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Polinesia Francesa
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te, desembarcamos con el anexo en la
isla. En algunos rincones el servicio
de restauración y bar está asegurado,
especialmente para los turistas visi-
tantes, que no son legión —contra-
riamente a los que acostumbramos a
ver en Europa—.
Huahine nos invita a contemplar
las bellas puestas de sol, o a explorar
las grutas submarinas, o practicar el
surf. El Turi, con 669 metros, es la
montaña más alta de la isla y domina
toda la isla compitiendo con el Ote-
manu, de 727 metros, el más alto
de la cercana y célebre isla de Bora
Bora.
De nuevo la laguna nos tienta a
permanecer dos días circunvalando
esta isla para conocerla a fondo. Su
gastronomía, basada en los nume-
rosos pescados locales, las frutas y
verduras autóctonas, constituye un
amplio recetario polinesio que nos
sorprende, sobre todo, con las mues-
tras exquisitas que prepara Sophie.
EL OCÉANO Y LA VAINILLA
La vainilla es la riqueza principal de
la isla de Tahaa, y tiene fama mun-
dial. También las preciadísimas per-
salvaje”, apartada de las demás islas,
con un profundo encanto seductor,
rica en arqueología de los primeros
pobladores, que oculta la magia de
las sorprendentes anguilas sagradas
de ojos azules. Los principales tes-
timonios de este bagaje cultural son
los templos de Orohaehae y “marae”,
lugar de sacrificio para los dioses,
impregnado de las leyendas del dios
Hiro, protagonista místico de la isla.
Los cultivos del plátano, la copra,
el melón y otras frutas son los pilares
básicos de la agricultura isleña. Los
pobladores incrementan sus recur-
sos con la oferta de la artesanía y la
atracción que suponen los diversos
acuarios naturales formados por los
arrecifes de coral en la misma lagu-
na, o los jardines botánicos.
FONDEADOS FUERA DE LA
LAGUNA
Entre las mil actividades que se pue-
den imaginar en plena naturaleza,
aquí el buceo es la más obligada. Es
como vivir un documental: los fon-
dos coralinos, la fauna multicolor
y las cristalinas y templadas aguas
invitan a permanecer durante largo
rato. Luego, a media tarde, Sophie
ofrece un tentempié y, seguidamen-
8.
Rincones
paradisíacos se
esconden entre las
decenas de calas
que recortan el
perfil de las mil
islas polinesias.
9.
Lo más
llamativo suele
ser el mercado,
con pequeños
comercios y
productos que nos
parecen exóticos.
10.
La vainilla
es un producto
de primordial
importancia. La
isla de Tahaa
invita al viajero a
conocer su cultivo
por los mismos
productores.
Estas islas salvajes cautivan al visitante por su
frondosa naturaleza y magníficas playas de blanca arena,
que invitan a la práctica de las actividades náuticas.
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©
Philippe Blacchet
©
Tim Mc Kenna
©
G. Le Bacon