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[OCÉANOS]
Vendée Globe
los barcos más grandes, a 200 kilos por tripulante (en-
tre el peso de la persona, su equipo y su comida), son
casi dos toneladas menos de peso; menos velas y más
pequeñas, significan también menos peso, y menos
maniobras. Todo ello, insistía una y otra vez, significa
más velocidad.
Este invierno un segundo intento acabó en el Ecua-
dor, cuando las calmas ecuatoriales les hicieron acu-
mular demasiado retraso sobre el récord a batir.
ONCE DÍAS DE LOCURA
¿Tirar la toalla? Esta expresión no existe en la mente
de Joyon. “De hecho, esos dos intentos nos han dado
una experiencia que nos ha servido ahora para batir
el récord”, ha explicado Pella. Y eso que a la altura
del Ecuador estuvieron otra vez a punto de dar media
vuelta. Pero alguien dijo “peor ya no nos puede ir; se-
guro que esto va a mejorar”, y siguieron adelante.
Pocos días después, el
Idec Sport
cabalgaba sobre una
borrasca en medio del Atlántico Sur, a la altura de Ar-
gentina. Navegaba delante del frente frío, con una
mar relativamente buena y un fuerte viento del
Noroeste. Joyon y Van Triest lo vieron claro:
había que apretar a fondo.
Las condiciones en el Índico fueron
muy duras, con varias jornadas seguidas
a medias de 35 nudos, con singladuras
de casi 900 millas ¡y puntas de 48 nu-
dos! en una zona de escasa visibilidad
y sabiendo de la existencia de icebergs.
“Era como bajar una montaña de noche en una bici-
cleta sin frenos ni luces; sabes que puedes correr tanto
como quieras, pero no puedes desviarte ni chocar con
una piedra en el camino; sabes que si frenas, te pilla
el frente y tendrás peores condiciones, con viento más
racheado, mar cruzada, frío, será más peligroso y no
correrás tanto”, explica Pella.
Fueron 11 días inolvidables, en los que el
Idec
reco-
rrió dos tercios del planeta, desde la mitad del Atlán-
tico hasta Nueva Zelanda. “En algunos momentos el
frente estaba a solo 30 millas por la popa, y cualquier
pequeño accidente, una escota que se rompe, por ejem-
plo, podía hacerte perder tu oportunidad”, reconoce
Van Triest.
Joyon y sus hombres se plantaron en el cabo de Hor-
nos en 26 días, cuatro menos que el récord que intenta-
ban batir. A partir de aquel momento su gran preocu-
pación fue no romper. Perdieron un poco de ventaja en
la subida del Atlántico Sur, pero la recuperaron cuando
el anticiclón de las Azores se desplazó hacia el Este y
les permitió una ruta más directa desde las Canarias a
Brest.
El resultado fue espectacular. Phileas Fogg no lo
hubiera soñado jamás; tampoco lo hubieran hecho sus
seis protagonistas: la vuelta al mundo en 40 días y 23
horas, más de cuatro días menos que el récord de Loïck
Peyron en 2012, con Joan Vila como navegante y Mar-
cel van Triest como
routeur.
Ahora los poseedores del
Trofeo Julio Verne son Francis Joyon, Álex Pella y los
otros cuatro navegantes que han hecho historia.
Álex Pella
fue el
segundo
tripulante en
ser llamado
a este
proyecto.
©
Jean Marie Liot
Álex Pella forma parte
de la tripulación de seis
navegantes que pulveriza el
récord del
Banque Populaire V