PARTE 1: FRENADA
¿Ya tenemos el barco remolcable enganchado al coche y estamos deseando ir de vacaciones hacia nuevos destinos? ¡Genial! Pero antes de arrancar debemos tener en cuenta varios consejos para conducir seguro. Porque no es lo mismo ir con remolque que sin remolque. Y porque llevar un barco sobre un remolque no es igual que llevar cualquier otro tipo de remolque…
Autor: Miguel Ángel Álvarez Alperi, embajador Tourón para España y Portugal
Si conducir con un remolque cualquiera ya requiere ciertas precauciones y pericia, con una embarcación remolcable, mucho más aún, porque además de al propio peso y volumen del remolque en sí, hay que prestar mucha atención a la carga que lleva encima, especialmente a cómo se sujeta durante el viaje, porque barco y remolque debe ser un uno solidario, no puede haber oscilaciones ni desplazamientos no deseados. Porque en una caravana, por ejemplo, sabemos que no se va a soltar nada, que no se van a escapar volando las colchonetas ni a desplazar el barco de los rodillos… Pero con un barco a remolque puede que sí. Además, transportar un barco puede ser un tipo de carga aún más pesado y voluminoso que una caravana, como nuestra Quicksilver Active 705 Weekend, que con 3.200 kg de peso (remolque más barco avituallado) y más de 8 m de largo y 3 m de altura es casi el barco más complicado que podemos llevar a remolque. Es más complicado que llevar una enorme caravana empujando detrás de nosotros. Pero se puede. ¡Claro que sí! Y no es ninguna temeridad. Ni ninguna hazaña. ¡De verdad! Yo mismo lo hago cada día, solo y sin ninguna ayuda adicional, yendo de rampa en rampa por toda Europa y botando el barco yo mismo, con un winche manual en lugar de con uno eléctrico, lo que facilitaría mucho la maniobra. Y no digo ya… si tuviera a alguien para ayudarme, indicarme, acercarme el gancho del winche, etc. Y lo hago así de “complicado” a posta, para demostrar (a mí mismo y a los demás) que si se quiere, se puede, porque solo es cuestión de maña. Son trucos y procedimientos que se han de seguir para evitar peligros y poder hacerlo sin arriesgar el barco, el coche ni su integridad física. Y todos esos trucos los vamos a ir desvelando en estas páginas. Pero ahora centrémonos en la conducción, y, sobre todo, en la frenada.
¿Cómo se ha de frenar con barcos a remolque?
Evitemos siempre los frenazos bruscos, por dos motivos. El primero, porque al llevar una embarcación posada sobre rodillos (los mismos que facilitan la botadura en una rampa) esta carga tenderá a desplazarse “rodando” hacia adelante, hacia la torreta donde va el winche, y eso puede convertirse en un grave problema. Recuerde que esta no es una carga “adherida” al chasis del remolque como sí lo es una caravana. Y el segundo motivo es que si ese frenazo se hace cuesta abajo y sin estar el coche alineado (en una curva) es fácil que el peso del remolque (especialmente si no lleva freno de inercia o el que lleva no está bien ajustado) apodere al coche y lo “adelante”, es decir, que haga desplazarse lateralmente la parte trasera del vehículo, lo que nos puede hacer perder el control del coche.
Mi recomendación es conducir usando siempre el freno motor, casi diría que “abusando” del freno motor. Dejemos mucha más distancia de seguridad de lo que haría yendo sin remolque y vaya siempre alerta y muy atento a la conducción para que pueda ir adelantándose a los acontecimientos.
Sensaciones al volante:
1. Con un gran barco cabinado a remolque
Les voy a contar mis sensaciones al volante con esta enorme Quicksilver Active 705 Weekend y sus 3.200 kg (barco pertrechado más remolque). Lo primero que debemos saber es que al conducir un coche con un barco a remolque (del tipo que sea) hay que extremar las precauciones. Hay que olvidarse de conducir de forma excesivamente ágil y precipitada (frenazos, curvas “a dos ruedas”, acelerones…), porque aquí los errores se pagan caros. Con un barco a remolque todo lo que haga mal se multiplica, así que no podemos permitirnos errores. Y los errores se evitan adelantándonos a lo que pueda suceder. Siempre he dicho que me da la sensación de que “voy conduciendo mirando más atrás que hacia delante…” O que voy conduciendo como si fuera con un enorme tráiler (no en vano el conjunto de vehículos de esta “camper del mar” y el coche alcanza los 13 m de largo). Sí, al principio asusta. Mucho. Y eso está muy bien… Para no perderle el respeto y no bajar nunca la guardia.
