En los últimos años, términos como derecho, ciclogénesis explosiva, medicanes, DANA/gota fría, ciclones extratropicales, galernas han ganado protagonismo en los medios de comunicación y en las redes sociales. Conocer estas diferencias es fundamental para una navegación segura y para poder tomar decisiones acertadas.
Autor: Enric Agud
Ciclogénesis explosiva, medicanes, DANA, ciclones extratropicales… el uso de este vocabulario técnico ha generado cierta confusión, tanto en la población en general como entre navegantes y aficionados a la vela. Aunque todos describen fenómenos atmosféricos intensos, no son lo mismo y sus efectos en el mar pueden variar mucho. Conocer estas diferencias es fundamental para una navegación segura y para poder tomar decisiones acertadas. Por ello, en este artículo analizaremos cada uno de estos fenómenos.
Derecho, fenómeno raro
Cuando pensamos en grandes tormentas con vientos muy fuertes, las asociamos con huracanes o tornados. Pero, ¿sabía que hay un tipo de tormenta que puede ser igual de violenta?
El 18 de agosto de 2022, en pleno verano, un fenómeno extremadamente violento conocido como derecho atravesó el Mediterráneo occidental y afectó a seis países europeos. Llegó hasta la República Checa, dejando un trágico balance de más de una decena de fallecidos, la mayoría en Córcega. Se trata de un fenómeno muy extraño en Europa.
Un derecho (pronunciado en inglés como “deh-REY-chos”) es un complejo sistema convectivo de tormentas eléctricas muy bien organizado. Se desplaza de forma lineal y a gran velocidad, generando vientos devastadores a su paso. Según la NOAA (Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de los Estados Unidos), un derecho se caracteriza por ser una tormenta de viento extensa y de larga duración.
Un fenómeno se considera un derecho cuando la banda de vientos destructivos se extiende por más de 400 kilómetros y las velocidades del viento superan los 92 km/h. En algunos casos, las rachas pueden superar los 200 km/h, como sucedió en Córcega.
La intensidad del viento en un derecho puede compararse con la de un huracán de categoría 3 en la escala de Saffir-Simpson (178-209 km/h), capaz de provocar daños devastadores: graves daños en casas bien construidas y destrucción de tejados. Además, numerosos árboles pueden quebrarse o ser arrancados de raíz, bloqueando caminos, y los cortes de electricidad y agua pueden prolongarse durante días o incluso semanas.
También puede igualar la fuerza de un tornado de categoría 2 en la escala de Fujita, causando daños considerables, como el desprendimiento de tejados en viviendas sólidas, el desplazamiento de casas de sus cimientos, la destrucción total de viviendas móviles, la caída de árboles grandes y el levantamiento de vehículos.
Sin embargo, a diferencia de los huracanes y de los tornados, cuyos vientos giran en espiral, los vientos de un derecho se desplazan en línea recta.
Ciclogénesis explosiva
Una ciclogénesis explosiva (nombre técnico y más utilizado en los medios) es una perturbación que se intensifica muy rápidamente, alcanzando valores de presión extremadamente bajos.
En latitudes más altas, puede provocar descensos de presión de hasta 24 hectopascales (hPa) en menos de 24 horas en el centro de la borrasca. Sin embargo, en latitudes como la de España, la variación suele ser algo menor, alrededor de 20 hPa en 24 horas. Estos cambios tan bruscos en la presión atmosférica generan vientos muy intensos, que pueden superar los 140 km/h. Además, una ciclogénesis explosiva suele ir acompañada de lluvias intensas y un potente temporal marítimo. Suelen formarse en invierno y a principios de primavera.
En los países anglosajones también se emplean otros términos. En Estados Unidos se prefiere bombogenesis, y los medios optan por Weather Bomb (Bomba meteorológica), un término más sensacionalista para describir el mismo fenómeno. En Inglaterra, los medios también prefieren Weather Bomb, mientras que a nivel técnico y formal se emplea, como aquí, Explosive Cyclogenesis.
Las ciclogénesis explosivas se forman en el Atlántico y entran por el golfo de Vizcaya con unas condiciones muy duras. Debido a su potencia, estas depresiones reciben nombre propio.
Medicanes
Según la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET), el término medicane hace referencia a ciclones mediterráneos que presentan características tropicales. Aunque su definición sigue siendo objeto de discusión, se trata de borrascas marítimas muy intensas acompañadas de fuertes vientos. Son sistemas pequeños, con un diámetro inferior a 200 km generalmente y, en muchos casos, cercano a los 100 km, con un núcleo cálido profundo. Se distinguen por sus bandas de nubes organizadas en espiral alrededor de un ojo central libre de nubosidad.
