Texto: Diego Yriarte
Fotos: James Tolimson, Diego Yriarte
El navegante catalán participa en su segunda Mini Transat con un barco de última tecnología que conoce palmo a palmo por haber participado del diseño y la construcción con la inmensa ilusión de dedicar su vida a la navegación oceánica.
Carlos Manera tiene 24 años, viene de familia de pescadores de Port de la Selva, Girona, y dice que la sal corre por sus venas con la misma certeza, como que su profesión es “Navegador oceánico”. Lo tiene claro desde pequeño, el mar le atrae en todos los sentidos. Desde los 12 que empezó a navegar en windsurf, hasta que descubrió que podía navegar todo el año, en equipo o en solitario y aquí sigue. Se define como persona curiosa que quiere aprender de todo y hace todo para prender. Estudió Ingeniería Náutica y Transporte Marítimo en Barcelona, pero dice: “La vela oceánica es el aprendizaje máximo, infinito, y esa es mi motivación”.
Aprendió a navegar en Optimist en el Club Náutico Port de la Selva, al que hoy representa, de la mano de un navegante oceánico, Gerard Marín. Quizá por eso pocos años más tarde fue él mismo quien le inició en la Clase Mini. Cuando Carlos Manera visitó el IMOCA 60 con el que Gerard Marín participó en la Barcelona World Race, decidió que quería ser “Navegador oceánico”.
Las 4.050 millas
La Mini Transat es una regata mítica para navegantes del mundo entero: es la puerta de la navegación oceánica. Se trata de cruzar el Atlántico con un barco de 6,50 metros de eslora, en solitario, sin comunicación con tierra y sin cartas electrónicas.
Carlos tuvo su primera participación en la Mini Transat en septiembre de 2021. Fue con un barco de serie con el cual realizó una muy buena primera etapa y en la segunda un error táctico lo dejó en la mitad de la flota. En mitad de una flota limitada a 90 barcos que se considera un éxito, ya no solo cruzar la línea de meta, sino llegar a cruzar la línea de salida. Según Carlos: “Básicamente, la Mini es una prueba psicológica muy dura; muy, muy dura… en la que no hay escapatoria, no hay estímulos, no hay distracciones, eres tú y el barco y hay que llegar al otro lado lo más rápido posible”.
Por supuesto que duermen…
“De la anterior Mini he aprendido muchas cosas, psicológicamente he aprendido mucho a vivir conmigo. Esa presión, tensión soledad… creo que es lo más duro de la primer Mini Transat. Sin estímulos, sin distracciones sin comunicación… desde que hemos nacido nunca hemos estado en esa situación, 15 días aislado de la sociedad sin distracciones. En el día a día cuando tenemos un problema, nos encontramos mal, tenemos mil distracciones y siempre podemos sacar el móvil y llamar a alguien. Puedo llamar a mi madre, a un amigo que me de otro punto de vista, una perspectiva diferente, pero cuando estás en esa condición, solo, solo, solo, aislado sin comunicación y en el medio del océano, contigo, no hay ninguna de esas posibilidades por lo que tienes que saber dominar bien tu cabeza, tu estado de ánimo, tu energía y ese es el gran aprendizaje.”
