Es fácil advertir las ventajas de la fórmula “motovelero de dos pisos” inventada por Bill Dixon, que consigue convertir un velero de 54 pies en uno de 65 gracias a la doble cubierta. Pero también hay inconvenientes. Aquí intentamos describir el equilibrio entre pros y contras. CARLOS SERRA / FOTOS: EYOTY/BERTEL KOLTHOF-CARLOS SERRA
Para quien no esté familiarizado con la gama Moody DS, inaugurada en 2007 con un ya legendario 62 pies, este nuevo 54 exige una serie de explicaciones. El motivo principal: fuera de aquel 62, no existe en el mercado ningún modelo similar, ni parece que otros astilleros aparte de Moody-Hanse quieran adentrarse en este concepto.
¿Se trata de un genuino barco a motor dotado de quilla y plano vélico? ¿O de un velero que, gracias a una carena de enorme volumen, típica de los diseños actuales, se permite aceptar una caseta elevada y unas amuradas a altura de rodilla, además de un motor de gran potencia, para dar prestaciones de barco a motor?
Sumar las ventajas de dos tipos de barco tan distintos sin que los inconvenientes se potencien entre sí es difícil, y el tándem liderado por los expertos de Hanse, con el británico Bill Dixon en la concepción general y los brillantes Judel/ Vrolijk en la arquitectura naval han hecho una auténtica proeza.
Cuando uno está a bordo no sabe qué pensar. La caseta acristalada que contiene el salón; la bañera protegida y dotada de gran mesa; el acceso al interior a pie plano mediante puerta corredera como en un catamarán; los corredores hacia proa abrigados por espesas amuradas como las de un trawler americano… El espejo de popa ancho que esconde un fantástico garaje para el anexo… Se creería uno en el barco ideal.
¿Es posible el paraíso?
Pero atentos, porque no todo son maravillas. Los puestos de gobierno son elevadísimos, y uno tiene en ellos la sensación de poder salir despedido cuando el barco se agita. Los cabos que regulan las velas vienen a unos winches de difícil acceso, que si no tienen motor eléctrico resultarán un calvario. Y aunque pueda uno manejar esos winches con los botones colocados en las excelentes consolas de gobierno, es difícil ver el aparejo, regular las velas, o incluso disfrutar al timón.
Incluso para atracar, el representante del astillero se ponía en pie sobre el asiento de timonel para ver mejor a dónde se acercaba su proa.
Y hay una cifra importante: pesa 25 toneladas en vacío, puede rozar las 30 si se llenan los tanques y se van embarcando pertrechos y accesorios. Con las velas izadas, eso se nota en un tacto de timón duro y un comportamiento a veces violento.
Le hemos navegado en dos ocasiones: con 10-12 nudos de viento y mar llana, donde se comportaba con gran dignidad una vez arrancado, y con 25-30 nudos de viento y mar muy desagradable. De esa segunda ocasión es de donde sacamos nuestra idea de que se trata de un trawler con quilla y velas: a motor se movía con autoridad, aunque levantase enormes masas de agua al impactar con cada ola; incluso le gustaba apoyarse en un poco de vela mayor, que por suerte es enrollable y por tanto se puede dosificar al gusto.
Pero parar el motor y navegar con mayor y foque —ambos reducidos en proporción al viento— en aquellas condiciones era duro y desagradable. El peso y la altura de la superestructura hacen que el Moody se comporte con oleaje fuerte como un mercante, con fuertes balanceos y difícil gobierno. Moverse por cubierta o por el interior cuando el barco se zarandea así no da sensación de seguridad. Agarrarse al puesto de gobierno o desplazarse para maniobrar con escora y pantocazos da miedo.
Lo más peligroso en un momento de emergencia y mal tiempo será intentar pelear con la vela mayor para dominarla sobre la botavara, allí por lo alto del tejadillo
Placeres en el crucero
Veamos el contraste en la navegada con buen tiempo: sentarse en el salón mientras el barco se abre camino con pocos grados de escora es una maravilla. Al igual que gobernar el timón, o pasear por el corredor de barlovento.
Invitar a unos amigos para cenar con las vistas del crepúsculo vale todo el dinero del mundo. Y cuando se descubren los camarotes, baños y armarios que se han conseguido meter a bordo, gracias a la tipología “dos cubiertas” inventada por Bill Dixon, uno firmaría donde le pidiesen.
Gracias a la estabilidad que da el generoso peso, cuando el barco está en el fondeo se comporta como una roca y el chapuzón, desde la plataforma de popa, da auténtico placer. Es como tener una casa con muelle propio.
El motor de 150 Hp dispuesto en su panza produce singladuras de velocidad impresionante, lo que reduce las horas de travesía cuando uno se plantea un salto de más de 100 millas. Lo mejor es esperar una meteo tranquila, dar a primera hora de la mañana toda la máquina y conectar el piloto automático, para convertir el viaje en una jornada de relax. En el frontal de la sala hay una mesa de navegación que, con ploter y mando de piloto y motor, se convierte en un práctico puesto de gobierno interior.
