Plan ambicioso de Jordi Brufau y Toni Guiu: patronear a medias el Fortuna Lights en la Regata Vuelta al Mundo. Segunda participación española en la Whitbread Round the World Race. Texto e ilustración de Isidro Martí
A los sorprendentemente jóvenes navegantes no se les puede negar la originalidad de la idea: dos patrones con el mismo rango en una regata vuelta al mundo. En otros barcos y otras ediciones, se ha alternado el mando, en diferentes etapas, pero siempre ha habido un único patrón durante la navegación. Las reglas del mar no escritas dictan una norma indiscutible: sólo hay un capitán a bordo. Pero la juventud es innovadora por excelencia, y ambos están decididos a aplicar sus ideas. El plan no se improvisa. Durante la Ruta del Descubrimiento del año anterior, a bordo del Licor 43, ponen en práctica el mismo sistema y les funciona. No ganaron la regata pero llegaron en una honrosa posición tras superar el huracán Lili que sometió a barco y tripulación a rachas superiores a los 70 nudos de viento. Y sin desarbolar.
Pero empecemos por el principio.
Primavera de 1985. Javier Visiers, diseñador del barco e impulsor del proyecto, toma una decisión arriesgada, pero a su entender necesaria: cambiar radicalmente la tripulación del Fortuna Lights a pocos meses de la salida de la regata. El barco y su equipo han conseguido muy buenos resultados en las regatas previas a la Vuelta al Mundo, la presión es muy alta, después de la participación del Licor 43 en la anterior edición, sin duda encomiable, pero con una clasificación discreta a causa de su doble rotura de palo. El proyecto Fortuna tiene muchas posibilidades de conseguir estar entre los mejores barcos.
Hay que situarse en el momento: en el verano de 1985 no había muchos españoles que hubieran participado en la regata, y Jordi Brufau y Toni Guiu lo habían hecho en el Licor 43, el primero en las cuatro etapas mientras que el segundo navegó en la segunda, la más dura, donde la desarboladura había tenido lugar en unas condiciones dramáticas, en medio de un Océano Indico enfurecido. Fueron capaces de apañar un aparejo de fortuna y llevar el barco a la línea de salida de Auckland. A esto había que añadir la seria campaña que habían realizado el Licor en el invierno del 84. Y ya no lo hicieron como tripulantes, estrenándose como patrones en una edición muy dura, con un barco pesado y una tripulación entusiasta.
La decisión está tomada: Visiers confía a Brufau y Guiu el mando del barco. Tienen que traerlo desde Fort Lauderdale, Florida, y ponerlo a punto tras la rotura del palo en el inicio del transporte de vuelta, además de haber sufrido una varada que le causó daños estructurales en dos varengas. Entre las averías y el cambio de tripulación, el calendario se viene encima y apenas hay tiempo. Tabacalera, como patrocinador, es una marca que no espera sorpresas desagradables, más bien al contrario, buenos resultados en un proyecto que apostaría por el futuro de la vela española.
Los nuevos patrones no se arrugan ante las premuras de la campaña: aprovechan el traslado desde Estados Unidos hasta Bilbao para conformar la tripulación. En el puerto vasco varan el barco y lo ponen a punto para estar en la línea de salida de Gosport, Portsmouyh el 28 de Septiembre de 1985.
Tras unos meses frenéticos y una noche sin dormir para acabar de estibar el barco, el Fortuna Lights cruza la línea de salida en las aguas del Solent. Se había conseguido el primer éxito, pero Visiers mantine la presión: “Os he puesto un barco ganador en esta línea de salida”.
El Fortuna Lights no ganó la regata. Se clasificó sexto en la general con quince barcos inscritos. La Whitbred ya no era una carrera de resistencia donde lo importante era llegar. Las veteranas tripulaciones y patrones neozelandeses, franceses, suizos y holandeses eran expertos y curtidos navegantes que llevaban varias ediciones a sus espaldas y transatlánticas en solitario. Mientras el Fortuna reparaba averías, L’Esprit d’Equipe cambiaba palo y quilla para mejorar velocidad, siendo justo ganador en una regata que navegó de una forma impecable. Pierre Fehlmann, en su UBS ganó en tiempo real con su maxi. Ni siquiera Tabarly o Peter Blake se pudieron llevar la victoria.
Brufau y Guiu hicieron lo que debían: cohesionar una tripulación en un tiempo récord para una campaña de estas características y no cometer errores que les llevaran a un accidente tanto en lo personal —hombre al agua, accidentes—, como en el barco. Sabían lo que era romper palo. Además navegaron de la mejor forma posible con los medios que disponían y las condiciones que se encontraron. Comparado con la clasificación anterior y las posteriores, el tiempo ha ido colocando al Fortuna Lights en una posición correcta, que animó a Tabacalera a apostar por la vela oceánica española. Visiers continuó la saga. Éramos solventes y fiables.
No les voy a hacer números de clasificación. Les haré números de edad. De los seis navegantes que hicieron la vuelta al mundo completa en el Fortuna, su media de edad no llegaba a los 24 años. A la sorprendente juventud de Brufau y Guiu como patrones les acompañó un núcleo de jovenzuelos que demostraron una madurez fuera de toda duda.
Pero esa madurez se demuestra si tus patrones, que eran jefes de guardia en cada caso, saben lo que hacen, demuestran solidez en sus decisiones, exigen lo que saben pueden exigir sin nunca pedir lo que ellos no hubieran sido incapaces de hacer. Toda la tripulación del Fortuna tuvo unos maestros fuera de toda duda. En el año 85, con los trajes de agua de la época, con unos diseños IOR de carena que no eran precisamente buenos planeadores, meterse en el Indico Sur, en las latitudes australes, con el espí de tormenta, a planear esas olas salvajes y salir airoso, necesita sensatez, valor, determinación y experiencia. Y el aguante psicológico de 9 meses de campaña continuada, durmiendo en el barco en las etapas, tras tres breves días en hotel, sin viaje a casa de descanso entre etapa y etapa, para seguir manteniendo cohesionado al equipo, mejorando en cada etapa.
Sí, este artículo es partidista porque tuve la inmensa suerte de participar en el proyecto. He intentado distanciarme en mis opiniones, pero el mérito de Brufau y Guiu, en su extrema juventud es incuestionable. Entusiasmo, ilusión y toneladas de sensatez les llevó a una más que correcta clasificación.