Revista Náutica&Yates 35 - page 119

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[CRUCERO PRÁCTICO]
El mal
mantenimiento
del molinete de
anclas puede
causarnos
problemas graves
cuando más lo
necesitemos.
Un sencillo nudo
nos evitará tener
que ir a buscar
una escota al
agua.
lo hacemos bastante bien, pero nos
queda una ligera duda de si hubiera
sido mejor asegurar el nudo, o dar
otro cabo de respeto… pues si es
así, seguro que el mar no perdona-
rá y acabará faltando la amarra, la
escota o la driza. Cada vez que en
un barco he tenido la más ligera in-
quietud de que algo no estaba bien
hecho, asegurado, amarrado, trinca-
do o estibado, ha acabado fallando.
SIN SEGUNDAS
OPORTUNIDADES
La segunda razón por la que en el
mar se han de hacer las cosas bien
es porque no hay segundas oportu-
nidades. Cuando algo falla lo hace a
lo grande. Si se cae algo se rompe. Si
se rompe llena de vidrios, líquidos
o pequeñas partículas la sentina. Es
dificilísimo limpiarlo. El aceite pa-
tina, la leche se agría y las partículas
atascan las bombas de achique. Si se
hace mal un nudo el cabo se suelta,
entonces la vela queda flameando,
es de noche y seguro que de repente
el viento arreciará súbitamente has-
ta los 30 nudos. Y la vela se rifa-
rá. Si el cabo es una amarra, justo
faltará cuando más necesario sea.
Si cerramos un grillete en la driza
y no lo apretamos o aseguramos,
se aflojará en el momento crucial.
Si no explicamos bien dónde están
los tanques de agua y los de gasóleo,
seguro que el tripulante inexperto
pondrá agua en el gasóleo o gasó-
leo en el agua. Si creemos que no
pasa nada por apurar un tanque de
combustible, será en el momento
de salir de puerto con mar de fondo
cuando el balanceo levante la sucie-
dad del fondo del tanque, atasque
el circuito y se pare el motor en el
peor momento. A pocos metros de
las rocas y con viento que nos aba-
tirá en pocos minutos. El molinillo
de fondeo no funcionará en ese mo-
mento crucial para fondear y salvar
el barco porque no hicimos bien el
mantenimiento, o porque la bate-
ría no funciona por no tener todo a
punto. El barco acabará en las rocas.
Si no ponemos el traje de aguas y
las botas en la bolsa porque estamos
convencidos de que no serán necesa-
rios, será exactamente ese chubasco
imprevisto el que nos sorprenderá.
Y mira que los partes han mejora-
do últimamente, pero la norma no
falla. Si no pongo la crema solar en
el neceser porque la perspectiva es
de una navegación con el cielo enca-
potado, vendrá un súbito viento del
norte que despejará los cielos y un
sol radiante brillará orgulloso. Ade-
más, el gorro se me habrá caído al
mar por una racha de viento al no
haberle puesto el barbuquejo o apre-
tado la cincha correctamente.
Si decidimos no llenar el tanque
de combustible para la travesía de
vuelta porque el parte anuncia un
buen viento seguro que no se cum-
plirá y necesitaremos más horas de
motor. O si el viento no amaina
será una vela que se rompe, precisa-
mente por no haberla revisado bien.
No compramos más cartas de papel
o derroteros porque la electrónica
nunca ha fallado. Pues será enton-
ces cuando falle por primera vez.
Decido no llamar a otro tripulante
de refuerzo porque la travesía será
corta: repentina avería en el piloto
automático, viento de proa, o la ma-
niobra de atraque se complica a cau-
A diferencia de en tierra, en el mar
generalmente no hay segundas oportunidades.
sa del viento, o porque la hélice de
proa no funciona. O todo a la vez.
LAS CUATRO PES
Cuando hicimos la Regata de la
Vuelta al Mundo teníamos una
broma: podíamos hacer las cosas
de dos maneras: a “la americana” o
con la norma de las cuatro pes. A
la americana quería decir prueba-
error y aprender de la experiencia.
Las cuatro pes querían decir que no
estaba permitido el error: subir a un
tripulante al palo, apurar un bordo
a tierra con bajos cerca, viento y co-
rriente, llevar el timón justo cuando
un tripulante está en el extremo de
la botavara arreglando un rizo con
vientos portantes de 40 nudos.
Lo que vengo a significar es que al
final en un barco siempre hemos de
aplicar la norma de las cuatro pes.
No está permitido el error. Noso-
tros aplicábamos la teoría ameri-
cana solamente cuando queríamos
mejorar algo que ya funcionaba, y
nos permitíamos el lujo de compro-
bar el resultado, porque las conse-
cuencias nunca eran imperdonables.
Está bien, les voy a explicar lo que
quiere decir las cuatro pes: Plantea-
miento Perfecto Previene Percan-
ces. Me duele un montón reconocer
que la frase no es mía, creo recordar
que la saqué de una película, aun-
que no era de barcos. Y que a nadie
se le ocurra llamarme supersticioso.
No lo soy, ¿saben por qué? Porque
trae mala suerte.
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