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[CRUCERO PRÁCTICO]
Texto e ilustración de Isidro Martí.
Las regatas se
ganan en el agua,
pero la victoria
se prepara en
tierra.
textil, sistemas hidráulicos carga-
dos por unos esforzados ciclistas
que han sustituido a los gigantes
cofee grinders
de mi época.
Para acabarlo de arreglar, los
veleros suelen competir bajo una
fórmula, un sistema de medición,
relación entre superficie vélica, es-
lora, manga, calado y límites que
solo está al alcance de mentes pri-
vilegiadas, apoyadas por sistemas
informáticos dignos de la NASA.
Las clases abiertas, Open, también
tienen sus propias limitaciones,
medidas y penalizaciones. Vaya,
que los ingenieros tienen trabajo.
Todos hemos visto finales de infarto en la
línea de llegada, o en una boya con maniobra
comprometida. Es entonces cuando el
táctico o el caña aplican toda su pericia para
adelantarse al contrario, pero la regata ha
empezado mucho tiempo antes, años incluso.
Las regatas
se ganan
en tierra
nos, la quilla y el timón. El trabajo
del diseñador consiste en disponer
de la máxima superficie vélica y
minimizar el freno de los apéndices
por debajo del agua. Timones col-
gantes, quillas con bulbo, con ale-
tas, sin aletas, por no hablar de los
últimamente conocidos como foils,
que sustentan al barco y permiten
un planeo vertiginoso.
Hemos visto en las últimas Copa
América que las velas rígidas –ma-
yores, sobre todo– han batido a los
tejidos. Eso sí, sólo tienen un pe-
queño problema: cómo diablos las
arriamos si no es con una grúa. Pa-
los de carbono, tipo ala, jarcia fija
L
levamos varios artículos
explicando lo que nos ha
enseñado el mar, los barcos
o las largas navegaciones.
Hoy quiero hacer especial hincapié
en las regatas, la competición pura.
Conseguir ser el más rápido encima
del agua es una técnica complica-
dísima que requiere casi todos los
estadios de la pericia, el talento, la
técnica y la ciencia.
EL DISEÑO
El barco es un bólido de carreras que
tiene un motor –las velas–, y dos fre-