océanos
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ca, bajando sin parar y pescando langostas y pescados con
unos utensilios muy rudimentarios.
El día en compañía de los pescadores todavía nos deja
más sorpresas, pues una manada de delfines se nos acerca
y podemos nadar a su lado. También veremos una tortuga
además de las langostas y peces de mil colores.
Cuando finaliza la pesca, los nativos se dirigen a los
barcos de los visitantes para vender sus capturas. Noso-
tros por nuestra parte les compramos unas cuantas lan-
gostas y acordamos que nos las cocinen en su poblado la
misma tarde. Pasamos una agradable velada con ellos y
les mostramos en el ordenador un vídeo que hemos gra-
bado de ellos mientras pescaban a pulmón a profundida-
des que oscilaban entre los 18 y los 25 metros.
Los Kuna, una cultura a descubrir
Vamos cambiando de isla y conociendo gente nueva. Por
suerte las islas están a sotavento de una barrera de coral
que nos permite fondear en aguas tranquilas, aunque el
viento es bastante fuerte. Las islas prácticamente no so-
bresalen más de uno o dos metros sobre el nivel del mar,
y la única protección contra el viento son las palmeras.
Es muy gratificante y aleccionador constatar a pesar de
los cambios que hay en el mundo, los Kuna mantienen
casi intacta su cultura y tradiciones.
Las mujeres se pintan de rojo las mejillas y muchas lle-
van una argolla en la nariz. Se cubren las extremidades
con llamativas pulseras y tobilleras, y visten un traje tra-
dicional llamado “mola”, que es una pieza de ropa ajusta-
da al cuerpo como si fuera un corsé, con diseños basados
en plantas y animales de su entorno. Nos gustaría que-
darnos mucho tiempo aquí, pero los días se acaban. El
barco debe continuar su camino y bastantes tripulantes
deben regresar a España. Decidimos navegar hasta Co-
lón para comprobar qué se siente navegando detrás de los
arrecifes que nos protejen, y partimos a última hora de la
tarde para navegar de noche y recalar en Marina Shelter a
la mañana siguiente.
Es el triste momento de las despedidas donde unos re-
gresarán hacia España, dejando sitio a otros que llegarán
para cruzar el canal de Panamá y dirigirse hacia las islas
del Pacífico...
Esta singladura es una más dentro de un proyecto que
les va a llevar a dar la vuelta al mundo, a bordo del
Bora
Bora
, con un matiz importante y es que estos expedi-
cionarios llevan a bordo un globo aerostático con el que
pretenden hacer un vuelo en medio del oceáno Pacífico y
vivir la sensación de volar en medio del gran azul, con
un único punto blanquito, el barco, como referencia y
unión entre el cielo y el mar, a modo de cordón umbilical.
Dicho reto les motiva, aunque para ello todavía deben
esperar y buscar una zona lejos de los alisios. Pues para
volar, a diferencia de la navegación a vela, se precisa que
no haya nada de viento.
9.
La pesca es
indisociable
del ocio de
los niños
cuando no
hay escuela.
11.
Los
pescadores
bajan a
pulmón libre
a 20 metros
para lograr
sus capturas.
12 y 14.
Los
niños Kuna
viven en
perfecta
armonía con
su entorno.
13.
El auxiliar,
imprescindi-
ble para bajar
a tierra.
15.
Los
tejidos que
ofrecen a los
visitantes son
una fuente
adicional de
ingresos para
los Kuna.
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