Neuschäfer es la primera mujer que dobla el cabo de Hornos liderando una vuelta al mundo en solitario.
El británico Curwen rompe el piloto de viento y pierde toda esperanza de ganar la regata que ha encabezado durante cinco meses.
Pocos contaban con ella en la salida de la Golden Globe Race. Sin embargo, la sudafricana Kirsten Neuschäfer se ha convertido en la gran figura de esta vuelta al mundo en solitario, sin escalas y con la tecnología de hace medio siglo (es decir, sin GPS ni conexiones internet). La patrona del Minnehaha se ha destapado en el Gran Sur (empezó a adelantar rivales en cuanto se acercó a las rugientes cuarenta en el Atlántico Sur, pese a recorrer más millas que los demás) y se ha convertido en la primera mujer que dobla el cabo de Hornos en cabeza de una circunnavegación en solitario.
Pero no solo ha sorprendido su rápida cabalgada por el océano Austral. En el océano Índico llamó la atención la forma impecable con que rescató a Tapio Lehtinen tras su naufragio, y después lo depositó en su balsa salvavidas junto al mercante M.V. Darya Gayatri, que había acudido en su ayuda.
Limpiar el casco en el Pacífico Sur
A su llegada a Hobart pudo apreciarse también su original técnica de navegar con dos génovas atangonados; y ya en el Pacífico no dudó en pasar ¡ocho horas! sumergida en las heladas aguas del océano a lo largo de tres días para librarse de los caracolillos que habían crecido en la obra viva de su Minnehaha y que estaban frenando su avance. No era la primera vez que se zambullía para librarse de los caracolillos: había limpiado un lado del casco fondeada en Ciudad del Cabo y la otra mitad en el Índico. Tras esta tercera operación limpieza, volvió a cabalgar a favor de los vientos del Oeste y dejó de perder millas sobre el entonces líder, Simon Curwen.
La amenaza del indio Tomy
Pese a su dominio en el océano Austral, la sudafricana aún no puede, sin embargo, cantar victoria. En el momento de cerrar esta edición, todavía no había cruzado el Ecuador y tenía por delante una larguísima ceñida contra los alisios del Atlántico Norte antes de encontrar los vientos de poniente que la lleven de vuelta a Les Sables d’Olonne. Muchas millas para un barco que sin duda nota la fatiga del material; de hecho, su bauprés está dañado y Neuschhäfer tendrá que ir con mucho cuidado para que no le provoque una avería más grave.
El indio Abhilash Tomy puede además amenazar seriamente su liderazgo en la larga subida del Atlántico, pues su barco ciñe mejor que el Minnehaha. Tras doblar el cabo de Hornos siguió una ruta más cercana a la ortodrómica que la sudafricana. Si bien al principio esto le permitió recortar su desventaja, la estrategia de Neuschäfer de seguir las recomendaciones del clásico “Sailing passages for the world” (el libro de referencia que recoge las mejores ruta a vela, de acuerdo con la experiencia de los grandes veleros de los siglos XVIII y XIX) parece haberle permitido consolidar su liderazgo.
Esta es la segunda vez que Tomy participa en la Golden Globe Race. Hace cuatro años sufrió graves lesiones cuando su Thuriya (una réplica del Suhaili de Robin Konox-Johnston) volcó en pleno océano Índico y el mástil se rompió. Su rescate fue una complicada operación de salvamento en la que participaron los gobiernos indio y francés. No pudo andar durante varios años. Pero tras someterse a diversas operaciones y a una larga rehabilitación, ha podido volver a la vida activa y a navegar.
Las secuelas de su accidente se han puesto también de relieve en esta vuelta al mundo, cuando se reprodujeron su dolor de espalda y sus dificultades para mover las piernas tras 12 horas de llevar la caña durante un temporal. Pero estos problemas no son suficientes para frenar a este oficial de la marina india, que ya tiene una vuelta al mundo en solitario sin escalas a sus espaldas.
La gran frustración
El gran perjudicado del Pacífico Sur ha sido Simon Curwen. Tras encabezar la flota durante cinco meses (desde la altura de Finisterre hasta apenas 1.200 millas al noroeste del cabo de Hornos) este británico vio esfumarse toda posibilidad de acabar la regata sin tocar tierra cuando una ola le partió el piloto de viento. Había renunciado a embarcar una pala de repuesto para ahorrar peso y con los medios de a bordo era imposible reparar la avería.
Durante varios días intentó diversos sistemas para que su Clara pudiera mantener un rumbo aproximado al que quería. Pero al final tuvo que rendirse a la evidencia de que solo lo conseguía con vientos del través o a proa del través: “He probado todo tipo de opciones para que el barco avanzara con viento portante, pero se niega a hacerlo. Ayer estaba optimista con el viento del sudoeste (que le permitía ir al través), pero ahora no consigo que vaya en la dirección adecuada. Tengo que pensar en la seguridad: aparte del riesgo que el barco y yo podamos correr, también hay que pensar en el riesgo potencial de cualquier persona que tuviera que venir a rescatarme.”
Con el alma en pena, Curwen se dirigió hacia Puerto Montt (Chile) donde pudo reemplazar la pieza rota y vio cómo se esfumaba su ventaja de 1.000 millas sobre Neuschäfer, su más inmediata perseguidora. Después siguió su vuelta al mundo, pero ya en lo que la organización denomina la clase Chichester, reservada a quienes intentan completar la circunnavegación en solitario con una sola escala, como hiciera Francis Chichester en 1966 en su periplo Plymouth-Sydney-Londres.
Pese a esta frustración, en su reincorporación a la vuelta al mundo Curwen ha seguido haciendo gala de su extraordinario sentido de la navegación. Con una estrategia diametralmente opuesta a la de Neuschäfer (el británico suele optar por rutas más directas), ha superado ya al austríaco Michael Guggenberger (tercero en la clasificación) y de mantener este ritmo podría incluso adelantar a Tomy antes de la llegada, aunque sea fuera de competición.
Solo cuatro siguen en regata
De los 16 participantes que partieron de Les Sables d’Olonne el pasado 4 de setiembre, solo cuatro siguen en regata, además de otros dos que están navegando en la clase Chichester. En el momento de cerrar esta edición, cinco habían conseguido doblar el cabo de Hornos, mientras Ian-Herbert Jones aún batallaba en el Pacífico Sur.