Un participante es rescatado de su balsa salvavidas tras hundirse el barco en pocos minutos
A mitad de recorrido solo permanecen en regata 6 de los 16 navegantes
La tragedia bordeó la Golden Globe Race, la vuelta al mundo en solitario, sin escalas, sin GPS y en barcos de menos de 11 metros. Cuando aún no había navegado una cuarta parte del Índico Sur, el Asteria de Tapio Lehtinen se hundió en unos minutos por una enorme vía de agua. El navegante tuvo que saltar a la balsa salvavidas, de donde lo rescató su rival sudafricana, Kirsten Neuschäfer. El finlandés no se explica qué pudo causar el naufragio, pues navegaba en condiciones relativamente tranquilas y no apreció ningún choque ni avería a bordo (ver reportaje más abajo).
Si bien los primeros participantes de la Golden Globe Race no han sufrido este año la dureza de que suele hacer gala el Índico Sur (“no ha sido tan duro como suele ser; en ningún momento he tenido vientos de más de 35 nudos, 40 en las rachas”, declaró el líder, Simon Curwen a su paso por Tasmania), los más rezagados sí han conocido la fiereza de este océano, con vientos de hasta 55 nudos y olas de más de siete metros. Cuando aún queda más de media vuelta al mundo por recorrer, tan solo seis de los 16 regatistas que zarparon de Les Sables d’Olonne a principios de septiembre siguen en la competición. Las retiradas se han debido, en la mayor parte de los casos, a averías que no se podían solucionar con los medios de a bordo.
Destaca el caso del norteamericano Elliot Smith, que reparó su bauprés por sus propios medios mientras estaba fondeado en Sudáfrica. Sin embargo, pocos días después volvió a romper y está navegando con precauciones suplementarias —trinqueta y rizos en la mayor— hacia Fremantle (Australia), donde terminará su aventura en esta Golden Globe.
Líder sólido
El británico Curwen está liderando la flota desde su paso por Finisterre y tan solo ha visto amenazada su ventaja al quedar atrapado por un enorme anticiclón al sur de Australia, donde quedó prácticamente parado durante más de dos días. Sin embargo, poco después recuperó las millas perdidas y en el momento de cerrar esta edición sus inmediatos perseguidores se encontraban a más de 700 millas.
Segunda esa, que está recuperando posiciones después de un inicio bastante flojo en el golfo de Vizcaya. Es la única mujer participante, la más rápida y la que está recorriendo más millas. En Hobart fue líder virtual gracias a la compensación de 35 horas otorgada por la organización por haberse desviado de su ruta para socorrer a Lehtinen, pues zarpó de Tasmania tan solo 29 horas y media después de Curwen. Sin embargo, el británico pronto recuperó su ventaja gracias a una mejor meteorología entre Australia y Nueva Zelanda.
La sudafricana es sin duda una de las grandes sorpresas de esta Golden Globe. “Es muy estratégica en sus opciones”, explica el director de la regata, Sébastien Delasnerie. “Su barco también es más rápido que el de Simon. Conoce perfectamente el trayecto entre Sudáfrica y Australia, pues ha hecho muchos transportes entre estos países. Y ostenta el récord de millas recorridas en 24 horas, con 219. Zarpó de Les Sables d’Olonne con una carta de las corrientes oceánicas, cuya posición varía según las corrientes; pero cuando se encuentran, pueden suponer hasta 3 nudos. Y en 24 horas esto significa 72 millas recorridas de más…”
Precisamente al paso de la sudafricana por Tasmania pudo verse una sorprendente combinación vélica a bordo de su Minnehaha: dos génovas gemelos con el puño de escota muy alto (como si se tratara de dos yankees) en el mismo enrollador. En popa Neuschäfer atangona uno mientras el otro trabaja a sotavento; en los otros rumbos, los dos génovas van pegados, como si se tratara de la mayor de doble piel usada en los actuales copa américa.
Fondeada en la bahía de Hobart durante un par de horas, como marcan las normas de la Golden Globe, Neuschäfer recordó su rescate de Lehtinen, de quien destacó sobre todo su confianza en ser rescatado y su actitud positiva en todo momento.
Fuera ya de competición, dentro de la categoría Chichester (para quienes efectúan una parada en tierra) navega el británico Guy Waites, quien persiste en su intento de terminar la vuelta al mundo en solitario, aunque sea con una escala. Sin embargo, se prevé que no podrá doblar el cabo de Hornos hasta iniciado el otoño austral.
Naufragio con final feliz
Naufragar en alta mar es, junto con caer al agua, el mayor de los peligros que acechan a los navegantes oceánicos. Afortunadamente, las nuevas tecnologías incrementan las posibilidades de supervivencia, si tenemos la precaución de implementarlas a bordo y en las balsas salvavidas antes de soltar amarras.
