Las aguas de Marbella brillaron con glamur y espectáculo deportivo durante la tercera etapa de la E1 Series. Literalmente miles de espectadores asistieron a Cívitas Puerto Banús para presenciar cómo las olas pusieron límite al vuelo de las embarcaciones. En esta “salsa” el equipo de Marc Anthony fue el que marcó el ritmo y se llevó la victoria.
Autor: Diego Yriarte
Después de competir en aguas interiores en Jeddah, Arabia Saudí, y Venecia, Italia, la flota de RaceBirds migró al mar. El conglomerado de glamour y tecnología de la E1 Series se trasladó a principios de junio a Cívitas Puerto Banús, Marbella, el lugar donde más brilla el lujo en la Costa del Sol.
Un importante acompañamiento mediático propició otro reto, enfrentarse por primera vez al gran público. Alrededor de 10.000 personas visitaron el recinto durante el fin de semana. A diferencia de los eventos anteriores, las autoridades del puerto decidieron abrir las puertas y convocar al público a ver las carreras de forma gratuita.
Desde la playa se podía ver una buena parte del recorrido y desde la escollera de levante se podía ver todo el recorrido que ocupó desde la bocana del puerto, hasta delante de la playa. En la misma playa, dentro de la Fun Zone la gente vibraba delante de una pantalla gigante que ofrecía espectaculares planos aéreos, del interior del los barcos… acompañados de una locución trepidante. Todo mucho más tecnológico que los 38,5 nudos de máxima que pudieron lograr en las agitadas aguas.
Peores condiciones, mayores emociones
No fue un vendaval, ni mucho menos, pero el viento del ESE de no más de 15 nudos fue suficiente como para arbolar un poco de ola que, al rebotar con el espigón, provocaba un escarceo que rompía el orden natural del oleaje. Cualquier embarcación de una eslora similar, siete metros, se hubiera sentido incómoda en estas condiciones, más aún una equipada con foils. Pero ese fue el precio a pagar por acercar el circuito a tierra, a los espectadores.
Aunque los 150 kW de motor eléctrico de Mercury Racing con la batería Kriesel de 35 Kwh son suficientes para unas carreras de poco más de ocho minutos… para los pilotos se iban a hacer muy largos.
Los equipos tuvieron la oportunidad de navegar el viernes y ya notaron que tenían por delante dos jornadas complicadas. Desde los mandos de los E1 es posible controlar el trim y la altura del motor y la máxima velocidad se obtiene cuando la hélice está más cerca de la superficie. Si la altura de la ola es superior a la distancia entre el eje y el casco es casi imposible mantener un vuelo constante.
¡Clasifíquese quién pueda!
El sábado por la mañana se respiraba a paddock de F1. El palco VIP, con vistas hacia el circuito y hacia el muelle flotante inflable, en el que recuperaban energía los RaceBird y donde se sucedieron infinitos selfies desde primera hora hasta caer el sol, fue el epicentro de la fiesta, el lugar deseado. Hasta allí llegaban las estrellas del evento en un Buggy eléctrico, acorde con el espíritu sostenible del acontecimiento.
La salida, como en las regatas de vela, fue lo más complicado. Se trata de una cuenta atrás en la que hay que llegar a la línea de salida con la mayor velocidad posible y en el momento exacto, justo cuando la cuenta atrás acaba. Los rociones dificultaron la visibilidad de los perseguidores, haciendo imposible adivinar la ola. Y ese fue el momento de mayor espectáculo. Cada pantocazo, cada clavada en la ola que elevaba espectaculares rociones era acompañada por una ovación del público, que escogía a sus favoritos por colores.
Desde la misma salida, el Team Rafa, fue adoptado como local por el público, que rugió con un largo “¡Uuuuh…!” cuando la proa voló en pedazos que sobresalían entre la explosión de agua. A pesar del buen papel, el abandono resultó inevitable.
Del asfalto a las olas
Acabada la ronda clasificatoria Dani Clos, del equipo de Sergio Pérez (piloto de F1) y Lucas Ordóñez (también piloto de automovilismo) del Westbrock Racing, propiedad de actor Will Smith, se acercaron a la sala de prensa a hacer declaraciones a los medios. Ambos coincidieron en que fue la condición más dura en la que han navegado hasta ahora.
Mayor afluencia de público
Si el sábado había sido un éxito de participación, el domingo aún más. El exclusivo Ocean Club recibió al público de bikini y bañador que, inmune al sol, hizo cola para acceder al muelle y hacer visera con la mano para mejorar la visión del espectáculo. Sol y salitre le pusieron brillo a una jornada complicada en la que dos embarcaciones más se dejaron el morro en una ola, el Team Brazil y el Team Blue Rising que quedaron fuera, mientras que a la esperanza española, Lucas Ordóñez, la seguridad de su sistema le jugó una mala pasada. Ante el violento oleaje el sistema de seguridad del barco desconectó la energía como si se hubiera estrellado. Por suerte, pudo ponerlo en marcha nuevamente para cruzar la línea de meta en segundo lugar.
La noche anterior Marc Anthony se lució en un concierto en Marbella y parece que inspiró a su tripulación, Anna Glennon y Erik Stark, del Team Miami, que lograron bailar al ritmo de las olas y cruzar la meta en primer lugar, llevándose con ello una importante victoria que les sitúa en la cima del campeonato mundial de la especialidad que cuenta con el soporte de la Union Internationale Motonautique.
Desde el consejero delegado de Cívitas Puerto Banús, Juan Núñez Insausti, a la alcaldesa de Marbella, María Ángeles Muñoz, todos han realizado un inmenso esfuerzo para demostrar que están a la altura para recibir y organizar un evento de esta categoría, en el que intervienen mucho más que barcos y boyas. ¡Esperamos qué se repita!
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