Teóricamente, eran los dos mejores challengers, y las semifinales lo han confirmado: como en 2021, Ineos Britannia y Luna Rossa Prada Pirelli son los finalistas de la Copa Louis Vuitton y uno de ellos será el rival del Emirates Team New Zealand en la 37ª Copa América. Pero el camino de uno y otro para llegar hasta aquí ha sido muy distinto. Y puede tener consecuencias.
Autor: Kiku Cusí
A los británicos, sorprendentes vencedores del Round Robin, les tocó elegir su rival entre los otros semifinalistas y, como era de esperar, eligieron al más débil, el Alinghi Red Bull Racing. La otra semifinal, entre italianos y norteamericanos, se presentaba más reñida, como así fue.
El Ineos casi se paseó frente al Alinghi. De entrada, se colocó con un contundente 4-0, con enormes diferencias de velocidad. Pero el tercer día el viento quedó reducido a un susurro y aquí se comprobó que el Britannia sufre en estas condiciones. Los suizos maquillaron el marcador hasta un 4-2; pero entonces reapareció Eolo y con ello las grandes diferencias. 5-2 para el Ineos y a la final de los challengers.
Asignatura pendiente
En menos de un mes, los británicos han mejorado mucho, tanto en velocidad como en trabajo de la tripulación; pero tienen aún un agujero con poco viento, sobre todo si aparece la famosa ola de Barcelona que complica tanto las maniobras como el vuelo. Esta es la asignatura pendiente que deben mejorar si quieren enfrentarse con más opciones a los italianos.
Hace meses, Xabi Fernández, uno de los entrenadores del equipo y mano derecha de Ainslie según confesión del británico, reconoció que sus primeras impresiones del Britannia eran que podía ser competitivo, algo que nunca pensó del Ineos de la anterior edición. El tiempo parece haberle dado la razón y el equipo ya está a un solo paso de poder competir por la Copa América, por primera vez en casi un siglo. Siempre se ha dicho que la Copa América no la gana el mejor barco al inicio de la campaña, sino quién consigue mejorarlo a lo largo de la competición. El Britannia es uno de ellos.
Los suizos del Alinghi se van de Barcelona con la cabeza alta. Era un equipo muy joven, aunque sin duda se esperaba más de su BoatOne; no en balde su jefe de diseño, el santanderino Marcelino Botín, había creado el que para muchos era el barco más rápido de la anterior edición, el Patriot norteamericano, que tuvo la desgracia de volcar y no poder seguir compitiendo.
Sea porque el barco no daba más de sí, o porque el equipo no supo encontrar su mejor puesta a punto, o porque la tripulación cometió demasiados errores, los suizos nunca fueron rivales de entidad para los británicos. Sus progresos en los dos años de campaña, sin embargo, han sido espectaculares: ninguno de sus tripulantes se había subido antes a un AC75 y a ratos parecían verdaderos expertos. Mucho mérito para un equipo que debería volver en la próxima edición con más experiencia.
Un gran entrenamiento
La otra semifinal fue mucho más reñida, pese a que un 4-0 inicial pudiera hacer pensar lo contrario. Pero si el 4-0 del Ineos-Alinghi era una verdadera paliza, las diferencias entre italianos y norteamericanos era de unos pocos segundos. En muchos momentos el Patriot II parecía más rápido que el Luna Rossa y los intercambios de posiciones se repetían a menudo. Daba la impresión de que Tom Slingsby y sus hombres no encontraban las teclas adecuadas en cada momento, además de cometer demasiados fallos en las maniobras; en definitiva, les faltaba consistencia, algo que reconocieron tanto el propio Slingsby como el jefe del desafío, Terry Hutchinson.
Del 4-0 se pasó a un inquietante 4-3 para los italianos, que en la séptima regata sufrieron una grave avería: cuando iban en cabeza pasada ya la mitad de la prueba y casi se veían en la final, arrancaron el carro de escota de la mayor. ¿Tendrían tiempo de reparar una avería estructural en menos de 20 horas? Fue una clara demostración de que el Luna Rossa no había llegado a Barcelona sin estar provisto de todo lo necesario para llevarse, por fin, la Copa América a Italia.[Salto de ajuste de texto]El equipo de tierra superó el desafío y sus regatistas se lo agradecieron con la victoria definitiva: 5-3 y a luchar por ser el mejor de los desafiantes. Será su quinta final de la selección de challengers.
Los norteamericanos fueron grandes rivales de los italianos.
Lo bueno de las dificultades sufridas por los italianos en esta semifinal es una de sus grandes bazas para la final contra el Ineos: no solo parecían ser el mejor challenger al llegar a Barcelona, sino que además ahora están mucho más entrenados en superar situaciones al límite. Y es posible que la velocidad de los americanos les haya permitido mejorar su propio rendimiento.
Si analizamos los diseños, se han quedado por el camino el barco más voluminoso (el suizo) y el menos voluminoso (el norteamericano). Los diseños del Britannia y del Luna Rossa tienen diferencias sustanciales; si el de los italianos es relativamente parecido al neozelandés, el de los británicos corta su parte inferior mucho antes y deja su timón muy separado de la continuidad inferior del casco. Y también las velas del transalpino son bastante más embolsadas que las del Ineos.
No olvidemos que tener el barco más rápido es importante; pero que los errores de sus navegantes pueden dar al traste con todas las expectativas. Aunque se trate de navegantes de la talla de Ben Ainslie (el regatista con más medallas olímpicas de la historia), o James Spithill, que lleva disputadas nada menos que siete Copas Américas consecutivas, de las que ha ganado dos. Dos grandes maestros para una gran semifinal.