Trucos por Albert Puerto
Vida a bordo
Estiba del vino
Seguramente habrá oído en alguna ocasión que el vino coge grado cuando se bebe a nivel del mar. No sé si esta afirmación es cierta, ni si tiene una base científica. Pero lo que sí les puedo asegurar es que el tinto bebido a bordo tiene un sabor celestial.
La sabiduría popular marinera, esa cultura transmitida por generaciones en las tabernas portuarias actualmente desparecidas, recomienda estibar las botellas en la sentina. Esa zona del barco mantiene unas condiciones de humedad y temperatura muy buenas para conservar el vino. Tanto es así, que compañeros míos han abierto botellas en nuestras antípodas, meses después de estibarlas, y me han asegurado que no solo se han conservado, sino que han mejorado.
La mejor manera de empaquetarlas para que no vayan golpeando entre ellas es introduciéndolas en calcetines viejos, una botella en cada calcetín. Así se evitará que vayan golpeando entre ellas, desaparecerá el riesgo de rotura y desaparecerá el sonido de cristal golpeando contra sí mismo. ¡Salud!
Herramientas
La imprescindible cizalla
Esta es una herramienta que por seguridad siempre estará a bordo de un velero. En el fatídico caso de que se venga abajo el palo existen muchas posibilidades de tener que cortar la jarcia y enviar el palo al fondo para evitar golpes y perforaciones en el casco. Según sea la jarcia de cable o de varilla, la cizalla variará en sus cuchillas. Las cuchillas de una cizalla de cable son rectas, mientras que las de una cizalla para varilla rígida tienen ángulo. La razón no es otra que la de atrapar la varilla sin que resbale mientras se procede a cortarla. La especificación de la cizalla adecuada dependerá del tipo de jarcia y del diámetro de ésta. Las cizallas manuales permiten cortar cualquier jarcia de veleros de pequeño y mediano porte. Pero cuando se trata de varillas en grandes unidades ya es necesario contar con cizallas hidráulicas o herramientas de corte por disco.
Las cizallas permiten cambiar las cuchillas de corte, por lo que no se dudará en sustituirlas cuando no se puedan garantizar sus características exigidas de corte. Y será muy importante tener muy claro su lugar de estiba, pues en caso de necesidad su pronta utilización puede marcar diferencias en el resultado final del percance.
Normalmente cuando se rompe un palo no lo hace a la altura de cubierta, sino a la altura de alguna de las crucetas. El tramo que se desprende siempre cae a sotavento, y casi nunca sobre cubierta, sino que queda apoyado en el costado y sujeto por la cabullería que discurre por el interior. Siempre se intentará recuperar el palo depositándolo en cubierta, pero para minimizar el riesgo de que pueda perforar el casco, no se dudará en cortar y enviarlo al fondo. Lo que sí hay que tener siempre presente es de no arrancar el motor hasta que toda la cabullería y la jarcia estén a pique o a bordo, pues sin palo el motor será casi su único medio de locomoción, y no debe arriesgarse a que cualquier cabo quede atrapado en la hélice.
Seguridad
Formas de remolcar
Cuando los motores de un barco se niegan a funcionar solo existe la solución del remolque. Un velero es más autosuficiente, pero la falta de viento obliga también al remolque en caso de fallo en el motor.
El remolque abarloado exige un mar llano, por lo que sólo es aconsejable en aguas interiores. Si el remolcador es una neumática se podrá aguantar un poco de oleaje aunque con el riesgo de rayar la superficie del casco. En el caso de remolque abarloado el remolcador pone la propulsión y el remolcado el gobierno. El remolcador se amarrará con largos y springs, siendo decisivo el spring de proa para obtener unos buenos resultados, pues es el que transmite la propulsión yendo avante. Los traveses darán solidez al conjunto y en la maniobra de dar atrás sin que se separe el remolcador.
El remolque tradicional se usa en mar abierto, con oleaje, y en largas distancias. El cabo de remolque será muy largo y flexible, de tipo trenzado, como el de fondeo o el de las amarras. Se deberá dar una distancia tal que el cabo no salga del agua con los tirones. Incluso se lastrará el cabo para aumentar la catenaria en el cabo de remolque.
El barco remolcado montará un cabo sujeto a cuantos más puntos fijos y resistentes puedan, afirmando a este cabo el remolque. Si se trata de un velero, se pueden usar como puntos fijos los winches de génova y el palo, si es pasante. Si se trata de una embarcación a motor, tendrá que usar las cornamusas y el molinete del ancla. En los cambios de dirección, que se harán suavemente, el barco remolcado seguirá el radio de curvatura marcado por el remolcador, nunca intentará acortar la circunferencia. Se dejará un buen cuchillo a mano por si es necesario picar el cabo de remolque ante una emergencia.