Revista Náutica y Yates 30 - page 179

Los
bomberos de
Les Sables
d’Olonne
fueron
un gran
ejemplo de
solidaridad
anónima.
©
Olivier Blanchet/DPPI
OCÉANOS
dió gestionarlas con prudencia. Sus fuerzas llegaron al
límite cuando pasó horas sin pilotos, después de haber
reparado un pasador del eje del timón.
Por entonces el bombero barcelonés ya estaba en ple-
na regata, en un duelo con Romain Anastassio que se
alargó hasta casi la llegada. El 23 de febrero, 104 días
después de zarpar por segunda vez de Les Sables, Dídac
Costa volvió a entrar por el famoso canal de este puerto
francés en olor de multitud, con sus compañeros bom-
beros locales homenajeándolo por todo lo alto.
El sueño ya era una realidad. Dídac Costa se con-
vertía en el segundo español en completar la Vendée
Globe y además culminaba con éxito su segunda vuel-
ta al mundo sin escalas en apenas dos años. A partir de
ahora, el humilde bombero barcelonés busca repetir su
gesta, pero sin tantas estrecheces, con tiempo y medios
para entrenar y pensando más en competir que en so-
brevivir.
©
Alan Roura
sucedido si no hubiera roto uno de sus alerones –“eso es
la Vendée Globe y esas cosas pasan”- aunque dejó caer
que con el foil navegaba a hasta un 120% de su velocidad
prevista, pero que ésta se reducía al 80% cuando tras la
avería iba amurado a babor.
Tan rápido era el
Hugo Boss
que poco antes de la
llegada batió el récord de las 24 horas en un monocasco
en solitario. Lo hizo, eso sí, cuando navegaba amurado a
estribor, apoyado sobre su larguísimo foil intacto.
Esta Vendée Globe ha marcado el inicio de una nueva
era, la de los monocascos oceánicos con alerones. Las
diferencias con los diseños no provistos de foils han
sido tan acusadas como se preveía; y esa diferencia se
incrementará en el futuro inmediato, a medida que los
técnicos mejoren sus modelos.
De los siete imocas con alerones, cinco completaron la
vuelta al mundo; es decir, un porcentaje superior (71%) al
de los barcos sin foils (59%). Puede decirse que los barcos
con alerones eran de los equipos más potentes y, por
tanto, eran los mejor preparados. Pero el hecho innegable
es que superaron la prueba del Gran Sur con un éxito
rotundo.
Falta saber, sin embargo, hasta qué punto usaron los
alerones en las condiciones más duras, tanto en el océano
Austral como en el resto de la regata. La impresión es que
casi todos priorizaron la necesidad de terminar sobre la
velocidad punta en determinados momentos. Y muchos
sospechan que Armel Le Cléac’h navegó con el freno de
mano puesto y que solo forzaba su máquina cuando
sentía el aliento de Alex Thomson en el cogote.
DIVISIÓN EN LA CLASE IMOCA
La existencia de barcos con alerones y sin abre una
división en la clase, hasta el punto que difícilmente pueden
competir entre sí. Pero por mucho que las victorias se
las disputen los barcos de nueva generación, el éxito del
público viene dado por el masivo seguimiento de equipos
mucho más modestos.
Esta ha sido la edición con menos porcentaje de
retirados (38%). La mayoría de 11 abandonos han sido
por rotura del mástil (cuatro), seguidos de colisiones con
OFNIS que han conllevado el naufragio del
Bastide Otio
de
Kito de Pavant y a la práctica destrucción de
Le Souffle du
Nord
de Thomas Ruyant.
Destacan también las averías en las quillas, así como la
rotura de dos foils, el ya mencionado del
Hugo Boss
y el
del
Edmond de Rothschild
.
Antes de la
llegada, Alex
Thompson
batió el
récord
de las 24
horas en un
monocasco
en solitario.
©
Cleo Barnham/Hugo Boss/Vendée Globe
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