Los organizadores de regatas de altura lo saben y por esto las medidas de seguridad son un aspecto fundamental en las revisiones antes de las salidas de estas competiciones. Estas rutinas están en la base del salvamento de algunos náufragos en regatas oceánicas en el último año.
Uno de los más difíciles fue sin duda el rescate del finlandés Tapio Lehtinen en medio del Índico Sur cuando una enorme vía de agua dejó su Asteria completamente inundado en apenas cinco minutos. Veinte minutos después el barco se hundía irremisiblemente. Apenas 24 horas más tarde, el finlandés —que ya había completado la Golden Globe Race de hace cuatro años— había sido rescatado, primero por la sudafricana Kirsten Neuschäfer y después por el mercante M/V Darya Gayatri. El final feliz de la operación de rescate se debe, en buena parte, a las previsiones antes de zarpar.
Veamos la película de los hechos. Lehtinen dormía y al despertarse vio sorprendido que su barco se estaba hundiendo: en la cabina el agua le llegaba a la rodilla y el nivel seguía subiendo como si un río entrara a bordo desde la zona del motor. Inmediatamente preparó la balsa salvavidas, se puso el traje de supervivencia y sacó a cubierta la bolsa de comunicaciones de emergencia exigida por la organización. Sin embargo, el nudo que unía la balsa al barco se soltó y la balsa empezó a alejarse.
No tuvo más remedio que lanzarse al agua para meterse en la balsa, que ya estaba a tres metros del barco. Mientras, el EPIRB de a bordo se disparó automáticamente en contacto con el agua, pero dejó de emitir al cabo de 20 minutos, cuando el barco se hundió en el océano.
Más material de seguridad
Afortunadamente, entre el material exigido en la balsa salvavidas figuraban una radiobaliza personal de emergencia, así como una radio VHF con posicionamiento GPS; y en la bolsa de comunicaciones de emergencia había un teléfono satelital (que se estropeó al saltar al agua) y una baliza rastreadora por satélite, que permite la trasmisión de textos cortos.
Estos dos aparatos fueron la base de la operación de rescate, coordinada por el Centro de Cooperación de Salvamento Marítimo de Sudáfrica y la organización de la Golden Globe Race. Durante un par de horas (hasta que Lehtinen prendió estos aparatos), se había recibido la señal del EPIRB del barco, que dejó de transmitir a los 20 minutos. Se asumió entonces que el velero se había hundido. Quedaba la esperanza de que su patrón hubiera podido saltar a la balsa salvavidas.
Esta esperanza se confirmó al recibirse la señal de la baliza de emergencia personal. Inmediatamente se pidió a Neuschäfer y Abhilash Tomy (los regatistas más cercanos al náufrago) que se desviaran hacia Lehtinen, mientras se solicitaba a un mercante que navegaba por la zona que hiciera lo mismo.
Menos de 24 horas después del naufragio el finlandés estaba a bordo del Minnehaha, desde el que, poco después, fue transferido al M/V Darya Gayatri.
“Sé, por experiencia propia durante más de 30 años, que cuando todo va mal, puedes no tener posibilidad de coger la bolsa de emergencia; por tanto, lo único que te queda es lo que hay en la balsa salvavidas”, explica el organizador de la GGR, Don McIntyre. “Es por esto que en mis balsas salvavidas siempre tengo una baliza de emergencia personal y una VHF con GPS, y lo he impuesto como una medida de seguridad en la regata”.
El rescate de Escoffier por Le Cam
De esta forma, Neuschäfer pudo saber en todo momento la posición exacta de Lehtinen, algo que no sabía Jean Le Cam cuando intentaba rescatar a Kevin Escoffier en la última Vendée Globe. La experiencia demuestra que es muy difícil ver una balsa salvavidas entre las olas en medio del océano, por lo que una VHF con posicionamiento GPS puede guiar hacia el náufrago.
Las nuevas tecnologías aplicadas a la seguridad en la mar han permitido que ninguno de los naufragios ocurridos en la reciente Ruta del Ron terminase en la pérdida de vidas humanas. Sin embargo, cuando se prepara una travesía oceánica hay que tener presente que los cruceristas no tienen una red de seguridad como la que rodea a los participantes en una regata.
Todos estos avances tecnológicos, sin embargo, de nada sirven sin un buen arte de navegar. Lo señala el mismo Lehtinen en una carta de agradecimiento a Neuschäfer: “Gracias por tu excelente saber navegar al maniobrar el Minnehaha junto a la balsa, subirme a bordo y por el ron. Y después, en colaboración con el capitán Naveen Kumar Mehrotra, por situar Minnehaha a sotavento del M/V Darya y llevarme sano y salvo a bordo del mercante.”