Iniciarse en el mundo de la náutica es a veces un camino largo y tortuoso. La mayoría de aficionados lo hacen con ilusión y afición, lo que les hace olvidarse a veces de planteamientos más racionales. TEXTO E ILUSTRACIONES ISIDRO MARTÍ
Antes de decidir el camino a tomar, hay una serie de preguntas que son imprescindibles. A saber.
¿Es necesario comprarse un barco?
Rotundamente, no. La mayoría de usuarios sueña con poseer una embarcación, pero lo cierto es que antes se ha de hacer un planteamiento realista. Se ha de pensar el número de días que se utilizará al año. La mayoría de propietarios franceses pasa el fin de semana en su barco, aunque no navegue. Pero seamos sinceros, en nuestro país es muy raro ver a familias haciendo vida a bordo. A duras penas lo hacen 10 o 15 días en verano. Si esta es la situación, definitivamente es mejor alquilar un barco esos días durante el período de vacaciones.
¿Su familia le acompañará?
Es importante saberlo antes de la compra. No suelen existir extremos. Tampoco es necesario que siempre, toda la familia navegue junta, pero hay que saberlo con anticipación, Eso nos ayudará a tomar la decisión antes de alquilar o comprar el barco. ¿Les gusta vivir a bordo? ¿Mi pareja se siente cómoda? ¿Vivir en un barco en invierno es confortable?
Estadísticamente son muy pocas las familias que viven y disfrutan del barco todo el año.
¿Tengo más aficiones?
Para responder a la segunda pregunta es interesante plantearse también ésta. Muy bien, a todos nos gusta navegar, pero resulta que también queremos esquiar, ir a la montaña, hacer un viajecito al extranjero, bucear o cazar. Por no hablar de jugar al fútbol, hacer otros deportes o ir en bici.
Hacer este estudio nos hará ver con realismo el tiempo que realmente podremos dedicar al barco, y lo que es más importante, el presupuesto.
¿Cuánto costará la broma?
Y aquí llega la manida frase. Los dos grandes momentos del armador son cuando compra el barco y cuando lo vende. Y eso se debe a que nadie ha tenido la previsión de hacer un cálculo realista no ya de su precio más impuestos, sino de los gastos. Es imposible aquí hacer un estudio pormenorizado, porque eso daría para un libro, pero les voy a hacer una sencilla lista:
-Amarre, de alquiler o propiedad. Y aunque sea de propiedad genera más gastos porque es parte de una concesión, que por cierto tiene un fin.
-Gastos de luz y agua.
-Una varada anual. Pintar fondos. Cambiar ánodos de sacrificio. Estancia en varadero.
-Una revisión anual de motor. Cambiar filtros de aceite y combustible, cambiar aceite del motor y de la inversora.
-Elementos de maniobra, cabullería y acastillaje. Reparaciones de jarcia fija y de labor.
-Compra, mantenimiento y reparación de velas.
-Mantener al día el material de seguridad para la inspección: bengalas, cohetes, radiobaliza, balsa y botiquín. Revisión de extintores.
-Seguro obligatorio a terceros. Ampliación a remolque.
-Gasto de combustible.
-Embarcación auxiliar y fueraborda.
-Toldos, elementos de confort en cubierta e interior. Complementos.
-Averías e imprevistos: electricidad y electrónica, pérdida de ancla, reparaciones eléctricas, pinturas y barnizados…
De estos comentarios se desglosan las consideraciones que siguen.
Los papeles
Para tener un barco hay que poseer un título y tener la embarcación despachada para la zona en la que queremos navegar. Y cada zona tiene un material de seguridad obligatorio que hay que mantener al día. La Guardia Civil del Mar se encarga de recordárnoslo. El título se renueva cada 10 años. Las revisiones del Certificado de Navegabilidad son cada cinco. Y hay que pagar a la empresa que las realiza.
La tripulación
Su familia o pareja puede acompañarle o no. La mayoría de barcos necesitan cuatro manos como mínimo para manejarse. ¿Tenemos tripulación? O lo que es mejor: ¿Está dispuesta a trabajar? Un barco requiere orden, limpieza, dentro y fuera. Se hace vida a bordo, se cocina. Se ensucia. Se atascan los aseos, los desagües de ducha. La humedad lo invade todo. Hay que tirar de cabos. Hay que revisar baterías, carga, molinete de anclas, estado de los tanques, el frío. En fin, que hay muchos oficios. ¿Estamos dispuestos a hacerlos en solitario? Y de aquí se desprende el siguiente punto.
¿Cuál es mi verdadero programa?
Las posibilidades son inmensas. Navegar a vela, a motor, hacer regatas, travesías, pescar, practicar el esquí, la tabla, el churro, bucear, fondear. Un estudio serio sobre lo que queremos y podemos hacer nos ayudará a saber quién querrá o podrá acompañarnos, porque a la hora de la verdad, el personal tiene obligaciones, otras aficiones, familia, hijos, pareja.
Entonces…¿No me compro un barco?
No es un mal consejo empezar alquilando. Siempre estamos a tiempo de comprar. Pero primero hay que navegar. Probar diferentes barcos, diferentes usos. Además, no hay que ser extremista. Tenemos una solución intermedia: tener un barco pequeño para su uso y disfrute todo el año, y en verano alquilar un gran barco con o sin amigos una semana o quince días.
¿Dónde tendré el barco?
Amarre fijo o boya. Varada en seco en invierno. Meteorología de la zona. Costa con calas y fondeaderos o zona de playas sin resguardo. Club náutico, marina o municipal. ¿Hay club de vela? ¿Hay buenos servicios en el puerto?
Lo que más queremos en esta revista es que usted navegue. Plantearse los puntos anteriores le ayudará a decidir cómo, cuándo y a qué coste.