153
[CRUCERO PRÁCTICO]
3.
¿Quién es el
armador y quién
el patrón? Las
responsabilida-
des compartidas.
El
Open Season
en la Maxi Yacht
Rolex Cup.
2.
Patrocinado o
no patrocinado,
he aquí la
cuestión.
©
Carlo Borlenghi/Open Season
contratar a empresas especializadas
que gestionen la contratación de la
tripulación, así como la gestión de
servicios. Si usted quiere comprar
un buen barco de gran eslora, va-
lorará debidamente al capitán que
lo ha gestionado y/o pasará a ges-
tionarlo.
LAS REGATAS
Los veleros de regata han sido los
grandes caldos de cultivo de mí-
ticos armadores. Gran Bretaña es
sin duda la madre o padre del “Ya-
chting”, de las legendarias Copa
América, con familias reales invo-
lucradas, ¿qué mejor armador que
un rey?
Hasta los inicios de los años ochen-
ta los estadounidenses defendieron
su Copa con abnegados armadores
que ponían sus dineros para defender
el honor y el orgullo del país. Al no
disponer de rey, fueron los multimi-
llonarios quienes representaron a la
alta burguesía anglosajona: Ted Tur-
ner, magnate de la comunicación,
fue uno de ellos.
Pero en los ochenta se produce el
vuelco de la profesionalización. Un
agresivo Dennis Conner —en el
agua y en tierra—, supo gestionar
su sindicato de la Copa América
acudiendo directamente a los pa-
trocinadores, para que le financia-
ran su campaña y no depender de
un armador. Consiguió el infierno y
el cielo: perder la Copa y volverla a
recuperar: América en estado puro.
Self made man y todo eso.
En las regatas de nuestro litoral
los armadores y los patrocinadores
se mezclan con los profesionales,
pero el esquema suele ser el clásico:
el armador pone el barco, y si existe
un patrocinador, la gestión de un
profesional es obligada. Podríamos
hablar también del “conseguidor”,
pero eso es otro artículo, quizás
para otro tipo de revista.
Vivimos malos tiempos para to-
dos después de una de las crisis más
duras jamás conocidas, pero es de
destacar que gracias a esforzados ar-
madores muchos veleros han segui-
do compitiendo en regatas costeras
y de altura. Siguen existiendo soña-
dores ilusionados que ponen sus di-
neros para disfrutar de las regatas,
cada uno a su nivel, manteniendo
a tripulaciones amateurs, algunas
profesionales o semiprofesionales,
ocupadas de tirar cabos o colocar el
barco en una posición óptima en la
línea de salida.
GRANDES PROYECTOS
Para regatas como la Volvo, la Ven-
dée o la Barcelona World Race la
cosa se complica, y ya no digamos
la Copa América. El armador como
figura se difumina en un proyecto
que muchas veces se pilota desde
los despachos, incluso con la admi-
nistración detrás, con desgravacio-
nes fiscales para eventos de interés,
donde el gasto, la gestión y el be-
neficio transcurre no sólo en el bar-
co, sino que también lo hace en el
puerto de salida o la organización
de la regata. Los patrocinadores
son grandes empresas que hablan
directamente con alcaldes, presi-
dentes de comunidades autónomas
e incluso con ministros de econo-
mía. Para bien o para mal, lo esta-
mos viendo en los noticiarios, pero
nuestro último consuelo es que en
países como Nueva Zelanda, donde
el impacto en su PIB es importante,
la presencia de su administración
en proyectos Copa América es deci-
dida y responsable.
Sea como sea, a los que todavía
nos gusta navegar a vela, de crucero
o en regata, la figura del armador
nos transmite coleguismo y con-
fianza. El que firma estas líneas ha
navegado con todo tipo de armado-
res, incluida la Armada Española,
particulares, privados, sencillos,
orgullosos, con sus cosas buenas y
malas como todas las personas, pero
que le han puesto un barco bajo sus
náuticas para soltar amarras y nave-
gar.
Porque, en el fondo, ¿quién no ha
querido alguna vez ser armador?
2
3
©
Carlo Borlenghi/Bultaco