Uno de los verbos más bonitos y poderosos en todas las lenguas del mundo es “escoger”. Esta capacidad refleja nuestra libertad, nuestra toma de decisión y nuestra responsabilidad. En el contexto del medio ambiente, “escoger” se convierte en un acto de esperanza para el futuro del planeta.
Autora: Anna Bozzano
Podemos escoger actuar para preservar los mares y océanos, o continuar viéndolos como fuentes inagotables de recursos. La elección es clara y determinante. La protección de los océanos no solo es una decisión ecológica, sino también una elección económica y social que garantiza nuestra supervivencia.
Los océanos producen más de la mitad del oxígeno que respiramos, gracias a organismos como las cianobacterias, el fitoplancton, las macroalgas y las plantas marinas. Además, desempeñan un papel crucial en la lucha contra el cambio climático, al absorber mucha de la contaminación que lanzamos a la atmósfera. También son una fuente vital de alimento, tanto que más de tres mil millones de personas dependen del pescado como fuente principal de proteína.
Sin embargo, el 97,2% de los océanos está impactado por actividades humanas, dejando solo un 2,8% para regenerarse sin apenas interferencias antropogénicas. Las aguas internacionales, que constituyen el 60% del océano, están fuera de la jurisdicción de los países, lo que las hace aún más vulnerables a la explotación indiscriminada. En este contexto, la protección de las zonas costeras y de las de alta mar se presenta como una necesidad urgente.
El reto: gestionar los recursos
Uno de los principales desafíos recientes en la conservación marina es el reparto de los recursos genéticos marinos, derivados de plantas y animales marinos, con un valor potencial enorme en áreas como la farmacología, la producción de nuevos alimentos y los procesos industriales. Sin embargo, el valor económico de estos recursos es todavía incierto, lo que complica su gestión y reparto de manera equitativa. La solución es la de crear Áreas Marinas Protegidas (AMP), donde se prohíben las actividades extractivas de cualquier tipo, así como la minería marina, permitiendo que los ecosistemas marinos se regeneren de forma natural.
Estos espacios no solo contribuyen a la conservación de especies y hábitats, sino que también desempeñan un papel crucial en el aumento de la biodiversidad.
Eficacia de las áreas marinas protegidas
Las AMP son una de las herramientas de conservación más exitosas que tenemos. Varios estudios han demostrado que las AMP favorecen la regeneración de las poblaciones de peces en las áreas circundantes, lo que a su vez contribuye a la sostenibilidad de la pesca a largo plazo. Los peces, crustáceos y cefalópodos que se encuentran en las AMP tienen mayores tamaños reproductivos, lo que significa que generan más descendencia, asegurando la regeneración de las especies marinas. Asimismo, las AMP ayudan a aumentar la resiliencia de los ecosistemas frente al cambio climático, proporcionando refugios naturales y mejorando la calidad del agua.
Éxitos en la conservación marina
La Gran Barrera de Coral en Australia, el Parque Nacional de las Galápagos en Ecuador y el Parque Nacional Marítimo de Komodo en Indonesia son ejemplos de renombre en la conservación marina. Así mismo, zonas como cabo Pulmo en México, donde la biomasa de peces aumentó más del 400% en solo 10 años de protección, y el Parque Marítimo-Terrestre de Cabrera en España, que ha llegado a albergar una de las mayores concentraciones de nacras (Pinna nobilis), demuestran cómo una gestión adecuada puede revitalizar la vida marina y la economía.
Uno de los mayores acuerdos históricos en tema de protección marina se alcanzó en 2016 en el Mar de Ross (Antártida), cuando 24 países y la Unión Europea decidieron proteger integralmente esta región. Este tipo de acuerdo demostró que la conservación tiene beneficios a largo plazo, que superan a los beneficios inmediatos de la explotación.
En Cataluña, el área marina protegida de las islas Medas genera seis millones de euros al año en actividades como excursiones en barco y submarinismo, con un impacto directo para la conservación del parque y las comunidades locales.
Objetivo 30×30
La expansión de las AMP es un paso crucial hacia la protección de los océanos. En 2023, el Ministerio para la Transición Ecológica de España propuso la ampliación de la Red Natura 2000 marina, lo que llevaría la protección de la superficie marina en el país del 12,3% al 21%. Este tipo de propuestas se alinean con los objetivos globales de proteger el 30% de los océanos para 2030, un propósito establecido en la COP15 de la ONU en 2022. Colombia y Costa Rica ya lo han cumplido con unos años de antelación.
En Cataluña, en 2022, se crearon Zonas de Exclusión Permanente a la Pesca, áreas marinas donde se prohíbe de forma permanente cualquier tipo de actividad pesquera. Estas zonas han demostrado ser efectivas en la recuperación de especies como la merluza, la cigala o el salmonete, de hábitats marinos como el coralígeno o de especies migratorias.
En otras partes del mundo, también se están logrando avances significativos. En agosto de 2024, la ciudad brasileña de Linhares reconoció legalmente sus olas como seres vivos, siendo la primera vez conocida que se le concede personalidad jurídica a una parte del océano.
Escoger la protección de los océanos
Las Áreas Marinas Protegidas son herramientas esenciales para la restauración y conservación de los ecosistemas marinos, generando beneficios tanto para la biodiversidad como para las comunidades locales. No solo preservan la vida marina, sino que también respaldan culturas, economías y modos de vida que dependen del mar, fomentando un desarrollo económico y social sostenible. A través del turismo responsable, las AMP ofrecen oportunidades económicas al equilibrar el crecimiento con la conservación del entorno natural. A medida que más países reconozcan el derecho a la vida de los ecosistemas marinos, avanzamos hacia un futuro más sostenible.
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