De regreso a casa, Unai Basurko sonríe satisfecho. Los retos que se planteó hace ya un tiempo, cuando imaginó una expedición a la Antártida a bordo del Pakea Bizkaia, se han cumplido plenamente, “y con creces”. El barco ha respondido de maravilla y los 20 tripulantes que han participado en alguna de las tres etapas, también.
El proyecto consistía en navegar 14.000 millas en apenas seis meses, recorrer el Atlántico de bajada, navegar por los canales patagónicos, cruzar –dos veces, de ida y de vuelta- el estrecho de Drake, recorrer parte de la Antártida, llegar al 65º Sur y finalmente regresar a casa, remontando todo el Atlántico.
La Antártida es, a su juicio, un lugar inhóspito, difícil de navegar y que, a pesar del tratado internacional que lo protege, está en peligro a consecuencia de la incipiente llegada del turismo masivo, que influye de forma negativa en los habitantes de aquel lugar.
Al igual que sucede en los canales patagónicos, los cambios de meteorología son bruscos, y además las cartas son escasas y contienen numerosos errores. La estima y muchísima prudencia son normas básicas para moverse en un barco por allí. “Debajo del hielo hay piedras alejadas de tierra, algo que no sucede en el Ártico, y las temperaturas son extremas. Nos habían dicho que hacía mucho sol, pero de los 20 días que hemos estado allí, solo hemos tenido dos días de sol y sí vientos fuertes”.
De regreso a casa, Basurko y su equipo están enfrascados en la segunda parte del proyecto, la parte divulgativa y educativa, que propugna transmitir sus valores entre estudiantes de Primaria, adolescentes, universitarios y adultos, tanto en tierra como en mar. De momento, tienen todos los días cubiertos hasta el próximo invierno. La fórmula funciona, en parte gracias a las imágenes “de muchísimo valor” recogidas en sus distintas expediciones. Por K. Cusí