Revista Nautica Y Yates 24 - page 90

[INFORMÁTICA A BORDO]
El diario de a bordo
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El cuaderno
de bitácora
E
n este volumen recogemos
las singladuras, eventos,
anécdotas y datos que, con
los años, agradeceremos tener ano-
tados, ya sea por nostalgia o por la
ayuda que esa información nos pue-
de dar en algún momento. Pero ese
libro que inicialmente está siempre
abierto en la mesa de cartas acaba
abandonado en la librería del barco,
como un libro más, con el mismo
olvido que los derroteros antiguos.
En su interior apenas tiene las notas
e ilusiones de las primeras singla-
duras, los primeros puertos y fon-
deos. Luego cae en el olvido, en la
pereza, comenzamos a abandonarlo
y ya no contamos con él. Y ahí se
queda, escondido entre otras publi-
caciones antiguas y libros que sólo
sirven de adorno.
Al no utilizar cartas y el compás,
también nos hemos olvidado de usar
el lápiz, y por tanto apenas escribi-
mos. No hay historia, ni anécdotas,
ni referencias sobre las calas en que
fondeamos, ni datos de puertos,
ni registros de mantenimiento, ni
tampoco anotaciones de por dónde
desembarcamos a tierra con el ane-
xo para que al cabo de unos años no
rocemos con el fueraborda con la
misma roca.
Es una pena, no sólo por lo tra-
dicional de este recurso, sino por la
información que nos perdemos al
no registrar toda la información que
con el tiempo nos ayudará en mu-
El diario de a bordo, también llamado cuaderno de bitácora, es ese libro que nos
compramos cuando adquirimos una embarcación con el compromiso de registrar toda
información importante en la vida del barco.
José Mª Serra
chas situaciones, y si no es el caso,
nos llenará de buenos recuerdos.
No hay vacuna para este cambio,
es un mal general. Son muy pocos
los nostálgicos que siguen con las
cartas de papel y el diario abierto
en la mesa de cartas. Todo tiene
una explicación que lo excusa. La
tecnología ha superado a las cartas
de papel, ofreciendo, como hemos
aprendido en anteriores entregas,
muchas ventajas respecto a los mé-
todos tradicionales. Pero eso no
quita que de vez en cuando desem-
polvemos las cartas y desatasque-
mos el compás. Ya no digo el sex-
tante, eso quizás es pasarse, pero
las cartas y el compás deberían ser
de obligado uso por lo menos una
vez al año.
Como nos quedemos sin señal
de GPS tendremos un disgusto, y
lo digo por experiencia propia. El
GPS se desactiva y desajusta a con-
veniencia de las grandes potencias,
y no sería la primera vez que nos
podemos encontrar en una travesía
con “GPS not found”. Vete a buscar
las cartas y el compás. Y échale pri-
sas para situarte en noche cerrada,
con fuerza 5, y partiendo de la últi-
ma señal recibida del GPS.
Lo del diario de a bordo ya es otro
tema, y es lo que nos concierne en
estas páginas. Si para las cartas te-
nemos la excusa de la mejora ob-
tenida con las nuevas tecnologías,
he de decir que con el diario de a
bordo nos va a pasar lo mismo. Las
ventajas que nos ofrecen estos avan-
ces nos van a facilitar tener un cua-
derno de bitácora con mucha más
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