La música es una gran compañera de los navegantes oceánicos, salvo en los momentos de tensión en los que hasta los oídos son necesarios para llevar el timón. Pero también son válidos los podcasts de humor, para romper en risas ante la inmensidad y por supuesto la voz de las personas queridas: “Una cosa de la última Mini Transat que me gustó mucho es que mi familia me dio un mp3 con audios de las personas más cercanas para que los escuchase en medio del Atlántico. Eso para mí fue una potencia moral muy fuerte. En esos momentos de tormenta chubasco, roturas, cuando llevas dos días sin dormir, en ese momento escuchas a esa gente y piensas, ¡sí, estoy haciendo lo que me gusta! Pienso en esas personas que miran el tracker para ver cómo vas y esa energía, parece raro, es una conexión muy mística, pero esa energía te llega, da una fuerza increíble. Y otra cosa que me gusta es bailar, me alegra, me llena, pongo música y bailo sobre el océano”
El nuevo barco
A grandes rasgos la Mini tiene dos categorías, los barcos de serie (fabricados de un mismo molde) y los prototipos (barcos únicos altamente tecnológicos). En su primera Mini, Carlos participó con un barco de serie. El proceso de conocer el barco y realizar las exigentes regatas y navegaciones clasificatorias lleva aproximadamente dos años: “Haces un proceso de dos años, y te encuentras cruzando el océano. Llegas, te encuentras a tu familia y te das cuenta lo que es la vida sin esa presión de mejorar, esa obligación… Se ha acabado, la Mini Transat se ha acabado, se ha acabado tu vida de proyecto Mini Transat… ¡Es un vacío enorme! Y yo salí de ese vacío y de inmediato me metí en la fase de diseño y construcción del barco nuevo. Llegué a Guadalupe el 17 de noviembre de 2021 y el 10 de diciembre me reuní con Sam Manuard para diseñar el barco y entré en modo competición Mini Transat 2023, pensando qué es lo que puedo hacer para llegar a la línea de salida en la mejor forma posible”.
El nuevo barco se construyó en el astillero Sinergia Racing Group, en Cartagena, Murcia. Es un Prototipo de Mini 650, de fibra de carbono, construido con moldes de control numérico hembra para casco y cubierta. El casco fue construido en cuatro pasos, dos infusiones, pegado al núcleo y componentes como foils y quilla en fibra de carbono prepreg (pre-impregnada en resina). Es un barco construido con una amplia diversidad de técnicas. El barco se podría describir como un mini-IMOCA, porque tiene todo lo que tiene un IMOCA o más, pero a pequeña escala. Tiene foils, derivas, quilla pendular, timones elevables, mástil pivotante… Es un barco muy muy complejo, uno de los más complejos para navegar de los que hay actualmente. No es el más complejo, pero está en el top 3 de complejidad de navegación. También es un barco con una filosofía muy polivalente, no es radical y la premisa, la filosofía de navegación, es no volar completamente. Con la configuración de quilla y foils se pretende reducir la superficie mojada, levantar la proa para poder tener un mejor paso de ola y planear antes que los demás. “Un concepto que choca de mi barco es que tiene foils, pero no son para volar, son para dar estabilidad y levantar la proa. Lo mismo que la quilla a la cual le hemos dado unos grados de caída que cuando la subes a barlovento, pasa a tener un efecto de foil, genera “lift”. En pocas palabras: la quilla levanta el barco, pero lo contra escora, mientras que el foil genera una fuerza que escora por lo que la resultante es levantar la proa, elevar todo el barco (saca la proa del agua casi hasta la quilla y a veces un poco más) sin que llegue a volar. Y ese equilibrio entre la quilla y el foil es el que genera mucha velocidad, en combinación con una construcción muy ligera —el desplazamiento del barco en rosca es de 690 kilos— y una alta relación peso potencia”.
La clave de todo esto es que el barco tiene más estabilidad porque el foil genera más par adrizante. En el inicio, el barco escora ligeramente y aumenta la velocidad, por consiguiente, aumenta el viento aparente. Al aumentar el viento aparente aumenta más la velocidad y el foil aumenta la estabilidad. Hasta el momento, después de tres meses de pruebas de navegación, el barco tiene su récord de velocidad en 22 nudos, navegando con una intensidad de viento real de 18 nudos, con un ángulo aparente del 142°, lo cual fue un descubrimiento que no estaba considerado porque no pensaban que el barco pudiera seguir montado en el foil en un rumbo tan abierto: “Lo sorprendente de navegar en popa con foils es que es necesario orzar para generar tu propio viento aparente. Pero cuando comienzas a ir encima del foil y la quilla, el aparente se pone muy de proa; por lo tanto, puedes caer más porque llevas tanta velocidad que el viento aparente puede estar en 80°, entonces estás yendo a un viento real de 145° pero tu aparente está en 70 u 80°”.
Evidentemente esta situación es la más preciada en una regata como la Mini Transat, que es una regata de vientos portantes donde lo más importante es poder caer sin perder velocidad.
