La Ruta de la Sal cumple tres decenios. Se dice rápido, pero si vaciáramos el cofre de los recuerdos que se acumulan desde aquella primera edición de 1989, pocos serían los navegantes de crucero que no encontrarían en él una evocación de su propia historia como navegantes. Y este es precisamente su capital, su gran logro. La Ruta de la Sal ha sido escuela de navegantes, ha contribuido a forjar proyectos, ha creado amigos y tripulaciones, ha formado a navegantes y, no menos significativo, ha sido y es el crisol que ha permitido hacer realidad el primero de los sueños de aventura de muchos navegantes noveles: la travesía hasta las islas.
Fue su creador, Pepe Ferrés, quien en un el Marítimo de Barcelona me informó, cuando yo estaba buscando barco por el método de preguntar por tertulias y pantalanes, que había un North Wind 40 gemelo del suyo en venta en Bayona. Lo compré y lo traje navegando desde Galicia al Marítimo. Cuando llegué Pepe estaba en el pantalán. Tras cuatro intentos fallidos de meter el barco por popa en el atraque, me gritó con la amarra en la mano: “Bueno qué…¿Tú quieres entrar o salir?”. Pepe era así, igual te soltaba un moco que te daba el mejor consejo de tu vida. Nunca se lo agradeceré lo bastante. Con aquel diseño de Angus Primrose, el Samba, aprendí y entendí qué es la navegación de altura. Así conocí a Pepe, de forma casual, curioseando por los pantalanes, y así encontré a un tutor que me dio las primeras lecciones sobre puesta a punto de un crucero y con quien, ya como director de la revista YATE, colaboré en la difusión de la regata que él había creado, participando también como revista en varias de sus ediciones.
Ese el recuerdo que hoy, 30 años después, surge de mi cofre de navegante cuando pienso en lo que la Ruta de la Sal ha significado para mí y, estoy plenamente seguro, para miles de navegantes: una academia de crucero y de regata en la que tú eres tu propio profesor, pero en la que, en la previa reunión de patrones, en los pantalanes avituallando el barco o haciendo los últimos apaños, de noche durante la travesía o ya llegados a puerto, sabes que cuentas con el calor y la experiencia de todos quienes han participado.
Pero si cada año la Ruta de la Sal es ya en sí misma un acontecimiento mediterráneo, esta edición tiene un significado especial. No solo por el aniversario, sino porque por primera vez la Ruta saldrá de tres puertos diferentes y facilitará la incorporación de la flota balear: desde Port Ginesta, desde Dènia y desde Andratx. Es la única regata de altura en el Mediterráneo con tres puertos de salida.
No acaba aquí la capacidad de reinvención de la Ruta de la Sal. Este año incorpora también una categoría féminas, en la que para entrar el velero deberá contar con una patrona y al menos el 50% de la tripulación deberán ser mujeres. Se ha creado también una categoría para catamaranes de gran porte y otra para veleros Hanse, y se realizará una exposición fotográfica con las mejores imágenes de la historia de la regata en la que muchos se reconocerán.
Clásica y viva, experiencia individual y colectiva, punto de encuentro, de competición y camaradería, de aventura y descubrimiento, de esfuerzo y diversión… Si la Ruta ocupa por mérito propio un lugar destacado en la historia de la vela de crucero, hacerla es una experiencia que queda grabada para siempre en quienes la corren.
German de Soler