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Sunseeker Portofino 40
[Prueba motor]
dejado muy justos los pasos latera-
les, un precio que se ha de pagar si se
quiere tener una formidable bañera.
Por otra parte, no estaría de más
añadir un segundo asidero en la parte
baja, a cada lado del arco, con el fin
de facilitar la subida a los laterales de
cubierta. No faltan pasamanos en la
parte alta y los candeleros son de bue-
na altura hasta la misma proa.
Por lo demás, una bañera sin répli-
cas, muy bien distribuida, cómoda y
estudiada para la vida a todo con todo
lo necesario. Un notable sin titubeos.
Puesto de gobierno
Otro espacio de nota máxima en este
barco es el puesto de pilotaje. El com-
promiso de tener un espacio bastante
elevado debido al camarote que hay
debajo; un parabrisas con una incli-
nación importante; el techo corredizo;
y la necesidad de una visión casi cir-
cular, no suponen un problema fácil
de resolver. Ocurre con frecuencia que
en este tipo de barcos la visibilidad
es bastante limitada: sentados y de
pie. En la Portofino se han buscado
soluciones. El banco tiene parte del
asiento practicable, se ha añadido un
enjaretado, a modo de tarima, que se
puede recoger, y el volante es ajus-
table. Además hay reposapiés. ¿Qué
quiere decir todo esto? Pues que tanto
de pie, sin tarima y con la cubierta ce-
rrada, como sentados, la visión frontal
es total. Nada entorpece la visibili-
dad, y la situación elevada del piloto
favorece también el ángulo de visión
hacia los lados y hacia popa. Una lec-
ción de ergonomía que algunos debe-
rían copiar.
La consola distribuye la relojería
de Volvo Penta en el frontal, y en la
superficie principal la pantalla de los
motores, un espacio con tapa para
cartas, la multifunción NSS12 de
Simrad, repetidores Simrad, piloto,
VHF y el portavasos, además de los
interruptores del barco. Puesto muy
cómodo y completo.
Interiores
Nada es perfecto. Es una obviedad si
no hiciéramos referencia a los empi-
nados escalones que llevan al interior
de la voluminosa y alta cabina. Pelda-
ños ovalados —el diseño— que exi-
gen atención a los pasos descendentes,
aunque una barra vertical es el punto
inevitable de agarre. El salón, que dis-
fruta de una iluminación cenital fuera
de lo común, cuenta con la escotilla
tradicional (con su respectiva corti-
nilla parasol) y dos claraboyas sobre
la entrada que dejan entrar la mayor
luminosidad natural imaginable. Sin
embargo, no las queremos ver en los
días de veranos con el sol de agosto:
necesitarán una cortinilla para frenar
los implacables rayos.
El salón es espacioso, sin estriden-
cias en el diseño ni en la decoración,
aunque como es natural el astillero
ofrece una buna lista de posibilidades
en este capítulo, con distintas made-
ras y tapicerías. La dinete, ocupando
la banda de babor, presenta una mesa
tan robusta o más que la de la bañera,
de doble ala, vistosa y elegante, que
realza la sala. Este espacio se puede
transformar en litera doble añadiendo
las piezas correspondientes.
La banda opuesta se ocupa con la
cocina en L, completamente equi-
pada, con todo lo que pueda desear
el mejor gastronómada marino. El
gabinete de aseo, adosado a la cocina
tiene acceso por el salón y por la ca-
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11 y 12.
El techo
descapotable se
desplaza mediante
un mecanismo
eléctrico. El hueco
abierto convierte
el barco en
prácticamente una
open.
13.
El mueble de
servicio exterior
cuenta con todo
lo necesario de
una cocina al aire
libre.
14.
Abatiendo el
respaldo del sofá
se incrementa
la superficie del
solárium.
15.
En una
posición sobre
elevada el sofá de
babor es un rincón
agradable de la
bañera.
16.
Elegancia y
ergonomía se
combinan en este
bien equipado
puesto de
gobierno, propio
de un modelo de
alta gama.
17.
En la Portofino
40 el patrón
dispone de un
panel muy bien
ordenado con
los equipos
necesarios.
La palanca de
aceleración y el
joystick a estribor
quedan muy bien
ubicados.
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