Revista Náutica y Yates 29 - page 117

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OCÉANOS
A
punto de doblar el cabo de Hornos, el catalán Dídac
Costa vive pendiente de su
One Planet One Ocean.
Consciente de que su objetivo principal es acabar la vuelta
al mundo en solitario sin escalas y remontar el canal de Les
Sables d’Olonne convirtiéndose en el segundo español que
lo consigue, está mimando su montura y evita forzarla más
de la cuenta.
El bombero barcelonés se ha visto especialmente
perseguido por las averías. Algunas han sido consecuencia
directa de la mala suerte (recordemos el rayo que le dañó la
electrónica y le debilitó toda la instalación eléctrica pocas
semanas antes de la salida de la regata) y otras son fruto de
la edad del barco y de la falta de presupuesto para reponer
buena parte del material.
En este último capítulo se enmarcan los daños sufridos
por las velas, pues la mayoría llevan varias vueltas al
mundo a sus espaldas (las únicas nuevas son el solent y
la mayor). Ya en la bajada del Atlántico murió el génova,
una vela en la que Dídac Costa confiaba para la remontada
de este océano, en el tramo final de su vuelta al mundo. Y
entre Australia y Nueva Zelanda se le averiaron seriamente
la trinqueta de viento, la trinqueta de portantes (un
genáquer pequeño) y se le agujereó la mayor, por encima
del tercer rizo.
“LAS MANOS TIESAS POR EL FRÍO”
Fueron días muy duros (“acabé exhausto y con el barco
patas arriba, pero contento por ver la mayor portando de
nuevo”, declaró el navegante tras reparar la mayor durante
horas “con las manos tiesas por el frío” y volver a izarla),
pues coincidieron con graves averías en la transmisión de
un timón y en los pilotos automáticos. Pero a la hora de
redactar esta crónica Dídac Costa mantiene un buen ritmo
—lejos, eso sí del 100% de sus polares, prudencia obliga—
y está ya a punto de doblar el cabo de Hornos. Cuando
lo consiga, solo le quedará la remontada del Atlántico y
culminar la quinta vuelta al mundo sin escalas del viejo
Kingfisher,
el barco con el que Elen Mc Arthur sorprendió al
acabar segunda en la Vendée Globe del 2000.
Dídac Costa mima su montura
Tras los
problemas
iniciales,
Dídac Costa
ha tenido que
hacer frente
a numerosos
problemas
con sus viejas
velas.
demostrado una vez más que no solo es un regatista
oceánico fuera de serie, sino también un extraordina-
rio comunicador, a un Alan Roura, que ha sorprendi-
do a propios y extraños aguantando el tipo con el bar-
co seguramente más lento de todos los participantes
y que ha sabido superar la pérdida de un timón y una
vía de agua en una de las peores tormentas de toda la
regata. Y podríamos seguir la lista con Conrad Col-
man, el neozelandés que se la jugó sin energía fósil
a bordo. Para no hablar de Dídac Costa, el bombero
barcelonés que, como todos los anteriores, se lanzó a
la aventura de la vuelta al mundo sin un presupuesto
que lo respaldara. Y de muchos más, porque la Ven-
dée Globe no solo es una regata que algunos intentan
ganar, sino un sueño que unos navegantes comparten
con cientos de miles de aficionados.
Alex Thomson ha
batido el récord
mundial de la mayor
distancia recorrida
en solitario por un
monocasco en 24
horas, con un total
de 536,81 millas.
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