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OCÉANOS
Fidel Turienzo, en las primeras millas, en las que su
viejo
Satanás
—es el diseño Magnen con el que Yan-
nick Bestaven ganó en 2001 y que ha sido puesto al día
por Gonzalo Botín— llegó a colocarse en los primeros
puestos. Y esto pese a que poco antes había pronostica-
do que
“Finisterre será duro, por lo que hay que llegar allí
descansado y llegar a Lanzarote con el barco entero, y haber
disfrutado”.
Los otros dos españoles inscritos con prototipos son
Carlos Lizancos —el
Allianz-Saray
es un Manuard que
afronta su quinta participación en la Mini-Transat— y
Pilar Pasanau, cuyo
Peter Punk
no es otro que el viejo
Sampaquita
, construido en 1999, con el que Alex Pella
acabó tercero en 2003 y Bruno García terminó quinto
en 2013.
Los cuatro barcos de serie españoles son dos Pogo 2
(el
Peor para el Sol
, del médico de urgencias Guillermo
Los nave-
gantes están
completa-
mente aisla-
dos. Solo se
permite la
comunica-
ción por VHF,
no tienen
internet y
disponen de
GPS pero no
de ploters.
España es el
país con más
participantes:
siete de los
72 inscritos.
Cañardo, y el
Helly Hansen Tarifa
, de Jesús Jiménez)
y dos Argo 650 (el
Iparbeltz
del vasco Aitor Ocerín, y
el
Vamos Vamos
de Nacho Postigo), construidos los dos
en España.
Disfrutar de esta regata, que no deja de ser una gran
aventura, parece el objetivo de los españoles partici-
pantes. El objetivo de Aitor Ozerin es
“disfrutar”
;
Guillermo Cañardo, un médico de urgencias, defien-
de que
“si tienes un sueño, tienes que ir a por él”
; Nacho
Postigo también quiere cumplir el sueño de su vida,
el sueño que empezó cuando a los ocho años vio llegar
un mini a su Santander natal; para Jesús Jiménez, la
Mini-Transat es una dosis de aventura y de realidad
en su vida; Carlos Lizancos tiene claro que su objetivo
es
“llegar”
, mientras que Pilar Pasanau, que consiguió
llegar a Guadalupe hace cuatro años, aspira a
“superar-
se cuando ya no pueda más”
; finalmente, el entrenador
olímpico Fidel Turienzo quiere disfrutar del
“placer de
navegar y regatear”.
AISLADOS Y SIN ASISTENCIA
Ninguno de ellos ha hablado —al menos por ahora—
de aspiraciones al podio ni mucho menos de victoria.
Porque la Mini-Transat es, sobre todo, una regata ini-
ciática, una aventura para la inmensa mayoría y tam-
bién un trampolín para quienes aspiran a convertirse
en regatistas oceánicos profesionales. Históricamente
ha sido también un excelente laboratorio de novedades
técnicas. Aquí se vieron los primeros tanques de lastre
y las primeras quillas basculantes, para citar solo dos
de las características plenamente integradas en los ve-
leros oceánicos.
Pese a ello, esta regata es, por encima de todo, una
regata de navegantes solitarios: no en balde están com-
pletamente aislados —solo se permite la comunica-
ción por VHF—, sin acceso a internet y con escasa
electrónica a bordo (está permitido el GPS, pero no
los plotters).
En esta edición la Mini-Transat ha apostado clara-
mente por su internacionalización. Pese a que los fran-
ceses son los grandes dominadores de la vela oceánica
en solitario, en esta edición hay 15 países represen-
tados en la línea de salida de Douarnenez. De los 72
participantes, 33 (el 45%) no son franceses, todo un
récord en este tipo de competiciones; y de ellos, siete
son españoles, que igualan los siete barcos de nuestro
país que tomaron la salida en 2003. Hay 26 prototi-
pos y 46 barcos de serie; hay 52 novatos, que afron-
tan la Mini-Transat por primera vez, y 20 repetidores
(entre los que figuran Pilar Pasanau y Carlos Lizancos,
el decano de la prueba con 56 años). Las mujeres son
una exigua minoría (cuatro, entre ellas, la propia Pa-
sanau) y la edad media de los participantes es de 33
años.
K.C.
©
Jacques Vapillon / Mini Transat
©
Jacques Vapillon / Mini Transat
Nacho Postigo se queda
en tierra al embarrancar
mientras la organización lo
remolcaba a la salida