Los pueblos costeros del levante mediterráneo están de sobras acostumbrados a las riadas repentinas y los temporales de final de verano. Es la época preferida de la denominada gota fría.Texto e ilustración de Isidro Martí.
La gota de aire frío es un área relativamente pequeña de bajas presiones en altura, y lo que más las caracteriza es que no son reconocibles en el mapa de superficie, por lo que tradicionalmente se han ganado la fama de imprevistas.
Tienen una circulación ciclónica mucho más acusada en altura que en el suelo, asociada a una masa de aire frío en altura, que está rodeada por un aire más cálido, con una diferencia de al menos 5 grados centígrados. En el mapa de 500 hPa se observará una borrasca con isotermas señalando temperaturas claramente inferiores a las de los sectores que les rodean, mientras que en el mapa de superficie puede haber un anticiclón o como máximo una débil circulación ciclónica. La gota fría no es ni más ni menos que una borrasca fría en altura.
El hecho de que en los mapas isobáricos en superficie no aparezcan bajas presiones inestables hace que un primer vistazo a las previsiones meteorológicas de la zona pueda enmascarar dicha inestabilidad en altura. Aunque esté en altura puede generar problemas de chubascos y grandes precipitaciones, alterando tanto las zonas costeras y sus rieras como la navegación mediterránea en otoño.
Al cabo de un cierto tiempo de su formación las gotas frías suelen adquirir reflejo en superficie por lo que aparece una clara depresión en los niveles bajos.
Génesis de las gotas frías
La gota fría proviene de un chorro polar con un índice de circulación alto, que tras una progresiva ondulación del mismo, asociada a una disminución del índice de circulación, provoca una rotura del chorro.
Esta rotura se ha desgajado en un avance de una gota de aire frío con circulación ciclónica hacia latitudes más bajas. Esta gota queda entonces aislada en el aire cálido de latitudes más benévolas y el chorro polar se reconstruye en su flujo normalizado más hacia el Norte.
Efectos inmediatos
El resultado final es una depresión constituida por aire frío y aislada en la troposfera media y alta. Esta es la razón que hoy en día se las denomine técnicamente “depresión aislada en niveles altos.” Como cada vez gustan más los acrónimos podremos hablar entonces de DANA, como sinónimo de gota fría.
Como curiosidad, el proceso contrario al de la formación de una gota fría es el de una génesis de burbujas cálidas, con anticiclones de bloqueo, constituidas por aire cálido en altura aislado en latitudes altas.
Las gotas frías pueden dar lugar a una gran inestabilidad atmosférica, con tormentas y chubascos, potenciadas sobre todo si el aire en superficie es muy cálido y húmedo, como viene siendo habitual sobre el área mediterránea a final de verano y a principio de otoño. Dicho aire cálido asciende, por lo que condensa entonces su humedad y genera lluvias torrenciales.
Suele ocurrir también que por razones meteorológicas y geográficas la gota fría se estaciona sobre la costa levantina de la península, y si además se establecen vientos de levante cálidos y cargados de humedad, se produce un choque térmico y posterior condensación que genera las precipitaciones. No se acerca entonces una borrasca en superficie como suele ser habitual, sino que aparece una gigantesca ducha fría desencadenada por viento del Este. Este viento genera el efecto de la broma pesada: abre la puerta para que el cubo de agua fría caiga sobre nuestras cabezas.
Las gotas frías presentan fuertes vientos en su periferia, pero con una cierta asimetría, a veces conservan un trozo residual de corriente en chorro.
Las gotas frías son en algunos casos las causantes de las grandes precipitaciones que provocan inundaciones y riadas en el mundo mediterráneo, pero hay que saber que no siempre una gota fría genera grandes chubascos ni todo aguacero intenso tiene su causa en una gota fría. Por ejemplo, si no aparecen esos vientos de levante de que hablábamos, la gota fría no desencadena la súbita condensación.
Las gotas frías presentan fuertes vientos en su periferia, pero con una cierta asimetría, a veces conservan un trozo residual de corriente en chorro. Se desplazan según marca el viento más fuerte, que varía de posición en la periferia, por lo que tienen trayectorias de difícil previsión. En el denominado borde de ataque, o sector delantero de la periferia, es donde se dan los fenómenos de inestabilidad más intensos. Cuando la distribución de vientos se hace simétrica la gota entra en fase de desaparición.
Una gota fría puede reactivarse en el caso de que una vaguada en altura, con su correspondiente onda en chorro, llegue por el oeste. La vaguada es una formación meteorológica en forma de V asociada a una baja presión.
Dificultad para el navegante
Durante el verano suelo consultar en mis navegaciones costeras las páginas de Windguru y Windfinder, tanto en las costas valenciana y catalana como en las islas baleares. Estando fondeado a final de verano, he comprobado que en dichas páginas se les escapa el fenómeno de la gota fría y las acumulaciones de aire frío en altura. Lo que hago entonces es consultar la página PassageWeather, sobre todo en su pestaña de “Visibilidad y Precipitaciones” y es aquí donde sí que se suelen reflejar los chubascos y las lluvias en previsión.
Para poner un ejemplo: mientras que en los parte costeros —Windguru y Windfinder— no se avisan los vientos costeros fuertes, e incluso en la pestaña de “Viento” de PassageWeather tampoco, en la pestaña de “Lluvia” sí que aparecen precipitaciones intensas que, por supuesto, suelen llevar asociados repentinos golpes de viento y chubascos que pueden ser de una intensidad repentina e inusitada.
Recomiendo a los navegantes mediterráneos a final de verano consultar atentamente la página “Visibility and Precipitation” de PassageWeather. Les puede plasmar una gota fría.