“El barco, a nivel de emociones, es algo de alucine, porque genera una situación de aceleración y potencia que parece infinita. Comienza a acelerar a cabalgar y parece que vas a chocar con la siguiente ola, pero no chocas porque en realidad ya vas por sobre las olas, se acelera más y sale más del agua y vuela más. Entonces es esa sensación de adrenalina pura, un poco de descontrol porque aún estamos averiguando los límites. Está todo bajo control, pero como no sabes dónde está el límite en realidad está descontrolado. Es una emoción muy fuerte”.
Carlos mira el barco como su propia creación, ha salido de sus manos, desde el papel, al ordenador y cientos de horas de construcción en las que ha participado activamente. “Cuando ves que el barco tiene ese potencial tan grande, asusta y da un poco de miedo, cada vez me voy acostumbrando más. Los primeros días fueron una locura y ahora, que ya tenemos el vuelo controlado, sigue dando una adrenalina increíble, pero ya acostumbrado. Pero aún no cabe en mi cabeza el descansar a semejante velocidad. Yo vengo de un barco lento, un Mini de serie donde ya es difícil dormir, pero dormir foileando… Aunque cada vez le voy tomando más confianza y somos más uno, cada milla”.
Sam Manuard es uno de los mejores diseñadores de barcos oceánicos del momento y fue muy difícil optar entre foilear al 100% o solo planear, pero desde el inicio coincidieron en una forma, una filosofía de navegar, en la idea de un barco muy polivalente pero que tenga ese extra de los foils que sea un acelerador en ciertas condiciones y que sea un barco de velocidad media buena y fácil de llevar… aunque esta parte aún no está del todo resuelta.
“La personalización ha estado en todo momento, ha sido un trabajo conjunto en el que, evidentemente, el diseño es de Sam, pero yo he aportado mis ideas y mi filosofía, es un one design para mí y para mi filosofía de navegar”.
El proyecto cuenta con un alto porcentaje de producción local formado por un equipo de grandes profesionales, un astillero que ha utilizado técnicas de última generación, las mismas que se utilizan en la Copa América. “Era mi proyecto el poder participar de todo el proceso desde el desarrollo, diseño y construcción. He estado rodeado principalmente por mi familia que me ha dado soporte incondicional. Mi hermana, que también es navegante, ha dedicado conmigo todo este tiempo de creación y construcción del barco. Ha estado casi desde primer momento conmigo y eso se convierte en un proyecto familiar y me ha dado mucha energía a mí, pero el barco es el niño mimado de la familia. Mis padres han hecho un gran soporte económico que hizo esto posible, pero mi padre también me acompañó en la estrategia y mi madre, psicóloga, me ha ayudado con la preparación psicológica. Poder crear mi propio barco y poder competir con él es un momento muy dulce un sueño hecho realidad”.
Futuro próximo y no tanto
Ahora comienza el período de regatas previas en el Atlántico francés, con la Plastimo Lorient Mini, la Mini en Mai, la Mini Fastnet, la Puru Transgascogne para tener el barco listo, en el mes de septiembre, para el gran salto, la Mini Transat. “Me veo en los siguientes años continuando en la navegación oceánica, pero no sé si haría otra Mini y no lo puedo saber. Los proyectos de Mini Transat son muy exigentes, ya voy por el segundo y salen muy caros a nivel de salud, bueno a todos los niveles. Pero, me gustaría involucrarme en otros proyectos, Class 40, IMOCA… mi futuro está en la vela Oceánica 100%. Después del Mini tienes un impasse, el salto natural sería a Class 40, pero también está la opción del Figaro”.
El hecho de tener el barco construido y que pronto comience a dar resultados potencia las posibilidades de conseguir un patrocinio, posiblemente la singladura más difícil de todo navegante para lo cual invitamos a visitar su página web www.carlosmanera.com .
Por el momento acompañaremos a Carlos desde el seguimiento online de cada regata. Llegará el momento de la salida de la Mini Transat y no estará tan solo, tendrá ese particular silencio de radio que caracteriza a esta regata, un silencio meditativo intrínseco que seguramente es parte del atractivo de escoger como profesión ser “Navegador oceánico”.