Ni Phileas
Fogg lo
hubiera
soñado: la
vuelta al
mundo a vela
en 40 días y
23 horas.
El récord de la sencillez
le faltaba uno de los grandes, el más importante de
todos: el récord de la vuelta al mundo. Hace dos años
se propuso asaltar el trofeo Julio Verne. Y lo hizo a
su manera, en contra de lo que parecía aconsejar la
lógica: sin un barco nuevo, con una tripulación muy
reducida y, sobre todo, acortando el mástil y por tan-
to la superficie vélica.
Especialista en navegación en solitario, buscó otros
navegantes solitarios, convencido de que esta era una
de las claves de su proyecto: gente con experiencia y,
sobre todo, gente capaz de gestionar todas las situa-
ciones por sí mismo.
F
rancis Joyon no es un desconocido en la vela
oceánica. Es un pionero, siempre lo ha sido.
No teme lanzarse a mundos desconocidos, ex-
plorar nuevas opciones, todo ello con unos principios
muy básicos, que se pueden resumir en uno: “Hacer
las cosas complicadas es muy fácil; lo difícil es ha-
cerlas sencillas”. Y él, humilde, opta por las cosas
sencillas que él mismo pueda reponer a bordo con sus
propios medios.
En 2004 fue el primero en dar la vuelta al mundo
en solitario sin escalas en un multicasco. En Francia
le denominan el hombre de todos los récords. Pero
El
IDEC
de Francis Joyon gana el trofeo Julio Verne al dar la vuelta al mundo en 40 días y 23 horas.
Trofeo Jules Verne
[OCÉANOS]
Trofeo Jules Verne
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