La súbita muerte de peces y todo tipo de vida en las aguas del Mar Menor nos han de llevar a una reflexión seria sobre el futuro del que podrán disfrutar nuestros hijos en las aguas del Mediterráneo. Texto e ilustración de Isidro Martí
Verano de 2016. Debido a un masivo incremento de nitratos y sales en las aguas del Mar Menor y provocar un aumento de los nutrientes, en buena medida a causa de los vertidos agrícolas, se produce un efecto de “eutrofización”, lo que se traduce en un crecimiento desmesurado de microorganismos que volvieron el agua de color verde.
Este fenómeno desencadenó la desaparición de en torno al 80% de las praderas submarinas de posidonias. Sí, ha leído bien, estimado lector. El 80% por ciento. Vaya, que se cargaron prácticamente toda la posidonia del Mar Menor. Hace ya tres años.
Año 2019: las lluvias torrenciales afectan a la zona generando importantes arrastres al Mar Menor, lo que desencadena la muerte de ingentes cantidades de peces. Decenas de miles de personas se manifiestan en octubre en Cartagena para exigir soluciones para la albufera.
Vivimos en la era de la imagen. Unas aguas de color verde en 2016 no causaron quizás el suficiente impacto mediático. Pero en 2019 la foto es mucho más dramática: miles de peces boquean en las orillas del Mar Menor a causa de dichos vertidos masivos. La causa son las riadas intensas, sí, pero el problema estaba allí desde hacía años.
Siete empresas agrícolas del Campo de Cartagena y otros quince agricultores tienen que declarar ante el juez en noviembre. El titular del Juzgado los llama en calidad de investigados en relación a una operación de la Guardia Civil en la que se inspeccionó fincas agrícolas de la zona y precintaron 38 desalobradoras no autorizadas y 35 pozos irregulares. Se comprobó cómo algunas de estas plantas estaban disimuladas bajo tierra. Retiraban los nitratos y las sales de las aguas subterráneas de la zona para poder utilizarlas para el riego. Esto genera salmueras que los propietarios de las fincas eliminan a través de ramblas o pozos, pero que acaban vertidas en el Mar menor.
Según el diario regional La Verdad, las plantas clausuradas podrían haber arrojado al Mar Menor unos… ¡Cuatro millones de metros cúbicos de salmueras!
Las investigaciones están en la estela del Caso Topillo, en el que también están señalados ex altos cargos de la Confederación Hidrográfica del Segura y de la Consejería de Agricultura murciana.
Desalobradora, según el Diccionario de Neologismos, es una instalación industrial para quitar la sal del agua del mar o de acuíferos y convertirla en agua potable o apta para el riego. Según el mismo diccionario, en el apartado “Contextos”, se puede leer:
El 11/ 02/ 2012 en La Verdad de Murcia
“El programa de desalinización masiva tiene similitudes con la burbuja inmobiliaria porque no hay suficientes compradores para un agua que es tres veces más cara que la del Trasvase Tajo-Segura si se trata de los abastecimientos, y cinco veces si es para los regadíos. De las 21 plantas proyectadas en el litoral (sin incluir las desalobradoras), la mitad sigue en construcción.”
Corolario
En 2016 leí la noticia del Mar Menor verde. Reconozco que no le presté la atención que se merecía. Pero los peces muertos en la orilla me despertaron un evidente desasosiego. Hace pocos días, en una televisión generalista aparecía un preocupado agricultor afirmando que “quizás era el momento de volver al cultivo de secano”, tradicional de la zona hasta la proliferación de cultivos con riego masivo. La Verdad de Murcia ya apuntaba el problema en 2012.
No tengo ni idea de agricultura, de regadíos, de urbanismo sostenible, y mucho menos de trasvases de ríos. Todo el entramado es complejo, política y humanamente. Pero sí sé la normativa que tenemos que cumplir las embarcaciones y puertos deportivos en la gestión de aguas negras, contaminación, vertidos al mar, etc. Y por supuesto, la prohibición de fondeo en zonas de posidonia, comprobando las cuantiosas multas, con toda la razón, que se imponen a los navegantes profesionales y deportivos que las incumplen.
También sé que lo ocurrido en el Mar Menor se conocía desde hace años, y que algún juez sospecha no sólo de los agricultores implicados, sino también de altos cargos de organismos reguladores.
No me gustan las multas, ni las denuncias, ni la caza de brujas, pero reconozco que me invade una oleada demagógica al respecto: llevo décadas viendo la cantidad de mierda, vertidos, plásticos y todo tipo de objetos que se vierten al mar cuando hay intensas lluvias y sus consiguientes riadas, lo que me llevaba a sospechar que la normativa de contaminación fluvial no se cumple como se debería. El pobre Mar Menor ha sufrido un cataclismo ecológico que si lo hubiera producido el sector de la náutica deportiva tendría unas multas, penas, e impacto mediático que todos sabemos. Ya va siendo hora que el mar lo cuide todo el mundo, desde la agricultura a los pescadores, los constructores, los inmobiliarios, los alcaldes, los políticos y, por supuesto, los navegantes, pero déjenme decir alto y claro que éstos últimos lo estamos haciendo desde hace muchos años. Al menos la mayoría.
El respeto al mar, los ríos, las albuferas es imprescindible para un futuro sostenible, y tengo la certeza de que el Mar Menor nos ha prevenido de algo que puede ocurrir en el Mar Mayor. Esperemos que los científicos encuentren una solución para el daño causado, mientras los navegantes tenemos que cumplir la normativa de prevención a la contaminación a rajatabla. Todo titulado náutico la conoce de sobras.
Fuentes: Artículo de El País de Virginia Vadillo. Diccionario de Neologismos.
La Verdad de Murcia.