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Alan Roura
(arriba) y
Rich Wilson
(abajo).
OCÉANOS
Colman,
el nuevo Parlier
LA EXPERIENCIA DEL BENJAMÍN
El caso de Colman es el más espectacular, pero no el
único de los héroes más populares de la última Ven-
dée Globe. El suizo Alan Roura —a sus 23 años fue
el más joven de todos los participantes en una Vendée
Globe— corría a bordo de un barco en el que muy po-
cos confiaban. Su Superbigou es un viejo conocido de
la afición española, pues participó en la segunda Bar-
celona World Race y dio muchos problemas a Jaume
Mumbrú y Cali Sanmartí. El helvético llegó sin hacer
ruido, y así hizo toda la regata. Confesó su sorpresa al
verse 20º al doblar el cabo de Buena Esperanza, donde
se dio cuenta de que lo importante en una vuelta al
mundo es dominar el barco, no dejar que el barco te
domine.
En el Pacífico creyó que
La Fabrique
se hundía tras
chocar con un OFNI, ver uno de sus timones desapa-
recer por la popa y descubrir que el agua entraba como
un geiser de 20 centímetros de diámetro por el desa-
parecido eje del timón. Colgado por la popa en medio
del temporal, consiguió colocar el timón de respeto,
una maniobra muy difícil incluso en la tranquilidad de
un puerto. Roura fue, sin duda, una de las grandes sor-
presas de esta Vendée: sin apenas experiencia, con un
barco viejo y un presupuesto insuficiente, acabó 12º.
UNA VENDÉE DIGNA DE ESTUDIO
Si Roura era el más joven, el estadounidense Rich Wil-
son era el más veterano. A sus 66 años volvía a la línea
de salida de la vuelta al mundo con el objetivo de fo-
mentar el aprendizaje entre los jóvenes e inspirar tam-
bién a los no tan jóvenes a no quedarse quietos (“¡Aún
no estáis acabados!”, les decía Wilson en un mensaje).
Si difícil es navegar en solitario, y más duro es hacer-
lo en una endiablada máquina de 60 pies con un mástil
de hasta 29 metros de altura, dar la vuelta al mundo
solo en un imoca a los 66 años es algo que, por ahora,
solo ha conseguido este norteamericano. Pero este di-
plomado por Harvard y por el MIT no se conformaba
con esto; su verdadero objetivo no era repetir la Vendée
Globe, que ya había completado en 2009, sino pro-
mover valores y conocimientos entre los estudiantes
que siguen su programa en SitesAlive. Concretamen-
te, quería incitar a un millón de jóvenes de diversos
países y lenguas (SitesAlive desarrolló este programa
en inglés, chino y francés) al estudio de Ciencias, Ma-
temáticas, Geografía e Historia a través de su regata.
Los resultados fueron convincentes, hasta el punto que
el éxito de unos escolares que le seguían en la India
fue el único incidente que le hizo llorar durante toda
la regata. Fueron lágrimas de emoción y alegría, como
las que también derramó cuando entró aclamado por
el canal de Les Sables d’Olonne como el héroe que es;
un héroe muy humano, muy de carne y hueso, como
todos los que culminan esta regata “inhumana”, como
la definió nuestro gran José Luis de Ugarte.
©
Olivier Blanchet/DPPI
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Vincent Curutchet
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Olivier Blanchet/DPPI