2. Con una pequeña semirrígida o lancha open
Estos son los conjuntos que mejores sensaciones dan al volante, ya que no tienen mucho volumen, no son muy altas y son suficientemente largas y anchas para que las maniobras marcha atrás sean lo más sencillas posibles. Y me explico: con un remolque pequeño y estrecho por nada que toque el volante se descorrige y se cierra (te hace la tijera), ya que no lo ves bien por los espejos retrovisores. Pero con estas lanchas de 2 m de manga o más se maneja y se calcula muy bien. Además, siempre tenemos la opción en la maniobra de aproximación a la rampa de soltar el remolque y llevarlo empujando a mano hasta el pie de la rampa porque no pesan demasiado. O aparcarla “a mano”, etc. Y, la verdad es que, llevando una pequeña semirrígida detrás de una autocaravana, ha habido veces que se me olvidaba literalmente que llevaba nada arrastras detrás de mí, porque no notaba su presencia. ¡Ojo con olvidarse de lo que llevamos detrás de nosotros!
3. Con una moto de agua
Ahora hablemos de la sensación con una moto de agua a remolque. Este tipo de conjunto de vehículos apenas se nota al circular por carretera porque no es voluminoso, ya que lo que más
penaliza en la conducción, más incluso que el peso, es el volumen. Pero lo peor con este tipo de conjuntos son las maniobras marcha atrás, ya que cuanto más pequeño, corto y estrecho sea el remolque mucho peor se maniobra en la marcha atrás. Hay una excepción, y es la de los remolques para dos motos de agua, que las llevan paralelas. Es más ancho, y entonces es más fácil de maniobrar porque enseguida notas cuando se te va de una u otra parte.
4. Con una embarcación de vela
Aquí las sensaciones son bastante distintas, ya que hay embarcaciones de vela ligera que por la quilla que llevan resulta imprescindible transportarlas con el centro de masas muy alto, y, por tanto, con bastante cuidado, sobre todo por la velocidad que se lleve en las curvas, u otras como un pequeño catamarán tipo Hobie Cat que se lleva muy bien por ligero y bajo. También hay barcos veleros (motoveleros) remolcables, tipo al MacGregor 26 o el Imexus 28, cuya característica principal es la gran longitud del remolque, del estilo a nuestra Quicksilver Active 705 Weekend, pero que se transportan y se botan igual de fácil (o complicado, según como se mire) que nuestra Quicksilver.
¿Con o sin freno de inercia?
Llevar un remolque “ligero” (de menos de 750 kg) sin freno de inercia (que no es obligatorio, pero sí muy recomendable*) es lo que más afecta a la distancia de frenado, que puede aumentar un 20% o más, ya que aunque parezca poco, ponerle otros 750 kg más al sistema de frenado de nuestro coche incrementa mucho esa distancia y la fatiga del sistema. Así que eso equivale a decir que debemos de conducir “con mentalidad de camionero”. Es decir, sin frenazos bruscos, previniendo los movimientos de los que van justo delante de nosotros, etc. para evitar alcances. Así que ojo en los atascos, en la conducción por ciudad y, sobre todo, en las bajadas prolongadas y con mucha pendiente.
Quiero que sepan cuáles son mis sensaciones yendo con barcos más o menos grandes y con remolques con o sin freno de inercia.
Ventajas de los remolques con frenos de inercia
Siempre y cuando el freno de inercia del remolque esté bien ajustado, llevar freno de inercia es un placer. Y sí, ya sé que son “delicados” y que se estropean fácilmente por meterlos constantemente en agua salada, pero si puede escoger, mejor que el remolque ligero lleve también freno de inercia. Aunque no sea obligatorio. Ese freno no solo ayuda mucho a frenar el conjunto de vehículos durante la marcha, sino que además permite soltar el remolque de la bola del coche y poder moverlo a mano sabiendo que en caso de emergencia, al tirar del freno de mano y no se va el remolque con la lancha, solitos los dos… “de excursión”.
La experiencia que tengo en cuanto a la frenada conduciendo con un VW Touareg y una Quicksilver Active 705 Weekend sobre un remolque BrenderUp de doble eje de la empresa Remolques Cortés es muy buena, ya que en cuanto se activa el freno de inercia (en cuanto tocas un poco el freno) noto que me detiene hasta el propio coche. ¡Es una maravilla! Tanto que noto que carga peso en la parte de atrás del coche y mejora la frenada hasta del propio coche.
He probado a bajar puertos de montaña como el de Pajares, entre Asturias y León, con muchísima pendiente y con rampas muy prolongadas, y tan solo necesitaba usar el freno motor, yendo entre 4ª, 3ª y 2ª velocidad, usando las diferentes velocidades como si fuera el freno eléctrico de un camión, para no fatigar los frenos principales, llegando a revolucionar el motor hasta las 4.500 r.p.m. (el mío es un motor atmosférico de gasolina adaptado a gas GLP). Y así apenas usé los frenos. Fue una experiencia muy buena. Sobra decir que jamás lo dejé coger excesiva velocidad y que conducía a la velocidad de un camión. Pero sí, fue un placer y en ningún momento me sentí en peligro. ¡Los frenos de inercia de Remolques Cortés funcionaron!
