Vendée Globe
El
Banque
Populaire
VIII
durante
la salida de
la pasada
Transat
Jacques
Vabre
L
a Vendée Globe es la regata oceánica que justifica
todas las inversiones, todos los esfuerzos, todos
los estudios, todas las pruebas de nuevos diseños.
Este año la mirada estará centrada en el rendimiento de
los foils, esos apéndices destinados a hacer volar los bar-
cos y lanzarlos a velocidades nunca vistas en estos sofis-
ticados monocascos de 60 pies.
Los primeros ensayos, el pasado otoño, fueron un tan-
to frustrantes: casi todos los nuevos barcos dotados de
foils tuvieron que retirarse de la Transat Jacques Vabre.
Cierto que los primeros días de la regata estuvieron
presididos por dos profundísimas borrascas que traje-
ron vientos de 50 nudos y olas de ocho metros. Pero la
consecuencia fue clara: todos esos flamantes diseños de
VPLP-Verdier volvieron este invierno al astillero para
ser reforzados.
Frente al esfuerzo por aligerar los barcos para facilitar
el planeo sobre los foils, la realidad demostró que los
cascos estaban sometidos a un castigo mucho más duro
que en los barcos clásicos. No solo había que aguantar
los clásicos pantocazos, sino que el castigo se prolongaba
mucho más a popa de lo habitual, consecuencia precisa-
mente del hecho de que buena parte del casco sale del
agua y por tanto el golpeo con la ola se produce más a
2016 es un año Vendée Globe. En la clase Imoca esto se traduce en un año lleno de acción. De hecho,
es el año culminante de un ciclo que empezó hace cuatro, a la llegada de la anterior vuelta al mundo en
solitario sin escalas, la Meca de la navegación oceánica en solitario.
Kiku Cusí
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Los foils,
protagonistas de este
‘año Vendée’
