“10 sobre 10 para la tripulación”, destaca el patrón del único barco español de la Ocean Globe Race
Autor: Kiku Cusí
Fotos: Pedro Eurrutia / White Shadow
Sin apenas tiempo para descansar tras la primera etapa de esta vuelta al mundo ‘vintage’, la flota ya navega por el Índico Sur rumbo a Auckland
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Era noche cerrada cuando el White Shadow atracó por fin en Ciudad del Cabo, tras más de 47 días de navegación desde Southampton. Fue más largo de lo previsto, pero la tripulación rezumaba euforia: habían cumplido todos los objetivos que se habían marcado para esta primera etapa de la Ocean Globe Race: nadie se había hecho daño, habían llegado sin romper, se lo habían pasado bien y además eran segundos de su clase.
La tripulación más amateur e internacional de todas las participantes en esta vuelta al mundo vintage que conmemora el cincuentenario de la legendaria Whitbread, había ido mejorando con el paso de los días y se había comportado como un equipo compacto. Su patrón, Jean-Christophe Petit, lo resumió en pocas palabras: “Un 10 sobre 10 para la tripulación y también para el barco. Es todo un orgullo cómo hemos llegado aquí”.
“Salimos mal, porque quisimos proteger el barco del primer frente frío en el canal de La Mancha. Pero después hemos ido sacando más rendimiento al barco, porque la tripulación ha mejorado cada día a nivel de regata”. Esta mejoría se ha traducido en el séptimo puesto de la general (de 14 participantes) y el segundo de su clase (de cuatro).
Muy buen ambiente
La alegría por el rendimiento era compartida por el resto de la tripulación. Pedro Eurrutia destacó a su llegada que “el equipo es muy majo a nivel humano. Ya somos amigos para siempre”. El murciano, que hasta ahora solo navegaba unas pocas horas de un tirón —“cada día ya estaba en casa a las tres, para comer”—, confesó que estas 7.000 millas de la primera etapa le han servido para “navegar un poco mejor”. Y sobre todo para aprender que a bordo “la convivencia y la comida son fundamentales”.
Todo un experto en navegación oceánica, Guillermo Cañardo (con dos Mini-Transat en su estela y numerosas expediciones en el Open Arms), se ha sorprendido de “lo duras que son las maniobras” a bordo de un Swan 57 construido en los años 70 del siglo pasado. “Una trasluchada con spí, por ejemplo, la hacemos con 10 personas en cubierta. Y para arriar el génova con 17 nudos tenemos que ser cuatro tirando de la vela”.
El médico, que en regata oceánica siempre había navegado en solitario, destacó que a bordo ha habido “muy buen ambiente. Se va a tope, comemos bien y nos cuidamos. Y celebramos todo lo que hay que celebrar”. Incluida la alegría cada vez que alguien hace pan fresco.
Entre las celebraciones, el paso del Ecuador, que nadie había cruzado antes. Y la llamada de cada tarde por radio de onda corta con un amigo de Reus que permite tener noticias de las familias; y también la reunión que toda la tripulación celebra los domingos en cubierta, con un vino y un postre.
Como dice el mismo Cañardo, a bordo preside “el espíritu de aventura, el respeto por los demás y la capacidad de resistencia y de adaptarte a lo que viene; es la actitud ante la adversidad y disfrutar de lo duro”. Y de ayudar a quien pueda tener un momento de debilidad, o de añoranza.
Y también de aprovechar las oportunidades para vivir experiencias únicas; como el baño colectivo en medio del océano aprovechando unas horas de encalmada absoluta: “Todos pudimos bañarnos”, explicó Cañardo.
Si la bajada del Atlántico se hizo larga para algunos, la travesía del Índico Sur puede parecer eterna. Con el aprendizaje acumulado desde Southampton —incluida la negociación de una borrasca con 40 nudos por popa y olas de cinco metros, a la altura de Finisterre—, la prudencia seguirá siendo la primera regla a bordo del White Shadow.
Una prudencia que será puesta a prueba desde el primer día, a tenor de lo que indicaban las previsiones meteorológicas antes de la salida: “Intento hacerme a la idea de lo que viene, con respeto. La empopada será muy dura al timón”, confesó por ejemplo Eurrutia.
No le faltó razón: antes de llegar a los rugientes 40, desde el White Shadow se escribió este mensaje en X (el antiguo Twitter): “El viento sopla con ganas, las olas nos golpean y algunas barren la cubierta. Barco revuelto, rostros fatigados.”
Rescates en alta mar
En la primera etapa, destacó el rumbo elegido por el australiano Outlaw, un Baltic 55 que copió la ruta por el Este del anticiclón de Santa Helena que en 1994 llevó a Isabelle Autissier a ganar con cinco días de ventaja la primera etapa de la BOC Challenge, una vuelta al mundo en solitario por etapas. El Outlaw no dio la campanada como hizo la mítica navegante francesa, pero sí le permitió dar un salto significativo al pasar del décimo al sexto puesto de la flota. Poco antes de optar por esta ruta, su tripulación había rescatado en alta mar a un pescador en un pequeño bote, al que remolcó hasta la costa de Dakar.
No fue este el único incidente destacable. Pocos días después de la salida, un helicóptero rescató a un tripulante del Triana y lo trasladó a un hospital de Madeira. Stéphane Raguenes se había herido de consideración en una pierna tras resbalar en cubierta con mal tiempo y no pudo ser tratado con los medios a bordo.
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