Desventajas de los remolques con frenos de inercia
Solo una: que hay que cuidarlos porque se estropean fácilmente. Y si se estropean, o no frenan bien, o se quedan trabados. ¿Y cómo se cuida de ellos? Endulzando los ejes, donde van las zapatas de los frenos de tambor. Porque aunque la teoría dice que no se deben de meter los ejes en el agua salada, en la práctica ocurrirá muy a menudo, ya que a veces las condiciones de la rampa no permiten hacerlo de otra manera.
Mi remolque BrenderUp de Remolques Cortés lleva un sistema para acoplar una manguera y endulzar los ejes y así alargas la vida del sistema de frenado muchísimo más. Es un sistema que funciona. Lo tengo comprobado. Más que los ejes/bujes estancos. Y lo digo por experiencia. En otras ocasiones llevaba conmigo siempre una bomba de engrase y engrasaba los bujes a través de un engrasador cada vez que los metía en el agua salada. Y sí, funcionaba, pero era un engorro y un “pringue” constante (había que llevar consigo una lata de grasa, guantes, etc.).
Ventajas de los remolques sin freno de inercia
Que no tenemos el problema de los ajustes y cuidados que hay que darle al sistema de frenado. Una cosa menos de la que preocuparte.
Desventajas de los remolques sin freno de inercia
Además de la ayuda que le dan al sistema de frenado del vehículo, algo que se nota mucho, tenemos el inconveniente de no poder contar con un freno de estacionamiento. Lo cual equivale a decir que necesitamos llevar con nosotros siempre un calzo, cuña o similar para poder dejar el remolque estacionado, separado de la bola del enganche del coche. Otro peligro de los remolques sin freno es que a veces nos ponemos a empujarlos pensando que podemos con el peso y se va cuesta abajo… Con un remolque con freno, en cuanto vemos que nos apodera el peso, nos lanzamos directamente a activar el freno de mano y podemos solucionar el percance. Si no es así estaremos en un lío.
Cómo saber si está haciendo bien su trabajo el freno de inercia de un remolque
Como ya he dicho, los frenos de inercia son el punto más delicado de un remolque ya que tienden a estropearse, sobre todo si se sumergen en agua salada, y además se desregulan con cierta facilidad. Así que hay que estar pendiente de él para que haga bien su trabajo y que no se quede trabado o, por el contrario, que no se note su efecto, una ayuda imprescindible para disminuir la distancia de frenado y para evitar que el remolque se vaya si lo dejas estacionado en una pendiente.
Cómo saber si no frena
Este tipo de remolques llevan consigo un freno “de mano” o de estacionamiento que actúa sobre el freno de inercia. Si al estacionar el remolque en una pendiente notamos que se nos va incluso con el freno echado, eso quiere decir que tenemos que ajustarlo, tensarlo para ser más exactos. Si nos está ocurriendo esto, además de no poder dejar frenado el remolque cuando lo dejamos estacionado, estamos sometiendo a una carga innecesaria al sistema de frenos del coche, ya que el freno de inercia no está actuando como debiera. Si vemos que le está pasando esto podemos regularlo nosotros mismos o acercarnos a un taller (casi cualquiera vale porque es una operación similar a la de ajustar el freno de estacionamiento de un coche “normal”, así que no tiene por qué ser un taller específico de remolques).
Es muy importante cuidar de este detalle (que el freno de estacionamiento y de inercia funcionen correctamente) porque resulta muy peligroso pensar que el freno puede detener el remolque en una rampa inclinada y fiarnos de su capacidad… He visto de todo, como usuarios atropellados por su propio remolque mientras intentaban frenarlo a mano en una rampa de botadura (algo imposible de hacer). Por eso: ¡nunca debemos fiarnos del freno de mano! Ni del freno de mano del coche, ni del freno de mano del remolque, y usar siempre un calzo o cuña (o una piedra o un madero bien grueso en su defecto) para el remolque y otro para el coche, además de dejar la primera velocidad bien metida.
Pensemos que si el remolque es del tipo “ligero” (de menos de 750 kg) no tendremos que pasar nunca la ITV (solo están obligados los remolques de más de 750 kg de PMA, que además llevan su propia matrícula de característico color rojo), así que nadie nos va a advertir de que no funciona el sistema de frenado… y esa responsabilidad recae en nosotros mismos.
Cómo saber si frena demasiado:
Hay veces que puede ocurrir al revés: que vaya el remolque frenado, lo cual deteriora los frenos y aumenta el consumo de combustible del vehículo tractor. Y eso suele ocurrir si nos ponemos a regular el freno para que frene más y nos pasa. Vamos, ¡qué nos pasamos de frenada!
La forma de saber si nos hemos pasado apretando es levantar el chasis del remolque con un gato, quitar el freno de mano (solo si ha cuñado el remolque o lo tiene enganchado a la bola del coche) y hacer girar la rueda con las manos. Si gira bien y no roza, está perfecto. Apretemos y ajustemos el freno hasta que casi comience a rozar. Ese es el punto adecuado.
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