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encillez, humildad y determinación, mucha de-
terminación. Estas han sido las bases que han
permitido a Dídac Costa culminar un sueño de
niño, completar la Vendée Globe, como lo hiciera hace
24 años aquel José Luis de Ugarte del que hablaban sus
padres y que escribió un libro que él leyó con emoción.
No ha sido fácil, en absoluto. El camino hacia la línea
de salida fue mucho más complicado de lo que Costa
hubiera podido imaginar. La falta de apoyos le sorpren-
dió y la mala suerte estuvo a punto de hacer naufragar el
proyecto antes de que pudiera zarpar; pero el bombero
catalán nunca tiró la toalla y daba un paso adelante ante
cada puerta que se cerraba.
Pocos, muy pocos, creían en él. Casi nadie estaba dis-
puesto a arriesgar su dinero apostando por un bombero
que ya sabía lo que era dar la vuelta al mundo sin escalas
en el mismo barco; casi nadie en nuestro país estaba dis-
puesto a intentar sacar provecho de un acontecimiento
que en Francia arrastra masas y que es más seguido que
el Tour o Roland Garros.
Ante la indiferencia de casi todas las empresas contac-
tadas, Dídac Costa se empeñó hasta las cejas. Y cuando
Dídac Costa
llevó el
One
Planet One
Ocean
de
vuelta a Les
Sables 104
días después
de zarpar por
segunda vez.
Dídac Costa es el segundo español
que completa la Vendée Globe.
OCÉANOS
un rayo lo dejó sin electrónica, con su amigo Jordi Gri-
so emprendió un
crowdfunding
inédito en nuestro país
mientras navegaba en el viejo
Kingfisher
hacia Les Sables
d’Olonne. Era la apuesta por la esperanza, y la respuesta
superó todas las expectativas.
SOLIDARIDAD
Cuando parecía que la cuota de mala suerte ya esta-
ba más que cubierta, la desgracia se cebó en el español.
Apenas 50 minutos después de la salida, varias tonela-
das de agua inundaron el
One Planet One Ocean
: se había
soltado el tubo de entrada de agua del lastre.
Y entonces aparecieron los bomberos de Les Sables
d’Olonne. Fue la guinda de la solidaridad anónima. Un
mecánico salvó el motor e ideó un nuevo sistema de car-
ga de energía, pues la generatriz había muerto bajo el
agua de mar. Se repasaron los circuitos electrónicos y
de electricidad y el barco regresó al océano al cabo de
©
Olivier Blanchet/DPPI
Costa