Los medicanes generalmente se desarrollan en áreas donde hay una borrasca fría en altura (aire frío en la parte superior de la troposfera, a unos 5.000 metros de altura, por ejemplo), con poca cizalladura vertical (es decir, poca diferencia en la velocidad y dirección del viento entre distintas altitudes) y, a menudo, sobre una zona de bajas presiones en la superficie (una borrasca en superficie).
La trayectoria de estas borrascas, totalmente desvinculadas del patrón de circulación general, es muy errática, como ocurre con las DANAs. Son fenómenos poco comunes; en promedio, se forman uno o dos al año, y la mayoría no alcanza la intensidad suficiente para ser considerados huracanes.
Normalmente, los medicanes se forman en noviembre, diciembre y enero a partir de borrascas intensas. Debido al calentamiento global, el mar cada vez retiene más calor, proporcionando suficiente energía para que otras perturbaciones más pequeñas puedan transformarse en medicanes.
El medicane Qendresa, ocurrido en noviembre de 2014, afectó a Malta con una intensidad equivalente a un huracán de categoría 1. Registró vientos sostenidos de 100 km/h, con rachas cercanas a los 160 km/h. La presión en su centro fue extremadamente baja, de 979 hPa. En Lampedusa, Italia, los vientos sostenidos de hasta 140 km/h causaron graves daños.
El último medicane importante ocurrió hace un año, cuando el Numa se desplazó desde el extremo sur de Italia hasta el sur de Albania y el este de Grecia.
El medicane Daniel pasó a la historia por su destrucción extrema en Libia en septiembre de 2023, dejando una devastación sin precedentes. Se formó en el Mediterráneo y, al llegar al país, provocó lluvias intensas que hicieron colapsar dos presas cerca de la ciudad de Derna. Esto desató una enorme riada que arrasó barrios enteros y dejó miles de muertos y desaparecidos.
Borrascas extratropicales
¿Alguna vez ha oído hablar de una borrasca extratropical? Se trata del tipo de borrasca que afecta a España fuera del verano. Son sistemas de baja presión que se forman en latitudes medias y altas, lejos de los trópicos, y que provocan cambios importantes en el tiempo.
Son las borrascas que se desplazan por Europa. Se caracterizan por la presencia de frentes bien definidos: frente frío, frente cálido y frente ocluido. Según su intensidad, pueden provocar lluvias fuertes, nevadas o incluso vientos huracanados.
En invierno, algunas de estas borrascas se intensifican rápidamente, dando lugar a lo que los meteorólogos llamamos ciclogénesis explosiva (comentado anteriormente). Esto ocurre cuando la presión atmosférica cae bruscamente en poco tiempo, generando temporales muy fuertes con rachas de viento extremas y lluvias intensas.
En resumen, las borrascas extratropicales son las grandes protagonistas del tiempo invernal en España y Europa, aunque también nos visitan en otoño y primavera.
Los ciclones extratropicales, también llamados borrascas, son muy diferentes de los ciclones tropicales, como los huracanes o tifones. Mientras que los ciclones tropicales nacen sobre aguas cálidas y tienen un ojo bien definido en su centro, las borrascas se forman en latitudes más altas, lejos del calor tropical.
Otra gran diferencia es el tamaño: las borrascas pueden extenderse por miles de kilómetros y afectar a áreas muy grandes, mientras que los ciclones tropicales suelen ser más compactos y concentrar toda su fuerza en una zona más reducida.
Galernas en el Cantábrico
Una galerna es un fenómeno meteorológico caracterizado por un viento repentino, intenso o muy intenso, con rachas violentas, que se origina principalmente en el mar Cantábrico. Puede ir acompañado de lluvias o presentarse de forma seca y suele darse en primavera o verano. Lo que hace especialmente llamativas a las galernas es su brusquedad: en cuestión de minutos, el tiempo pasa de ser tranquilo y cálido a transformarse en un vendaval peligroso, con un descenso abrupto de la temperatura y un fuerte oleaje en el mar.
Existen distintos tipos de galerna:
- Galerna clásica o típica: Este fenómeno ocurre en la costa del Cantábrico, principalmente en primavera y verano. Comienza con un ambiente relativamente tranquilo y temperaturas altas, hasta que, de manera repentina, irrumpen fuertes vientos del noroeste, acompañados de un brusco descenso térmico y un incremento del oleaje.
