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Errores frecuentes
[crucero práctico]
2.
En verano las
aglomeraciones
son frecuentes.
La norma al
abarloarnos es
siempre dar un
largo al muelle.
3.
Los líos en
las guías y los
fondeos cruzados
son frecuentes.
Calma y
maniobras suaves
son las claves de
un buen atraque.
4.
Los motores
buen trimados
y la velocidad
adecuada son
garantía de
eficiencia en el
consumo.
cesitan más y urgentemente. No llevan
cabos preparados en proa o popa. No ex-
plican a su tripulación la maniobra que
van a hacer. No sacan el bichero. Ellos
no lo necesitan. No prevén de dónde
viene el viento. No digamos la corrien-
te. Ellos no abaten ni derivan. Si llevan
joystick es peor. El vendedor les ha di-
cho que no se han de preocupar de nada.
Bueno, antes ya lo hacían, pero con el
nuevo invento además tienen coartada.
Carlos está plenamente convencido de
que no saben si su motor es dextrógiro
o levógiro. Si sus motores son de cola o
de eje normal con pala de timón. A du-
ras penas saben si llevan un motor o dos
motores. En el caso excepcional de sacar
el bichero suelen dárselo al tripulante
más inexperto, al que colocan en proa,
cual guerrero masai agresivo dispuesto a
cobrarse su primer león. Porque lo que
es explicarle, no le han explicado nada.
Los errores en la maniobra suelen ser
múltiples. Demasiada arrancada y mar-
cha atrás incorrecta, ciabogas sin sentido
frente al hueco, mientras las atribuladas
tripulaciones de los vecinos se afanan a
colocar defensas y más defensas, a la vez
que intentan transmitir mensajes de
calma y coherencia. Golpes de gas total-
mente injustificados, hasta que por fin,
colocan su barco en el amarre. Los ve-
cinos han movido defensas, parado gol-
pes, frenado inercias y tirado cabos que
no estaban previstos. A veces les dan las
gracias. Otras no, porque el patrón está
demasiado ocupado abroncando a una
tripulación que no ha sido adiestrada.
Navegar a motor mal
trimados
Carlos suele apreciar este clásico en la
zona de Formentera, bien próximos a
Ibiza. En el horizonte aparece una lan-
cha, la eslora puede variar, pero se carac-
teriza por dos detalles: levanta mucho
la proa y su estela es una catarata que
ríanse ustedes de las fuentes de Mon-
tjuïch en Barcelona en la inauguración
de los juegos del 92. El patrón no sabe
que lleva mal colocados los deflectores o
el ángulo de las colas, y que está con-
sumiendo mucho más combustible del
normal, a la vez que navega mucho más
lento, porque no planea bien. Carlos me
cuenta la anécdota de unos amigos suyos
que navegaban invitados en un motorón
desde la península a las Baleares hasta
que se quedaron sin combustible. El pa-
trón no trimó bien el barco, consumió
una barbaridad y Salvamento Marítimo
tuvo que sacarlos del apuro.
Dar mal las amarras
Carlos entró en Ciudadela en fiestas de
San Juan. Sí, ya sabemos que los ama-
rres escasean, pero los charteristas man-
dan. De esto hace muchos años. Carlos
entró con tiempo y amarró de costado
al muelle. Y le fueron abarloando bar-
cos. El de Carlos era un 36 pies, y ese
44 pies eligió a Carlos como vecino. La
maniobra fue correctita, pero cuando el
armador no dio un largo a tierra para
evitar que las amarras de Carlos traba-
jaran el triple de lo normal, mi amigo
pensó que era un despiste y le sugirió
al nuevo vecino que diera un cabo largo
a tierra. El nuevo patrón, de edad ma-
dura, le contestó airado que nadie tenía
por qué darle lecciones. Que él venía
de Cerdeña y que su ciencia marinera
superaba la de cualquiera que se le pu-
La falta de cortesía, la soberbia y la mala
formación marinera abundan en los amarres
veraniegos.
siera por delante. Aquí detectamos un
rosario de errores: amarrar mal, no es-
cuchar al vecino, ser mal educado y so-
berbio. Carlos pasó la noche oyendo sus
amarras gruñir soportando el peso de su
barco y el de otro mayor, gobernado por
un tipo en la crisis de los 50. Y como
algunos saben, en Ciudadela se mueve
mucho el agua de entrada y salida.
Carlos apura su ginebra con tónica.
Suspira y mira al mar, en dirección al
muelle. "Mira –dice por fin– pero lo
que realmente me molesta es la sober-
bia. Mientras que yo reconozco que
después de una vida dedicada al mar,
todavía estoy aprendiendo sobre los
barcos y la navegación, la frase que más
detesto es la de 'llevo más de 20 años
navegando, y tú qué me vas a contar
que yo no sepa'. Yo disculpo totalmen-
te al novato, aunque sea imprudente o
soberbio, o inconsciente, mientras no
haga daño a nadie. Pero ese navegante
que lleva 20 años navegando MAL es al
que realmente retiraría el título. Mira
que es difícil navegar sin aprender y
evolucionar, pero es sorprendente que
algunos lo consigan."
Acabamos nuestras bebidas y nos di-
rigimos al barco. Carlos se cruza con un
amigo y éste le dice: "¿sabes que en In-
glaterra no exigen títulos?" Y Carlos le
contesta: "sí, amigo mío, pero si el error
es del patrón, ya sea varada, accidente o
abordaje, el seguro no cubre. Porque el
patrón al contratar la póliza firma una
declaración donde dice disponer de los
conocimientos necesarios para realizar
las navegaciones pertinentes."
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