El White Shadow culmina en Auckland la segunda etapa tras la travesía del Índico Sur
“Ha exigido mucho esfuerzo, pero la satisfacción es tremenda. Estás viviendo con ballenas saltando, en medio de auroras australes, albatros que te siguen una semana seguida sin mover las alas, planeando, y 150 o 200 pájaros alrededor del barco. Te sientes en otro planeta, en el que no estás invitado, donde no hay colores y todo es gris. No tiene precio ni comparación, no hay nada que lo iguale”.
Autor: Kiku Cusí
Fotos: Tom Dhyser
“Ha exigido mucho esfuerzo, pero la satisfacción es tremenda. Estás viviendo con ballenas saltando, en medio de auroras australes, albatros que te siguen una semana seguida sin mover las alas, planeando, y 150 o 200 pájaros alrededor del barco. Te sientes en otro planeta, en el que no estás invitado, donde no hay colores y todo es gris. No tiene precio ni comparación, no hay nada que lo iguale”.
Aprender de la vida
El navegante catalán, con dos Mini-Transats a sus espaldas, también ha quedado fascinado por el Gran Sur: “Impresiona pensar dónde estás, superlejos de todo. En cubierta siempre vas atado; y en el palo y la proa, estás bajo una catarata de agua. Los mejores momentos son cuando estoy solo en cubierta llevando el timón. Y aprendes mucho de la vida.”
También Pedro Eurritia ha quedado prendado por lo que ha vivido en la travesía entre Ciudad del Cabo y Auckland. Sobre todo, no puede borrar de su retina “esa nube, con una racha de 50 nudos a la caña, sin bajar el trapo; por suerte, no duró más de cinco minutos, porque no sé si habría aguantado mucho más, por lo duro que es”. Y puestos a no olvidar, tampoco olvida “los torpedos luminosos bajo el agua en medio de la noche negra”; no son bombas, son los delfines nadando a toda velocidad reflejados en el plancton del océano.
Un sueño hecho realidad
Pero superar el Índico no se hace en un plis plas. Cañardo recuerda que llevan cuatro años inmersos en este proyecto “y estar con el barco en Nueva Zelanda es cumplir un sueño”. Además, no todo es fácil: “Soltar amarras y no estar con los tuyos es duro; sufres y haces sufrir”.
También Petit ha sufrido este aislamiento impuesto por las normas de la regata: “Lo duro es la falta de comunicación. No sabes nada del exterior, y en esta etapa hemos estado una semana entera sin comunicación con tierra, sin recibir ni siquiera el weatherfax, solo con la información que sacas del barómetro y las nubes”.
Pese a que su clasificación no está a la altura de lo que desearían, se mantienen firmes en su estrategia de primar ante todo la seguridad de la tripulación y del barco. Esta estrategia les hizo perder contacto con el resto de la flota pocos días después de zarpar de Ciudad del Cabo tras recibir un aviso de la organización de poner rumbo al Sur para evitar lo peor de una primera fuerte borrasca en el Índico Sur: “Perdimos un día y medio rumbo Sur mientras los demás iban hacia el Este, y después nos quedamos otro día y medio sin viento”, reconoce Petit.
Aquella primera borrasca iba acompañada de vientos de 35-40 nudos. Más adelante han superado situaciones mucho más duras, con vientos sostenidos de 40-45 nudos y rachas de 50 o más y olas de 10 metros (“yo he visto 52 nudos de viento real en el anemómetro”, asegura Cañardo). Y el patrón reconoce que pese a ello no ha tenido sensación de peligro a bordo: “Decir que navegar con 50 nudos no es peligroso es inconsciente; pero siempre hemos mantenido el control, con la tripulación a gusto, sin ansiedad”.
Estrategia compartida
Pese a reconocer la bondad de su estrategia -“miras los barcos que han llegado aquí a Auckland [otros tres se han retirado] y muchos tienen averías serias”, afirma Petit- hacen autocrítica: quizás deberían haber navegado dos o tres grados más al Sur; así habrían tenido un poco más de viento y habrían corrido un poco más.
El debate a bordo en estos días es por qué latitud quieren atravesar el Pacífico Sur, antes de bajar a los 56º Sur del cabo de Hornos, el último de los tres grandes cabos que les queda por doblar.
¿Y ahora? “Ahora queda la mitad de la vuelta al mundo, muy seria; y hay que volver, todos, enteros, y con el barco sin romper”, dice Pedro Eurrutia, en una nueva muestra de que la estrategia del White Shadow está compartida por toda la tripulación.
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