- Galerna frontal: Este fenómeno está relacionado con el paso de un frente frío bien definido. Su llegada provoca un cambio súbito en la dirección y fuerza del viento, acompañado de un notable descenso de temperatura y la posibilidad de tormentas intensas.
- Galerna seca: Se distingue por la falta de precipitaciones. Aunque el viento y la caída de temperatura son igual de repentinos que en las galernas tradicionales, no vienen acompañados de lluvia, lo que puede crear una falsa sensación de menor riesgo.
A lo largo del tiempo, las galernas han sido un peligro para marineros y pescadores, ya que pueden sorprender a las embarcaciones sin advertencia. Sin embargo, los progresos en la predicción meteorológica permiten identificarlas con mayor antelación, disminuyendo sus riesgos.
En el caso de las galernas típicas más fuertes, el viento medio puede alcanzar los 80 km/h en la zona de máxima intensidad. Sin embargo, la mayoría de las galernas típicas no alcanzan valores tan altos; cuando no sobrepasan los 60 km/h, se les denomina galernillas.
Lo más peligroso de una galerna no es solo la fuerza del viento, sino la súbita intensificación y cambio de dirección. A su paso, provoca un descenso abrupto de temperatura, que puede alcanzar hasta 12 °C en solo 20 minutos, mientras que la humedad relativa se eleva casi al 100 %. Poco después del giro del viento, suelen aparecer nubes bajas y bruma.
Una galerna típica empeora rápidamente el estado del mar, generando un oleaje que puede hacer volcar embarcaciones pequeñas. Además, representa un riesgo en las operaciones de aterrizaje y despegue en los aeropuertos, especialmente en la cornisa cantábrica, donde están situados cerca del mar. También puede ser peligrosa en la costa y las playas.
Gota Fría – DANA
Los términos DANA (Depresión Aislada en Niveles Altos) y Gota Fría hacen referencia al mismo fenómeno meteorológico. Se trata de una depresión en las capas altas de la troposfera, por lo que no es visible en los mapas meteorológicos de superficie. Sin embargo, si esta depresión afecta a todos los niveles, incluyendo la superficie, pasa a denominarse borrasca fría aislada.
Los episodios de lluvias torrenciales están ligados a nuestra historia. La devastadora y extraordinaria DANA de Valencia del pasado 29 de octubre es un duro ejemplo. Turís (Valencia) alcanzó 771 l/m2 en 24 horas, de los cuales 185 l/m2 se acumularon en tan solo una hora, récord de España en ese período.
No todas las DANAS provocan precipitaciones intensas, tormentas violentas, vendavales o inundaciones. Su impacto depende de varios factores, como su ubicación, la cantidad de aire húmedo en niveles bajos, la temperatura del agua del mar, la estación del año, el relieve y la presencia de aire frío en altura.
En otoño, cuando el mar aún conserva el calor del verano, las DANAS pueden ser especialmente peligrosas. Estos sistemas atmosféricos se caracterizan por su comportamiento errático e impredecible, influenciado por las cadenas montañosas y las aguas cálidas sobre las que se desplazan.
A diferencia de las borrascas comunes en nuestras latitudes, que suelen avanzar hacia el este, una DANA puede permanecer casi estacionaria durante días, moverse en dirección contraria al flujo habitual o incluso describir trayectorias irregulares, como un movimiento de yo-yo, avanzando y retrocediendo.
Un futuro más extremo
En un futuro más cálido, los fenómenos meteorológicos extremos se intensificarán. Aunque no hay pruebas claras de que el número de DANAS (Depresiones Aisladas en Niveles Altos) aumente, sí se espera que su intensidad crezca.
El aumento de la temperatura global implica que los océanos se calienten, lo que genera más vapor de agua en la atmósfera. Esto, a su vez, favorece la formación de nubes con mayor contenido de agua, lo que provoca precipitaciones más intensas y vientos más fuertes.
Este cambio ya es visible, especialmente en la navegación. Los veleros y embarcaciones se enfrentarán a condiciones más variables, con posibles cambios repentinos en el viento y tormentas más intensas, lo que exigirá mayor preparación y flexibilidad por parte de los navegantes.
Posiblemente, los navegantes deberán ajustar sus estrategias de navegación y planificación de rutas para adaptarse a las nuevas condiciones del mar, garantizando una experiencia más segura y controlada en estas aguas más impredecibles.
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