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OCÉANOS
sobre la quilla, mientras el que le prestaron no llevaba
crucetas y se apoyaba en cubierta.
Turienzo no se amilanó. Hizo todos los cambios ne-
cesarios —entre otros, instalar un puntal y recortar el
grátil de la mayor— y antes de la salida de la segunda
etapa salió a navegar un día para comprobar que todo
funcionaba. Pese a ello, se prometió ser prudente los
primeros días.
“Quiero apretar, pero es importante llegar”,
comentó tras una primera etapa en la que se sintió
muy cómodo,
“al mismo ritmo que los demás”
.
A su llegada a Guadalupe, Turienzo estaba exultan-
te:
“Estoy contentísimo, es una recompensa total. Llegar aquí
con el barco entero, sin haber roto nada, es un alivio, un
sueño. Ahora mismo el barco está listo para cruzar otra vez.
Toda la obra que hice durante la escala en Lanzarote ha
aguantado, es una recompensa, un triunfo muy importante
para mí. He aprendido muchísimo en general, y después de lo
que pasó en la primera etapa, la regata para mí ya no era la
misma. A mí siempre me gusta regatear, estar en el meollo,
pero la realidad era otra, había que tener cuidado y llegar
aquí, no quería quedarme atrás, no quería quedarme en el
camino”.
LOS ESPAÑOLES EN BARCOS DE SERIE
En barcos de serie, dos Ofcet (de Ian Lipinski y Julien
Pulvé) coparon los dos primeros puestos, delante de un
Argo (Tanguy Le Turquais). Los cuatro españoles ins-
critos en esta categoría –Aitor Ocerin, Jesús Jiménez,
Guillermo Cañardo y Nacho Postigo- seguían nave-
En barcos
de serie, los
Ofcet de Ian
Lipinski (en
la foto) y
Julien Pulvé
coparon los
dos primeros
puestos.
Fidel Turienzo
entró
undécimo en
Guadalupe.
gando en el momento de cerrar esta edición, lejos de
los lugares de honor. Para todos ellos el simple hecho
de acabar supone culminar un sueño.
Nacho Postigo estuvo a punto de tirar la toalla la
primera noche de travesía. Tras no haber podido reali-
zar la primera etapa cuando el remolque de la organi-
zación lo embarrancó camino de la salida de Douarne-
nez, salió de Lanzarote dispuesto a luchar por un buen
puesto en la travesía del Atlántico. Sin embargo, cuan-
do apenas se llevaban ocho horas de regata, rompió los
herrajes que sujetaban el timón de estribor y el bar-
co volcó tras trasluchar. Camino de Fuerteventura, se
planteó la retirada, pues además de las horas y millas
perdidas, en el incidente había perdido el spi medio.
Finalmente, sin embargo, optó por culminar su sueño
de cruzar el Atlántico en solitario a bordo de un mini.
También Guillermo Cañardo tuvo problemas en la
primera etapa y se vio obligado a parar en Portugal.
“Se me estropeó el piloto, y mientras lo arreglaba, el spi se
lió en el estay. Tuve que entrar en puerto para arriarlo y,
cuando volví a zarpar, ya me encontré con otras condiciones
meteorológicas”
. Estas circunstancias lo descolgaron del
resto de la flota.
Dos Ofcet se imponen
en la categoría de
barcos de serie
©
Jacques Vapillon / Mini Transat-Îles de Guadeloupe 2015