Cruza el Atlántico para reproducirse en el Mediterráneo. Alcanza los 75 km/h nadando. Se orienta percibiendo la luz a través del cráneo. Es un pez, pero tiene sangre caliente. Es el ingrediente estrella del sushi caro. Es el atún rojo, Thunnus thynnus, mucho más que una delicia culinaria que alcanza precios exorbitantes en el mercado japonés, es un animal extraordinario.
Autora: Anna Bozzano
Desde que nace con apenas cuatro milímetros hasta que se convierte en un poderoso depredador, el atún desempeña un papel fundamental en los ecosistemas marinos y es altamente valorado desde la antigüedad. Los fenicios, grandes marineros y comerciantes, fueron pioneros en la pesca del atún (Thunnus thynnus) en el Mediterráneo, inventando la técnica de la almadraba que pasaron a los griegos. El filósofo Aristóteles documentó las migraciones del atún, indicando su importancia en la cultura y economía griegas. Los romanos también valoraban el atún, especialmente en salazones y salsas como el garum. Durante la Edad Media, la pesca del atún continuó siendo una actividad significativa en el Mediterráneo. Las almadrabas se perfeccionaron y se extendieron a lo largo de las costas de España e Italia, hasta que en el siglo XIX, con el desarrollo de la industria conservera, el atún se convirtió en un producto alimenticio básico en muchas partes del mundo, se abandonaron las técnicas de pesca artesanales y se empezó a capturar de forma industrial.
Morfología y ecología del Thunnus thynnus
El cuerpo del atún rojo está diseñado para la velocidad, y la resistencia. Su cola en forma de luna, el pedúnculo caudal estrecho, maximiza la propulsión mientras el cuerpo fusiforme e hidrodinámico minimizan el hundimiento. Además, el atún posee una notable característica llamada endotermia regional, gracias a un sistema circulatorio especializado llamado rete mirabile. Este sistema le permite mantener una temperatura corporal entre 5 y 14 grados superior a la del agua circundante, lo que mejora la eficiencia de sus músculos y le da una ventaja en la caza de presas rápidas.
El atún rojo (Thunnus thynnus) también tiene una superficie branquial proporcionalmente 30 veces superior a la de otros peces, permitiéndole extraer una gran cantidad de oxígeno del agua. Su corazón, responsable de transferir la sangre oxigenada de las branquias a otros tejidos, tiene aproximadamente un tamaño 10 veces superior a lo que le correspondería.
Migraciones y orientación
Capaz de recorrer hasta 10.000 km en un año, las largas migraciones del atún rojo están influenciadas por la temperatura del agua y la disponibilidad de presas, son cruciales para su reproducción y, por lo tanto, para su supervivencia. Este comportamiento migratorio resalta su capacidad de adaptación a diferentes hábitats oceánicos y deja abierta la pregunta sobre sus capacidades de orientación. Y aquí el atún rojo nos vuelve a asombrar. En la parte dorsal de la cabeza el cráneo tiene una estructura transparente llamada ventana pineal, que permite la entrada de luz hasta la glándula pineal, ubicada en el cerebro. La glándula pineal juega un papel crucial en la regulación de los ritmos circadianos y estacionales a través de la producción de melatonina. En el caso del atún rojo (Thunnus thynnus), esta regulación es crucial para sincronizar comportamientos importantes como la migración, la alimentación y la reproducción.
La ventana pineal también podría permitir una respuesta más rápida y efectiva a los cambios en el entorno lumínico. Esto es particularmente útil para un depredador pelágico como el atún rojo, que puede beneficiarse de una percepción precisa de las condiciones lumínicas para optimizar su comportamiento de caza y evitar a los depredadores.
Importancia ecológica y conservación
Como depredador apical, el atún rojo, que puede alcanzar hasta tres metros de longitud y más de 600 kilos de peso, regula las poblaciones de sus presas y mantiene la estructura de las comunidades marinas junto a otros depredadores como tiburones y mamíferos marinos. Sin embargo, a principios de 2000 se enfrentó a graves amenazas debido a la sobrepesca y el cambio climático. Clasificado como una especie en peligro por la UICN, la Comisión Internacional para la Conservación del Atún Atlántico (ICCAT) implementó medidas de conservación, incluyendo un peso mínimo de captura de 30 kg, cuotas de pesca, áreas marinas protegidas y prácticas pesqueras sostenibles. Estos esfuerzos han sido exitosos y hoy en día el atún rojo está fuera de peligro y es abundante.
Curiosamente esa abundancia, especialmente en el estrecho de Gibraltar, parece estar provocando alteraciones en las costumbres de las orcas marinas que viven en esta zona y que se han especializado en la caza del atún. Algunas orcas han mostrado un comportamiento inusual, atacando embarcaciones de recreo. Un informe de la Comisión Ballenera Internacional sugiere que este fenómeno podría estar relacionado con la recuperación de las poblaciones de atún rojo. Con más atunes disponibles, las orcas tienen más facilidad para cazarlos, dedicando menos tiempo a buscar comida y más tiempo a jugar, interactuando con las embarcaciones. Esta interacción entre los atunes rojos y las orcas ilustra cómo la conservación de especies está íntimamente ligada a las dinámicas complejas del ecosistema marino. La recuperación del atún rojo puede tener efectos profundos en las estrategias de caza de las orcas, mostrando cómo la salud de las poblaciones marinas está interconectada en una red intrincada de vida y supervivencia. A medida que avanzamos hacia un futuro más sostenible, es crucial seguir investigando y gestionando estos ecosistemas marinos con el objetivo de proteger tanto al atún rojo como a sus ecosistemas vitales.
El atún rojo es, sin duda, mucho más que un exquisito manjar. Su papel en el ecosistema y su capacidad de adaptación y resistencia lo convierten en un verdadero tesoro del Mediterráneo.
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