El tejadillo de proa es excelente para tomar el sol. La bañera, algo hundida, dispone de una toldilla corredera con que se puede regular el sol y sombra. Su mesa y sus bancos son inmejorables.
Por contra, con sus dos timones situados fuera del chorro de hélice y su enorme superestructura, resulta difícil de atracar en marinas estrechas, y más aun con algún viento de costado. Para eso se le equipa de dos hélices laterales, una en proa y otra en popa, imprescindibles.
Y la presencia de los cristales convierte el habitáculo en un invernadero francamente cálido cuando brilla el sol, lo que hace el aire acondicionado un extra imprescindible. A menos que se navegue en el Báltico o en Alaska, claro.
Grosor de material
En nuestra navegación con mal tiempo vimos paquetes de agua que golpeaban con fuerza los cristales de la caseta de puente. El casco pegaba unos pantocazos que hacían temblar toda la estructura, incluida la jarcia. Y nada se rompió o salió de sitio. Este barco está construido con tanto exceso de material y buena ingeniería que, dicho simplemente, parece indestructible. Y no solo el plástico: también la jarcia, la carpintería, los marcos metálicos de ventanas y puertas, los mecanismos.
Hay más que eso en el apartado construcción: tiene una sala de máquinas generosa, accesible desde el suelo del salón y muy bien insonorizada. El mobiliario es completo como demuestran una mesa de geometría variable en la sala, una cocina con mostradores de corián y armarios especiales para cada uso, una colección de luces de cortesía o buenas bisagras y luces interiores en taquillas y armarios.
Hemos citado la sala de máquinas, donde cabe un generador que alimentará los aires acondicionados y otros artilugios que este barco incluye. Digámoslo claro: sin esos extras, no vale la pena.
Mencionemos detalles de carpintería vistos en todas las estancias: cajones y puertas con freno, gavetas, espejos, tocadores, asientos de grosor variable, luces indirectas, luces de cortesía… Sólo por eso se justifica la inclusión del modelo en la categoría Crucero de Lujo del European Yacht of the Year. Lo que no parece de lujo es su precio, pese a lo elevado de la cifra y la necesidad de incluir en ella algunos extras como winches eléctricos suplementarios, instrumentos y generador. Nótese que en la lista estándar está la teca de cubierta, el sistema de fondeo, un propulsor de proa, un par de winches eléctricos, mandos electrónicos de motor y otros equipos normalmente puestos entre los suplementos.
Alguien dirá que su precio se parece más al de un 65 pies que al de un 54, pero ahí está también la paradoja: ¿de qué eslora estamos hablando si queremos comparar al Moody 54 Ds con otro velero?
Conclusiones
El Moody 54 DS ofrece la habitabilidad de un velero de 65 pies o incluso mayor, además de una capacidad de instalaciones también de ese nivel. Puede incluso acomodar un marinero en su rancho de proa, o destinar a una pareja de tripulantes el camarote de popa. Esta habitabilidad se ofrece con una ventaja suplementaria: la del paso “a nivel” entre bañera y salón, que los veleros puros no permiten, y que además se plasma en un salón con vistas auténtico. En total, el paquete resulta muy atractivo si se está dispuesto a convivir con las peculiaridades que hemos ido desgranando a lo largo del artículo.
Características
● Eslora total: 17,15 m
● Eslora en flotación: 15,15 m
● Manga: 5,20 m
● Calado: 2,65m/2,25 m
● Desplazamiento: 25.000 kg
● Lastre: 7.000 kg
● Superficie vélica: 161 m2
● Motor: Volvo D3-150 150 Hp
● Capacidad de agua potable: 810 l
● Capacidad de combustible: 520 l
● Categoría: A oceánica
● Diseño: Bill Dixon
● Constructor: Moody Boats/Grupo Hanse www.moodyboats.com
● Importador: Marina Estrella.
● Precio base: 549.000 euros, sin IVA ni transporte.
La opinión de [N&Y]
Diseño
+Único modelo en el mercado con sus características.
+Excelente para vida a bordo, tanto en invierno como en verano.
-Con mal tiempo mejor utilizarlo a motor.Cubierta
+Gran bañera a pie plano con salón y bien protegida.
-Winches para escota de acceso incómodo.
-Será complicado aferrar la mayor en mal tiempo.Acomodación
+Muchos ambientes, camarotes y baños gracias al doble nivel de cubiertas.
+Decoración y ebanistería muy cuidadas.
+Fabuloso salón de cubierta, que precisará aire acondicionado en verano.Construcción
+Muy sólido, buenos materiales montados con precisión.
+Sala de máquinas preparada para instalaciones generosas.
+Gran inventario de electricidad y fontanería.
Velocidades
Motor:
Velocidad máxima: 9,5 nudos a 2.800 rpm
Velocidad de crucero: 8 nudos a 2.300 rpm
Vela:
Ceñida: 7,5 nudos
Descuartelar: 8 nudos
Través: 8 nudos
Largo: 6.1 nudos
(cifras obtenidas con mayor entera y génova desenrollado, 13 nudos de viento y mar llana)
FOCO EN
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