como en el exterior, para mayor tranquilidad durante los fondeos y nuestras estancias en puertos. Este nos permite monitorear el barco en tiempo real.
También revisamos minuciosamente el barco varias veces, asegurándonos de que todo estuviera en condiciones óptimas. Cambiamos algunas poleas y cabos por precaución, y revisamos el equipo de seguridad. Aunque ya íbamos bien equipados, el Rally ARC+ exige algunas medidas adicionales que consideramos valiosas, como un segundo juego de luces de navegación en el tope del mástil y una radio VHF de respeto, con su antena y su cable.
A bordo, contamos con conexión a Internet mediante Starlink, pero llevamos también un teléfono satelital Iridium como respaldo en caso de fallos o situaciones de emergencia en las que tuviéramos que abandonar el barco, ya que es portátil. También hemos duplicado otros sistemas críticos: dos pilotos automáticos, un GPS portátil a pilas, dos VHF portátiles con baterías extra, y añadimos dos bombas de achique adicionales. Además, llevamos una vela mayor y un génova de respeto, junto con un tormentín con garruchos.
Hemos vuelto a surtir nuestros repuestos y hemos hecho un esquema de seguridad para tener claro dónde está cada cosa en caso de necesitarla. Hemos repasado todos los elementos clave y mantenemos conversaciones diarias sobre el cruce, la seguridad y la logística a bordo.
Ampliando la tripulación
Finalmente, decidimos incorporar a un nuevo tripulante: Xabi, un amigo con quien compartimos muchos momentos desde que cambiamos la jarcia. Su experiencia y entusiasmo por el cruce nos convencieron de que sería una gran incorporación, aligerando la carga para que los tres podamos disfrutar más de la travesía.
En medio de los preparativos, también hemos aprovechado para conocer Gran Canaria más a fondo y se ha convertido en el lugar en el que más tiempo hemos pasado en este viaje… Nos ha fascinado su cultura, sus paisajes y su historia. Hemos aprendido mucho sobre la vida y la economía local, y nos llevamos una impresión maravillosa de esta isla. Además, la calidad de los profesionales y la accesibilidad a piezas y servicios náuticos han sido notables, sin mencionar que los precios del amarre y el alquiler de coches nos resultaron bastante competitivos.
Tuvimos la oportunidad de visitar el Centro Espacial de Canarias, donde presenciamos de primera mano el proceso de seguimiento de las radiobalizas que se activan en situaciones de emergencia, y cómo se coordina el rescate de tripulaciones en peligro crítico. Fue una experiencia fascinante y nos brindó mucha tranquilidad de cara al cruce del Atlántico. También recorrimos la base de helicópteros de rescate contra incendios, lo que nos permitió comprender mejor la labor de estos profesionales y el enorme esfuerzo que implica su trabajo.
Durante nuestra estancia, hemos recibido visitas de familiares y amigos que nos han recargado de energía con ese calor tan necesario cuando se está lejos de casa. Sin duda, lo más difícil de este proyecto sigue siendo la distancia de los seres queridos, y estas visitas han sido un bálsamo.
Soltando amarras
Y ahora sí, el 10 de noviembre a las 13.00 h, zarpamos junto con los otros 95 barcos de la flota ARC+ (39 de ellos menores) desde Marina Las Palmas, rumbo a Mindelo, Cabo Verde. Se espera que esta primera travesía dure entre cuatro y seis días. El 22 de noviembre volveremos a iniciar camino hacia la isla de Granada, en el Caribe, en una travesía estimada de entre 12 y 15 días.
La verdad es que siempre pensé que estaría más nerviosa en este momento, pero, sorprendentemente, me siento en paz. Claro, hay respeto y, por momentos, miedo. Pero la verdadera belleza de la vida está en hacer realidad nuestros sueños, en la libertad de elegir cómo vivir cada día. No hemos dejado que el miedo nos paralice, y ahora no será diferente. Estamos aquí, a punto de cruzar un océano, juntos. Y cuando tienes la mano adecuada a tu lado, lo que parece inmenso se vuelve pequeño, y esa paz disipa los miedos.
¡Seguiremos informando!
No te pierdas el resto de artículos de Carmen donde nos ha ido explicando esta gran aventura: