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[CRUCERO PRÁCTICO]
Texto: Isidro Martí
Ilustración del autor
(un guiño a Edward Hopper)
viamente en privado, algo que re-
comiendo para evitar discusiones en
medio de una maniobra de atraque
de popa al muelle, con ancla por
proa y viento atravesado.
Cuando el armador de crucero
empieza a tener barcos de gran es-
lora y arduo mantenimiento, suele
contratar a un patrón o capitán. Es-
tos profesionales no tienen ningu-
na duda: la última palabra la tiene
siempre el armador, aunque la ma-
yor parte del tiempo se les deja ejer-
cer el mando y la responsabilidad.
Eso sí, con una espada de Damocles
encima: si la pifian la cosa se puede
poner fea. Muchas veces han de ser
grandes diplomáticos: tienen toda la
responsabilidad pero se les complica
llevar la contraria al armador. Y aquí
es donde el armador ha de demos-
trar sus habilidades y buen hacer.
L
a definición: el armador no es
exactamente el que compra el
barco. Armar un barco es co-
locarle el armamento necesario para
que pueda navegar un casco limpio
recién salido del astillero. Lo que
en castellano es el armamento es lo
que los franceses llaman acastillaje,
palabra que hemos adoptado en la
náutica deportiva, quizás porque el
armamento nos hace pensar en co-
locar cañones sobre cubierta y no es
precisamente el caso.
Ya hemos armado el barco con su
material en cubierta y nos dispone-
mos a navegar. En la navegación de
crucero el armador es casi siempre
el patrón del barco, porque para eso
lo ha pagado. Incluso es posible que
tenga el título que así lo acredite. Si
hay más titulados a bordo, es impor-
tante decidir quién tiene el mando
y la responsabilidad. No lo duden:
el armador. Cuando se navega en
pareja, y no digamos si el matrimo-
nio está por medio, la cosa se puede
complicar. Algunos lo discuten pre-
Ha de respaldar a su capitán para
que la cosa funcione, con guante de
seda en mano de hierro a veces o con
comprensión y simpatía en otras.
No olvidemos que el capitán suele
convivir a bordo con el armador, su
familia y amigos, y la débil frontera
entre amistad y oficio a veces se difu-
mina con la calicha marina.
La mayoría de armadores suelen
ser empresarios de éxito, y eviden-
temente aplican su experiencia en
la gestión del barco. Pero claro, no
es lo mismo fabricar ropa que com-
partir las pocas vacaciones que sue-
len tener en un ambiente frío y ten-
so. El entendimiento entre capitán
y armador es aquí imprescindible,
y la educación y mano izquierda de
ambos pasa a ser fundamental.
Tan complicada es la cosa que,
en los superyates, se estilla sub-
La mayoría de armadores suelen ser
empresarios de éxito que aplican su experiencia
en la gestión del barco.
El armador,
¿una figura imprecisa?
Muchos son los artículos que nos hablan del patrón, el táctico
o el proel. Pero ¿qué pasa con el armador? ¿Por qué es el gran
olvidado de la prensa náutica? Vamos a examinar este aspecto.