La muerte del Mar Menor quedará impune.
Este verano no ha sido necesario una riada masiva provocada por una gota fría para que la muerte de peces vuelva a llevar al Mar Menor a los noticiarios generalistas.
Mi amigo Carlos Hacksaw no ha tenido paciencia para esperar a coincidir en la terraza del bar donde solemos vernos. Me ha llamado directamente por teléfono, porque le comenté que tenía que redactar un artículo y no ha lo ha dudado. Su enfado me ha llevado a lanzarme sobre mi ordenador a infringir un par o tres normas no escritas.
Texto e ilustración de Isidro Martí.
- No se habla de política en las revistas náuticas.
Carlos es contundente: no es política, es el futuro que dejaremos a nuestros hijos, un crimen perpetrado a la luz del día. Un precedente muy peligroso. Es el silencio generalizado delante de una tropelía monumental que viene ocurriendo desde hace muchos años. Un silencio hipócrita ante el que no hacemos nada, no pedimos responsabilidades a nadie, y nos olvidamos con una facilidad pasmosa. Sí, sale en los noticiarios, en la televisión aparecen imágenes horrorosas de muerte masiva de peces -¡Ocho toneladas!-, desiertos submarinos donde hace no muchos años reinaba la posidonia, ministras paseando por la playa haciéndose la foto, organizaciones ecologistas protestando. Vecinos indignados…pero en menos de un mes nos habremos olvidado. Ocurrirán cosas más importantes, no lo dudo, pero el Mar Menor seguirá muriéndose sin que se haga absolutamente nada.
- Hay que documentarse antes de hacer un artículo de denuncia.
De nuevo Carlos no titubea: documentarse, ¿para qué? Ya lo hiciste en el artículo de otoño de 2019, tras la muerte de miles de peces que afloró a la superficie. ¿Te acuerdas? Que si el 80 por ciento de la posidonia había desaparecido, que si se calculaba que se había vertido ¡Cuatro millones de metros cúbicos de salmueras! Lo tengo aquí delante y la información era extensa y detallada. Citabas incluso a las fuentes, las investigaciones de la Guardia Civil, explicabas con detalle las desalobradoras clandestinas, que si el denominado “Caso Topillo” estaba detrás de todo este escándalo. Ya había actuaciones y sospechas en el año ¡2012! Diez años de agonía. El artículo del 2019 era un buen artículo –aquí reconozco que el comentario me sorprendió, puesto que Hacksaw es parco en los elogios- lo que necesitamos ahora –insiste mi amigo- es más contundencia.
- Hay que ser políticamente correctos, y más en la náutica.
No se puede ser políticamente correcto siempre. La corrección se confunde a veces con las ganas de agradar, como precisamente dicen mis amigos de Cartagena. Los políticos nos están tomando el pelo de una manera vergonzosa. Si tú fondeas con tu velerito en una pradera de posidonia te puede caer una multa. Eres el patrón del barco, el responsable. Pues tienes que pagar por haber infringido una norma. El Govern Balear anima a los ciudadanos a denunciar a los que lo hacen. Si la haces la pagas, y el responsable ciudadano está para denunciar a otro ciudadano en bien de la comunidad y el Medio Ambiente —eso dicen los políticos—.
Los mismos políticos que publican estas leyes, o los funcionarios y asesores que las redactan no se aplican el cuento a sí mismos. Es dificilísimo, por no decir casi imposible, que un representante público se responsabilice de una catástrofe como la que está ocurriendo en el Mar Menor. No son responsables. Los de la Comunidad Autónoma dicen que es el Estado el responsable, Madrid dice que es Murcia la responsable. Un partido dice que es el otro. Los alcaldes dicen que ellos no son, la Guardia Civil actúa pero no consigue que nadie pague. Los jueces sospechan, abren actuaciones que duran más de diez años. Los agricultores dicen que ellos han de vivir. En los noticiarios de hoy ya se habla de subvenciones. Así lo arreglamos siempre: los políticos ganan tiempo, pasan la pelota al de arriba, al de abajo o al de al lado. Tapan agujeros con el dinero de todos. No son responsables de nada. Bueno, sí, de ganar las próximas elecciones que son de aquí tres años. Lo que pase de aquí tres y medio no le importa a nadie.
Eres un navegante que fondeas sobre posidonia y pagas.
Han aniquilado toda la posidonia del Mar Menor, y no pasa nada.
Carlos toma aire y respira, la llamada se prolonga y continúa: no soy un ingenuo, no hay un responsable, son muchos y durante muchos años. Unos por mirar a un lado, otros por mirar su bolsillo, otros por no soliviantar a grupos de presión sensibles —huerta para hoy, ya veremos lo que pasa en el Mar Menor mañana o en 10 años…—. Si cada alcalde, Consejero de la Comunidad, Ministro de Medio Ambiente, tuviera la misma responsabilidad que el ciudadano común cuando fondea, se cuidarían mucho de hacer lo que han hecho estos últimos 15 años. O lo que es peor, de lo que no han hecho.
Siguiendo con el símil del patrón, si no me leo la normativa no sé qué es lo que infrinjo, si no miro la carta no veo donde fondeo, si no acierto dónde cae el ancla, no sé si es posidonia o arena. Intenten decirle esto a la Guardia Civil del Mar. Nos tomarán por tontos, inútiles, mentirosos o incompetentes. Pues eso es exactamente lo que han hecho nuestros responsables de la Administración. No prever, no mirar, no actuar, a sabiendas de que se estaba, está y se sigue cometiendo un crimen ecológico, ambiental e incluso de salud pública.
Aquí Carlos acaba su discurso. Pienso que le debía este artículo, o me lo debía a mí mismo. En diciembre de 2019, poco después del penúltimo aviso del Mar Menor, se celebró en Madrid la Cumbre del Clima. Nadie habló del Mar Menor. Mis padres me enseñaron que lo primero es cuidar de tu propia casa mientras vas arreglando el mundo.
Tengo malas noticias
No van a hacer nada eficaz, porque no son responsables. No se les penaliza. El Mar Menor está Muerto. Y se van a ir de rositas. O aplicarán tácticas perversas ya conocidas: la culpa es del ciudadano, el turista, el agricultor. Y quizás tengan razón. Al menos me queda la conciencia tranquila de decirlo en este artículo, cuando las riadas de otoño provoquen la penúltima catástrofe masiva. Ojalá me equivoque.