El efecto acordeón representa una fluctuación que, trasladada a la economía, encuentra su representación en la subida y bajada en la actividad de los mercados. Está claro que la náutica es sensible a estas variaciones, pero mantiene esa estropada que le permite navegar entre crisis.
Acabamos de visitar el Cannes Yachting Festival, considerado por las marcas europeas como el más importante del Mediterráneo y en el que se expusieron 700 barcos de los cuales 120 eran nuevos. La muestra ocupó dos puertos, Vieux Port y Port Canto, y las embarcaciones que conectaban un puerto y otro no pararon prácticamente un instante. La afluencia de público, 55.000 personas de 130 países, no nos hace pensar que estemos pasando malas épocas, pero sí que se nota una cierta cautela.
Lo hemos notado en nuestra participación como jueces del EYOTY y EPOTY. En particular en la vela, los astilleros han ralentizado la producción de nuevos modelos porque es necesario vender los que están en línea de producción. Habrá que esperar al Boot Düsseldorf para saber los resultados y también para ver más claro el balance del 2024.
Es una señal de cautela, pero también puede ser una forma de tomar impulso, como sabemos que está haciendo el Salón Náutico de Barcelona para sorprendernos de aquí a un año. Es una buena oportunidad para tomar un respiro y volver con fuerzas renovadas para recuperar esa “internacionalidad” que siempre tuvo, una oportunidad para volver a enamorar a quien lo visita y a quien expone.
Mientras tanto, ese sitio que ocupó el Salón Náutico de Barcelona lo ocupa en espacio
y tiempo la celebración de la Copa América. Centenares de fans pueden ver las regatas en pantalla gigante en la Playa de Bogatell o en la Barceloneta; también se pueden ver en directo, pero no es fácil de entender, y la “pantallitis” que vive nuestra sociedad exige ver los eventos deportivos desde un sofá con más información que los propios competidores.
Hemos tenido oportunidad de estar en el campo de regatas en una de las dos embarcaciones oficiales para fotógrafos y, aun así, la acción sucede muy lejos. Durante la pre-regata los competidores suelen acercarse más a los límites y pasar al lado de los dos barcos para fotógrafos y la sensación es impresionante, el sonido que producen y la relación entre viento real y la velocidad del barco es indiscutiblemente un salto tecnológico de gigante. Quizás tengamos muchas ediciones más con estos barcos, pero todo nos lleva a pensar hacia qué tipo de barco puede evolucionar el modelo actual o cuáles de estos avances veremos llegar a los barcos de crucero.
Por el momento, al cierre de esta edición jóvenes y mujeres competían por primera vez con los AC 40, con un buen desempeño de la tripulación española, que logró pasar a semifinales. Por su parte, los AC75, Luna Rossa–Prada Pirelli e Ineos Britannia, se debatían para ver quién es el mejor de los Challengers, y quién está más capacitado para enfrentarse al defensor de la Copa, el Emirates Team New Zeland. El enfrentamiento final de la America’s Cup será antes de que acabe octubre. Y esto también habrá acabado… ¡Qué ritmo que llevamos!
Autor: Diego Yriarte, Redactor Jefe Náutica y Yates Magazine
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