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Travesía del Atlántico
[crucero práctico]
2.
Pocos barcos
hoy emprenden
la travesía sin
dotarse de
generadores
de energía
alternativos.
3.
Las redes
nos permitirán
mantener fruta
y verdura en
condiciones.
4.
Una buena
solución para
aprovechar la
capota bimini.
pero si soltamos amarras con un barco
nuevo, por mucho que diga el astille-
ro, es un pasaporte seguro a pasarnos la
travesía con la caja de herramientas en
la mano, llamando constantemente al
astillero o los instaladores para poner a
punto infinidad de cosas.
Por otro lado, si se prepara la trave-
sía con un barco conocido vale la pena
realizar una puesta a punto pero sobre
una base de experiencia. Tampoco re-
comendamos realizar cambios radicales
en las instalaciones del mismo, porque
entonces nos encontraremos con los mis-
mos problemas o peores que con el barco
salido de astillero. Lo ideal es equiparlo
con alguna vela nueva, con el motor bien
revisado, y sobre todo el espacio habita-
ble preparado para una navegación có-
moda: cocina probada, espacio de estiba,
lonas anti escora en las literas, cubierta
preparada para la seguridad de la tripu-
lación, instalación de gas comprobada y
material de seguridad y radio al día
También es importante que sea de una
eslora manejable para la tripulación que
lo vaya a tripular. Lo mejor es que no sea
de una eslora muy grande, porque lo im-
portante en una travesía es no depender
de tripulación extra. Dependiendo de la
experiencia y sobre todo del bolsillo del
armador, nos tendríamos que mover en-
tre los 35 y los 55 pies de eslora.
La tripulación
Más vale pocos pero bien avenidos. Hay
una serie de normas que no fallan. La
primera es la importancia del patrón. El
patrón es quien elige a la tripulación, y
ha de ser consecuente con dicha elección.
Hoy en día para liderar un grupo se ne-
cesita mucha más mano izquierda que
mano dura. El patrón inteligente es el
que sabe que no es la tripulación la que
está a su servicio, sino todo lo contrario.
Pero eso no quita que la tripulación ten-
ga claro que el último responsable es el
que toma las decisiones, y que por eso se
tienen que respetar. Por eso es de patro-
nes inteligentes consultar las decisiones
previamente a la tripulación, motiván-
dola a la vez que se la involucra en el
grupo.
¿Quién será el patrón del barco? En
esto ha ocurrido como con las familias,
que se ha evolucionado mucho desde
el mando tradicional. Lo lógico es que
el patrón sea el armador, pero no tiene
que ser siempre así. En veleros de una
cierta eslora el armador puede optar por
embarcar un patrón profesional que,
además de realizar traslados mientras
el armador no puede hacerlos, ejerce de
responsable incluso cuando éste está a
bordo. También se puede dar el caso de
que el propietario delegue el mando en
su hijo, o su mujer, o sea ésta la propie-
taria y el patrón su pareja. Lo importan-
te, como siempre en un barco, es que las
cosas estén claras antes de soltar amarras
dentro del un barco.
Tras muchos años uno se ha dado
cuenta que ser un buen patrón es saber
estar allí, frente a la tripulación, cuando
surge un problema, y transmitir seguri-
dad y confianza. Saber lo que se puede
hacer y lo que no se puede hacer. Tomar
la decisión de lo que se debe hacer sin
obligar a nadie a correr un peligro que
no esté evaluado previamente. Y para
llegar a ser patrón lo mejor es haber pa-
sado por los estados previos al mando, en
Cada día es más común realizar el viaje por
etapas, con idas y vueltas de la tripulación.
la proa con mal tiempo o cocinando para
una tripulación mareada. Ser un buen
patrón es un estado mental que afronta
la travesía con aplomo, sabiendo que se
van a cometer errores, pero teniendo la
absoluta convicción que todo se puede
solucionar y que los malos momentos no
duran eternamente.
La ruta
Casi todos los navegantes que han em-
prendido una larga travesía coinciden
en una cosa: su sorpresa al descubrir una
zona o una costa más fascinante de lo
que se esperaban, o dedicar mucho más
tiempo en un puerto de lo previsto. Y
creo que aquí aparece la fascinación del
viaje a vela. Navegar delante de una cos-
ta desconocida es descifrar un enigma.
Cuando uno lleva muchas millas na-
vegadas en un barco empieza a acceder
a un estadio que se caracteriza por la
simplificación. Se empieza a prescin-
dir de muchas cosas, se anulan equipos
en el barco ya sea por avería o por falta
de piezas de recambio. Se desembarcan
piezas de repuesto o recambio que se ha
demostrado inútiles. Hacer este ejerci-
cio antes de la travesía es de visionarios,
pero recomiendo que se intente aplicar
esta filosofía antes de soltar amarras.
Existe una posibilidad que muchos
patrones aplican últimamente. Realizar
un viaje por etapas, con idas y vueltas de
la tripulación. El abaratamiento de los
precios de los billetes de avión, unido
a la proliferación de marinas equipadas
por todo el mundo, hace que no sea ne-
cesario salir y volver con el barco tras lar-
gas singladuras. Se puede entonces pre-
parar el viaje por tramos, con invernadas
en puertos capacitados para tal caso, que
incluso disponen de marinas secas, con
amarres resguardados y servicios eficien-
tes de mantenimiento y vigilancia.
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Invertir en
una revisión a
fondo del motor,
alternador, eje,
bombas y llaves
de fondo nunca
es caro.