El White Shadow completa la tripulación y ya se prepara en el Marítim de Barcelona
La Ocean Globe Race se correrá con la tecnología de hace 50 años, sin GPS, aparatos digitales ni velas de carbono
Ya hay barco, tripulación, presupuesto e inscripción. El White Shadow estará, por tanto, en la línea de salida de la Ocean Globe Race (OGR), la regata de vuelta al mundo por etapas y con tripulación que en septiembre del próximo año conmemorará el cincuentenario de la primera Whitbread. Los participantes deberán ceñirse a la tecnología de aquella época, por lo que están vetados los diseños de los últimos años y todo tipo de instrumentos digitales, como GPS, ordenadores y comunicaciones por satélite. Los navegantes deberán usar sextante y cartas de papel, y los únicos teléfonos móviles a bordo estarán en las bolsas de emergencia, debidamente selladas antes de la salida de cada etapa.
El White Shadow es fruto de la confluencia de dos proyectos. Uno, encabezado por Marc Miró y Guillermo Cañardo, había conseguido inscribirse en la regata, pero buscaba barco; el segundo, liderado por el francés Jean-Christophe Petit, afincado en Barcelona desde hace más de 15 años, podía conseguir barco, pero no estaba inscrito en la OGR. “Cuando descubrí que había otro proyecto en Barcelona, nos juntamos y seremos el único barco español en esta vuelta al mundo”, ha comentado Petit a Nautica&Yates.
Los dos grupos pronto compartieron la filosofía del proyecto conjunto. “Marc y Guillermo son ministas, que es gente con una mentalidad especial, partidarios de hacer las cosas simples. Yo también soy así, muy regatista. Ni soy un multimillonario ni tenemos grandes patrocinadores, y nos espabilamos con lo que tenemos”.
Proyecto participativo
De hecho, el presupuesto de la vuelta al mundo se basa en la participación de cada tripulante, que aporta 3.500 euros por etapa que corre y se compromete además a trabajar una semana en el refit del barco y a encargarse de alguna misión, tanto a bordo como antes de iniciarse la regata. De esta forma, se consiguen especialistas, desde mecánico a velero, por ejemplo, o encargar a alguien la consecución de todas las cartas de papel necesarias para la vuelta al mundo. Todos los miembros de la tripulación son, por tanto, actores de un proyecto muy descentralizado. Debe tenerse en cuenta que está muy limitada la ayuda exterior entre etapa y etapa; por ejemplo, las velas no pueden salir del barco para ser reparadas.
En la selección de los tripulantes se ha tenido también en cuenta el deseo de mezclar perfiles, edades, géneros y experiencias distintas.
Placer, aventura y regata
El gran objetivo es acabar la vuelta al mundo, de acuerdo con el principio de que si quieres ganar una regata, lo primero es acabarla. “Y también acabarla todos”, recalca Petit. “Es placer y es aventura, que son incompatibles con sufrir un accidente”, añade, consciente, sin embargo, de que a bordo todo es posible, especialmente en las dos duras etapas por el océano Austral (de Sudáfrica a Australia o Nueva Zelanda y de éstas a Brasil). Todo ello sin renunciar a la competitividad: “El tercer objetivo es acabar en el mejor tiempo posible”. La tripulación será de 12 personas, de las que probablemente siete realizarán toda la vuelta al mundo. Habrá, por tanto, rotación en las otras cinco plazas a bordo. Si bien el armador es Petit, el patrón será Miró: “Además de ser capitán de Marina Mercante, tiene un perfil más tranquilo que yo, que soy muy regatista y un poco nervioso.” El equipo es consciente de que se trata de una prueba muy larga, de casi un año, con 12 personas a bordo, a veces en condiciones estresantes que pueden poner los nervios en tensión.
‘Calidad Swan’
A estas alturas, cuando falta un año y medio para la salida de la primera etapa, el equipo está prácticamente completo y dispone del presupuesto necesario para completar la vuelta al mundo. El White Shadow, un Swan 57 construido en 1978, ha sido revisado a fondo en las instalaciones de la Fundació Navegació Oceànica Barcelona, desde la perilla del mástil a lo más profundo de la quilla. Quienes han podido seguir su refit han comprobado la mítica calidad de la construcción del astillero finlandés, de cuando los barcos se hacían para durar y, cuando se estropeaban, las cosas se reparaban, no se sustituían.
Con la confianza de que el barco está en buenas condiciones, el equipo pronto encargará el 40% de sus velas –“y si tenemos más presupuesto, lo primero que haríamos sería sustituir algunas de las velas antiguas que tenemos”. Probablemente participará en alguna regata como la Middle Sea Race o alguna transatlántica el próximo invierno. Pero lo que es seguro es que estará en la línea de salida de la Ocean Globe Race, la vuelta al mundo vintage al estilo de la primera Whitbread.
Tercero en la Transquadra
Jean-Christophe Petit ha terminado tercero en la Transquadra de este año (recorrido Marsella-Madeira-Martinica) a bordo de su Gilolo, en compañía de Grégoire Comby. “Este resultado es una prueba de la seriedad del equipo y le aporta valor”, ha afirmado el armador del White Shadow.
De hecho, Petit comentó a su llegada a Le Marin que en la Ocean Globe Race aplicarían la misma estrategia que en la Transquadra, en la que no han sufrido ni una sola avería. “Siempre el máximo respeto hacia los tripulantes y hacia el barco”, terció Comby. Una filosofía que no les ha impedido subirse al podio.
Esta prueba, en solitario y a dos, está reservada a participantes amateurs mayores de 40 años.
Withbread, 50 años de historia
La primera regata de vuelta al mundo se corrió en 1973, como una competición por etapas y con tripulación. Pese a que cinco años antes se había celebrado la Golden Globe —la vuelta al mundo en solitario y sin escalas—, esta no era propiamente una regata, sino un desafío lanzado por un diario británico en el que cada participante podía elegir el puerto de salida y llegada, así como la fecha en que iniciaba su circunnavegación.
Diecisiete barcos participaron en la primera Withbread, que contra todo pronóstico se adjudicó el mexicano Sayula II. La popularidad de esta regata de vuelta al mundo se mantuvo durante siete ediciones (en la de 1981-82 participaron 29 barcos, todo un récord) y después adoptó el nombre de Volvo Ocean Race y, a partir de este año, Ocean Race.
Con el tiempo, la regata se ha ido profesionalizando y los barcos que compiten poco tienen que ver con los diseños de crucero de la primera época. Esta filosofía original es la que quiere rescatar Don Mc Intyre, el australiano que organiza la Ocean Globe Race.