[Vida a bordO]
Protección del sol
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L
a práctica de las actividades
náuticas comporta una larga
exposición solar, mayor que
la recibida por quienes realizan otras
actividades al aire libre, pues se ve
aumentada por los reflejos produci-
dos por la superficie del agua, tanto
si es del mar como de un río, lago o
embalse. En la actualidad, lucir un
buen bronceado evidencia salud y
buen nivel social; revela que quien
lo luce dispone de tiempo de ocio
suficiente para ello, pero lo cierto es
que el bronceado es un sistema de
protección de la piel frente a los ra-
yos solares.
La mayoría de las embarcacio-
nes deportivas actuales disponen de
grandes superficies de solárium y casi
la totalidad de sus espacios exteriores
están diseñados para aprovechar la
presencia del sol, si bien también es
cierto que suelen incorporarse toldos
plegables, techos duros, capotas y
toda clase de soluciones que ofrezcan
una protección cuando la dosis de ra-
yos solares es excesiva. La evolución
de los modelos sedán, coupé o con
hard-top es una buena muestra de la
preocupación existente en la actuali-
dad por protegerse del sol. Por otra
parte, salvo contadas excepciones,
las superficies destinadas a solárium
son casi siempre de color blanco. Su-
Los navegantes están expuestos a recibir unas dosis de rayos solares
muy superiores al resto de las personas. Una adecuada protección es
vital para evitar lesiones y enfermedades, sobre todo de piel y ojos,
que pueden afectar de forma importante la calidad de vida.
Miquel Mallafré
cede no sólo por razones de diseño
o limpieza (es más fácil detectar la
suciedad), sino porque el blanco es
más reflectante: broncea más. Por el
mismo motivo, es necesario tomar
también más precauciones que si el
solárium fuera, por ejemplo, una su-
perficie de teca.
Rayos solares
La luz solar produce efectos positivos
y negativos sobre el organismo. Es
positiva la síntesis de la vitamina D
o la prevención del raquitismo, pero
es negativa la aparición de quema-
duras, el envejecimiento prematuro,
la pérdida de la elasticidad y las de-
generaciones cutáneas. En este sen-
tido dos son los frentes más impor-
tantes a proteger: los ojos y la piel.
La protección de los ojos se consigue
mediante el empleo de sombreros y
gafas adecuadas, mientras que la piel
debe protegerse con la aplicación de
sustancias fotoprotectoras.
A efectos de la visión humana, los
rayos solares pueden ser descom-
puestos en tres grupos: ultravioletas,
visibles e infrarrojos. Todos recorda-
mos de nuestra época escolar que la
luz se compone de siete colores —los
del arcoíris— visibles cuando la luz
atraviesa un prisma: violeta, añil,
azul, verde, amarillo anaranjado y
rojo. Los rayos ultravioletas reciben
este nombre porque se encuentran
más allá del violeta, no son visibles
para el ojo humano y son peligro-
sos para el ojo y para la piel. La capa
de ozono de la atmósfera impide su
paso hasta la superficie de la Tierra
en gran medida, de ahí la alarma
suscitada por la desaparición de la
capa de ozono sobre ciertos lugares
del planeta. Respecto al ojo humano,
los rayos ultravioleta dañan la córnea
Protección del sol
Vida a bordo
¡No se queme!
Las embarca-
ciones actua-
les disponen
de superficies
para tomar
el sol. Una
adecuada
protección evi-
tará lesiones
y enfermeda-
des causadas
por los rayos
solares.
Hay que pres-
tar atención
a la calidad
de las cremas
solares, ya que
ésta determina
su efectividad.
La protección
de la cabeza
es un paso
imprescindible
frente al sol
intenso.
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