La vela oceánica ha ido restringiendo progresivamente los reglamentos y adoptando fórmulas monotipo como resultado de decenios de filosofía open. Cada vez queda menos espacio para la innovación ¿Es éste el camino?.
Autor: Santi Serrat
La regata oceánica, tal como la entendemos en nuestros días, se inició en la segunda mitad del siglo XX con una filosofía abiertamente open. En las primeras OSTAR a través del Atlántico competían todo tipo de barcos, incluso multicascos junto a monocascos. La propia Golden Globe de 1968, fue un ejemplo del concepto open: con dos trimaranes entre los nueve salidos, el interés de la regata se centraba no sólo en quién ganaba, sino en qué barco navegaba. De esta época pionera destacan los desarrollos de Éric Tabarly que pudieron concebirse y crearse en un entorno claramente open en el que las innovaciones tecnológicas en los barcos fascinaban casi tanto como la aventura humana asociada a ellos.
Las normas ORC-IOR pusieron orden a la vela oceánica en las primeras Whitbread y, en sus inicios, la BOC Challenge y la Vendée Globe estructuraron sus clasificaciones para monocascos agrupados por esloras, pero con una filosofía abiertamente open en cuanto al diseño. En 1991, nació la Clase IMOCA y con ella el concepto de box rule tal como ha llegado hasta nuestros días.
El concepto de la regata oceánica en barcos monotipos también tuvo su inicio paralelo al del open. La primera aproximación fue con la Course de l’Aurore en 1970, competición que se navegó en barcos de serie y que en 1977 pasó a disputarse en tiempo real en half tonners IOR. Convertida en 1980 en el Course du Figaro, finalmente acabó navegándose con monotipos Figaro Bénéteau I en 1991 y con Figaro Bénéteau II a partir de 2003.
En 1977 se celebró la primera Mini Transat y, tras la regata, se creó la Clase Mini que ha sido sin duda la clase más influyente en el desarrollo de la vela oceánica en monocascos open. Basta revisar algunos de los desarrollos creados inicialmente en los prototipos de estos fascinantes laboratorios para constatarlo: las dos palas de timón en regata, la eslora de flotación igual a la del casco, las quillas con bulbo, las mayores con destacados positivos de baluma, los tanques de contrapeso lateral, el alerón giratorio a proa para mejorar el equilibrio de la caña en ceñida, la orza móvil a proa del palo para mejorar el rendimiento del piloto automático en ceñida, el palo de carbono y la jarcia firme de kevlar, la quilla pivotante y las orzas laterales asimétricas han sido avances tecnológicos significativos en el desarrollo de los monocascos de vela oceánica.
Por su parte, la propia Clase IMOCA hizo evolucionar estas ideas y otras propias en el inflexible banco de pruebas de la Vendée Globe. Estas normas de diseño y construcción siguieron un principio basado en la seguridad y en la contención de presupuestos. En 1996 nació la Ocean Racing Multihull Association (ORMA) con el objetivo de regular los multicascos de 60 pies. La ORMA creó una box rule que mostró sus carencias en la Ruta del Ron 2002 en la que de los 18 trimaranes salidos, sólo tres consiguieron llegar, contabilizándose cinco vuelcos, cinco barcos con daños estructurales y una rotura de palo. Esta debacle significó el canto del cisne de los ORMA y de las alegrías del concepto open aplicado a los multicascos.
En la Whitbread, los monocascos con tripulación pasaron de las normas ORC-IOR a las VOR60 de la Volvo Ocean Race, y la box rule de la clase se fue restringiendo en los VOR70 hasta acabar en el monotipo VOR65 en ciernes. Por su parte, la ORMA ha renacido con los MOD70, trimaranes monotipo en los que se ha hecho especial hincapié en la seguridad.
En la actualidad, el panorama de la regata oceánica internacional ha basculado hacia el concepto monotipo (MOD70, VOR65, Figaro Bénéteau II) y tan sólo la Clase Mini y la IMOCA mantienen el concepto open en la concepción de los barcos.
La IMOCA por su parte ha evolucionado restringiendo las normas de las quillas y los palos en aras de la seguridad y de una contención presupuestaria que aún no está clara. La innovación tecnológica es una de las esencias del concepto open y hay los actuales monotipos oceánicos como los MOD70 y el VOR 65 son el resultado de décadas de evolución de las clases open, como la Mini, la IMOCA y la ORMA. La propia Clase Figaro, hasta ahora paradigma del monotipo oceánico, cambió en 2003 hacia el Figaro Bénéteau II como resultado de la evolución del diseño de los IMOCA Open 60 y los extraordinarios minis.
¿Qué espacio queda ahora para la innovación? Reducido, sin duda, y hay que tener en cuenta que en toda la vela oceánica los “inventos” de la década más rabiosamente open de nuestro deporte constituyen la base tecnológica con la que se han diseñado máquinas asombrosas capaces de cruzar los océanos a velocidades inimaginables pocos años atrás y hacerlo con niveles de seguridad también antaño impensables. Como afirmaba Pierre Bojic en la última mesa redonda organizada por la FNOB: “Hay que tener en cuenta que la naturaleza del hombre es siempre ir más lejos y no hay que detener esta voluntad de innovar.”