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¿Quiere comprarse un barco?
[crucero práctico]
Amarre, de alquiler o propiedad.
Y aunque sea de propiedad genera
más gastos porque es parte de una
concesión, que por cierto tiene un
fin.
Gastos de luz y agua.
Una varada anual. Pintar fondos.
Cambiar ánodos de sacrificio. Es-
tancia en varadero.
Una revisión anual de motor. Cam-
biar filtros de aceite y combusti-
ble, cambiar aceite del motor y de
la inversora.
Elementos de maniobra, cabullería
y acastillaje. Reparaciones de jarcia
fija y de labor.
Compra, mantenimiento y repara-
ción de velas.
Mantener al día el material de se-
guridad para la inspección: ben-
galas, cohetes, radiobaliza, balsa y
botiquín. Revisión de extintores.
Seguro obligatorio a terceros. Am-
pliación a remolque.
Gasto de combustible.
Embarcación auxiliar y fueraborda.
Toldos, elementos de confort en cu-
bierta e interior. Complementos.
Averías e imprevistos: electricidad
y electrónica, pérdida de ancla,
reparaciones eléctricas, pinturas y
barnizados…
De estos comentarios se desglosan
las consideraciones que siguen.
Los papeles
Para tener un barco hay que poseer
un título y tener la embarcación des-
pachada para la zona en la que que-
remos navegar. Y cada zona tiene un
material de seguridad obligatorio que
hay que mantener al día. La Guardia
Civil del Mar se encarga de recordár-
noslo. El título se renueva cada diez
años. Las revisiones del Certificado
de Navegabilidad son cada cinco. Y
hay que pagar a la empresa que las
realiza.
La tripulación
Su familia o pareja puede acompañar-
le o no. La mayoría de barcos necesi-
tan cuatro manos como mínimo para
manejarse. ¿Tenemos tripulación?
O lo que es mejor: ¿Está dispuesta
a trabajar? Un barco requiere orden,
limpieza, dentro y fuera. Se hace vida
a bordo, se cocina. Se ensucia. Se atas-
can los aseos, los desagües de ducha.
La humedad lo invade todo. Hay que
tirar de cabos. Hay que revisar bate-
rías, carga, molinete de anclas, estado
de los tanques, el frío. En fin, que hay
muchas tareas. ¿Estamos dispuestos
a hacerlos en solitario? Y de aquí se
desprende el siguiente punto.
¿Cuál es mi verdadero programa?
Las posibilidades son inmensas. Na-
vegar a vela, a motor, hacer regatas,
travesías, pescar, practicar el esquí, la
tabla, el churro, bucear, fondear. Un
estudio serio sobre lo que queremos
y podemos hacer nos ayudará a saber
quién querrá o podrá acompañarnos,
porque a la hora de la verdad, el per-
sonal tiene obligaciones, otras aficio-
nes, familia, hijos, pareja.
Entonces… ¿No me compro un barco?
No es un mal consejo empezar al-
quilando. Siempre estamos a tiempo
de comprar. Pero primero hay que
navegar. Probar diferentes barcos,
diferentes usos. Además, no hay que
ser extremista. Tenemos una solución
intermedia: tener un barco pequeño
para su uso y disfrute todo el año, y en
verano alquilar un barco mayor, con o
sin amigos, una semana o quince días.
¿Dónde tendré el barco?
Amarre fijo o boya. Varada en seco
en invierno. Meteorología de la zona.
Costa con calas y fondeaderos o zona
de playas sin resguardo. Club náuti-
co, marina o municipal. ¿Hay club
de vela? ¿Hay buenos servicios en el
puerto?
Lo que más queremos en esta revis-
ta es que usted navegue. Plantearse
los puntos anteriores le ayudará a de-
cidir cómo, cuándo y a qué coste.
La decisión de compra de un barco exige más
cabeza que corazón.
Concrete su
programa y
priorice sus
aficiones.
Raro es el velero en el que no se
necesiten como mínimo cuatro manos.
Antes de comprar,
es conveniente
alquilar, participar
en alguna regata
de club o navegar
en barcos de
amigos.
Navegar a dos
es sensacional,
pero no siempre
es posible, sobre
todo cuando se
tiene el primer
barco.
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