De la tierra batida al océano, Kiku Cusí entrevista a Carlos Cuadrado, ex campeón junior de Roland Garros.
De la tierra batida al océano; de un horizonte limitado por las líneas de una pista de tenis al horizonte lejano que une el cielo y el mar. Del aplauso y el éxito de un ganador junior del torneo de Roland Garros al silencio del inmenso azul. El barcelonés Carlos Cuadrado ha dado un nuevo giro de 180 grados a su vida. No es la primera vez que lo hace. Ahora vive en un barco y está dando la vuelta al mundo.
Tenía 25 años cuando, harto de las lesiones que le frenaron en su carrera de tenista profesional, lo dejó todo y se fue a las antípodas, a Australia, con una plancha de surf.
- ¿Por qué?
- Quería romper con todo. Necesitaba saber qué quería hacer con mi vida, y por eso me fui lejos para reconectar. En unos meses hice las paces con el tenis y empecé como entrenador en el circuito femenino profesional. Después tuve una oferta de la Federación Australiana y trabajé en su Academia durante cinco años.
Ahorraba dinero y al final no sabía para qué ahorraba. Lo más responsable, según me habían educado, era usar mis ahorros para pagar la entrada de un piso e hipotecarme para los siguientes 20 años. Pero si lo hacía, no podría comprarme un barco, que era uno de los sueños de mi vida. Por eso decidí saltarme el paso de comprar un piso y me compré un barco. Era una decisión que quizás no entenderían ni mi familia ni mis amigos, pero a mí me hizo feliz. Si me equivocaba, sería mi error, porque se trataba de mi vida.
- ¿Qué hiciste con el barco, porque entonces no sabías navegar?
- Durante un año y medio estuve viviendo en el barco, en Melbourne, y seguía trabajando, mientras crecían mis ganas de explorar y navegar. Hice cursos de navegación, de mecánica y de meteorología, mientras intentaba navegar los fines de semana con amigos para aprender. Pero la realidad es que viajaba mucho por motivos de trabajo, con los tenistas jóvenes, y eso me impedía tener tiempo para aprender a navegar. Entonces pensé que, si me iba, aprendería a navegar y viviría aventuras.
Así que dejé el trabajo, lo vendí todo y solté amarras para viajar en el barco. Mi primer objetivo era ir de Melbourne a la Gran Barrera de Coral, con el objetivo de saber si me gustaba. Pero por el camino opté por cruzar hacia el Pacífico, porque ya veía que sí me gustaba. Por eso crucé a Nueva Caledonia con un amigo, que sí sabía navegar y que me acompañaba en esas primeras singladuras.
- Esa fue tu primera travesía oceánica, una semana de navegación.
- Sí, y comprobé que me gustaba. En Nueva Caledonia mi amigo se volvió a Australia, como tenía previsto, pero yo me veía con ánimos de seguir solo, que era lo que había planeado. Creía que podía controlar el barco solo. Y decidí seguir hacia Vanuatu.
Poco a poco la idea de navegar se va consolidando; pero unas semanas después este proyecto ya no es un proyecto en solitario, sino compartido con Linda, una franco-polinesia que conoció en Nueva Caledonia.
Carlos regresó entonces a Australia durante la temporada de ciclones y volvió a trabajar para ahorrar y seguir navegando. Pero esta vez con un objetivo más claro: dar la vuelta al mundo.
“Mi primer objetivo era aprender a navegar y vivir aventuras”
La elección del barco
- ¿Qué lecturas te han inspirado en este sueño?
- El largo viaje de Bernard Moitessier, South de Ernest Shackleton, Navegando en solitario alrededor del mundo de Joshua Slocum. La verdad es que me atraía la aventura. El hecho de que no supiera navegar era un hándicap; pero pensé que, si me iba en un barco, conseguiría aprender a navegar y además viviría aventuras.
- ¿Cómo elegiste el barco?
- Para mí lo más coherente era buscar un barco fuerte. Y está claro que los barcos más fuertes son los barcos de acero; también los de aluminio, pero estos son bastante más caros. Quería también un barco con bañera central, porque así la cabina principal sería grande, en popa; creía que lo mejor era una quilla larga, o bastante larga, para la navegación de altura y estabilidad de rumbo. Y alrededor de los 40 pies y ketch, porque es maniobrable para un solitario.
- ¿Por qué te planteas el objetivo de dar la vuelta al mundo?
- Me sale el aspecto competitivo del tenis. Necesito retos. Había perdido un poco la adrenalina que sentía en la pista y la he vuelto a encontrar navegando. La adrenalina de la preparación de un partido la encuentro cuando preparo una travesía o hago el mantenimiento; y siento también la tensión de cuando sube el viento y hay que tomar decisiones. Y dar la vuelta al mundo me motiva: sería una experiencia muy buena, conocer culturas distintas. Y también un reto personal empezando de cero, y cumpliré mi objetivo de aprender a navegar y experimentar aventuras.
“Soy feliz viviendo así”
- ¿Estás cumpliendo tus objetivos?
- Navegué dos meses solo y vi que lo podía hacer. Es verdad que en el mar nunca sabes bastante, pero me siento cómodo a bordo, con todo el respeto que se merece el mar. Tenía que saber si me gustaba estar solo en medio del océano, hacer el mantenimiento, tener toda la responsabilidad, aguantar noches de frío, los nervios de fondear, de buscar un refugio si hace falta. Son cosas que no experimentas si solo sales los fines de semana. Y he visto que soy feliz viviendo así.
- Sin embargo, de Australia a Indonesia no habéis navegado solos, Linda y tú, sino que os habéis apuntado a un rally. ¿Por qué?
- Porque iba con Linda, esta era su primera travesía oceánica y le daba más seguridad. Además, en aquella zona hay piratería y el problema de posibles funcionarios corruptos; la organización del rally te facilita todo el papeleo, que es complicado en Indonesia, sobre todo los permisos para navegar y las prórrogas que necesitas, porque al principio solo te dan permiso para un mes.
De todas formas, nosotros salíamos una semana después que los otros participantes, por lo que las navegaciones las hacíamos solos; y llegábamos a los fondeaderos cuando casi todos los demás ya se habían ido. De hecho, con los otros participantes del rally solo estuvimos en cuatro de las 20 paradas que hicimos.
- ¿Cómo te planteas el futuro?
- Me gustaría seguir navegando muchos años, porque esto ha cambiado. Antes se trataba de dar la vuelta al mundo como un reto, pero ahora es más una forma de vida. Quiero seguir cruzando océanos, pero me quiero quedar en cada sitio el tiempo necesario para conocer a la gente y la cultura del lugar.
- ¿Y cómo te lo pagas?
- De momento, vivimos de los ahorros. Pero además tenemos un canal de YouTube (22_south) y una plataforma, patreon.com, para artistas o creadores de contenidos. Queremos dar a conocer nuestro proyecto y conseguir gente que pague por los vídeos que colgamos. Quienes lo hagan podrán ver imágenes suplementarias, o incluso venir al barco para navegar con nosotros.
De momento, tanto Carlos como Linda siguen apoyándose también en sus trabajos anteriores para mantener a flote la caja de a bordo. Linda es artista y cineasta, y Carlos sigue trabajando on line como entrenador profesional de tenis, a través de la plataforma tennisfitness.
“Antes mi reto era dar la vuelta al mundo; ahora es también una forma de vida”